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jueves, 28 marzo, 2024
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Roma, de Alfonso Cuarón

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 367 / Cine

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En un plano donde sólo hay baldosas viejas y sin color, escuchamos el sonido claro de agua corriendo. Es agua mezclada con jabón, que cubre las losas creando un reflejo donde se ve un avión pasar, y que en ese preciso momento cruza el cielo de la colonia Roma. En ese instante conocemos a Cleo (Yalitza Aparicio), quien está lavando el patio usando una escoba con la que talla las manchas en el suelo. Al entrar a la casa la rutina continúa; Cleo recoge la ropa de cada habitación, así como los objetos que han sido dejados en el piso. Más tarde en un Volkswagen llega la señora Teresa (Verónica García) con sus nietos, los habitantes de ese hogar. En la cocina Cleo y Adela (Nancy García) preparan la comida de la abuela y los niños mientras esperan que vuelva la señora Sofía (Marina de Tavira), la dueña de la casa. A través de este retrato familiar nace un profundo relato que ahonda en la percepción de las clases sociales y en un amor que se crea a raíz de la convivencia y el apoyo frente a las adversidades de la vida diaria.

Enfocado en los años de 1970 y 1971, Roma es un emotivo relato de un momento específico en la vida de Alfonso Cuarón, quien hace uso de su memoria para reconstruir eventos reales como el Halconazo de 1971, pero también para recordar con invariable cariño y nostalgia una época donde se exhibía en los cines Atrapados en el Espacio (1969), donde cada noche se veía en familia el programa Ensalada de Locos y donde el postre favorito de cualquier niño eran los gansitos congelados. Con una increíble caracterización a los lugares y atuendos de aquella época, así como la recuperación de sonidos tales como los vendedores callejeros y programas radiofónicos, Cuarón encapsula los elementos y detalles clave de su vida en esos días, y lo hace con una cuidado al detalle que tiene la capacidad de trascender épocas y espacio para verse reflejado incluso en la actualidad.

En esta minuciosa y compleja pero también compasiva atención al detalle es donde se desenvuelve la exploración a la brecha entre dos mujeres –la señora de la casa y la empleada doméstica- y en medio de la cual nace una inesperada solidaridad y comprensión mutua en la cual ambas terminan por sostener los restos de una vida que poco a poco se va derrumbando. Fiel a su sello de autor, Cuarón alegoriza dos de los temas universales más recurrentes en su filmografía; por un lado la maternidad como símbolo de un futuro posible y que es una constante evidente en sus dos trabajos situados en el género de la ciencia ficción: Children of men (2006) y Gravity (2013). El segundo tema es la muerte y las consecuencias de la pérdida, y que es uno de los elementos más evidentes en el argumento de la excepcional road movie, Y tu mamá también (2001). Junto con estos temas, es común ver en el cine de Alfonso Cuarón a mujeres determinadas a abrirse camino en lugares donde la masculinidad suele ser la vara para medir los rumbos y destinos de sus habitantes.

Todos estos símbolos son representados en Roma, a través de sus protagonistas, pero de un modo más específico en el personaje de Cleo y en sus circunstancias, en algunos momentos tan ordinarias como dolorosas en otros. En dicho arco narrativo, y como otro símil de su estilo particular, el realizador hace uso de los cuatro elementos para escenificar las emociones de su protagonista, en secuencias donde la dureza de la tierra y el abrasivo fuego simbolizan su pérdida mientras que el agua y el oleaje del mar representan su deseo de purificarse y renacer. Volteando a su pasado, el director busca que de alguna manera los espectadores nos reconciliemos con el nuestro, al exponer las verdades incómodas de una sociedad que rara vez las reconoce, y que en el filme se materializan en eventos trágicos y masivos como una matanza estudiantil o un terremoto, pero también en situaciones íntimas como las de una familia que intenta sobrellevar las tragedias del hogar.

Roma es una cinta que, como pocas en la actualidad, reconstruye en imágenes lo que el narrador no podría contar de ninguna otra forma. A través de planos largos y detallados en un melancólico blanco y negro, Cuarón construye una ciudad llena de vida, que al igual que los matices de grises y su contraste, lejos de

sólo evocar a la nostalgia, señalan la propia naturaleza efímera e irrepetible de la cinta, dentro de la cual el realizador esboza un reflejo de lo que somos hasta el día de hoy después de tanto tiempo, como un homenaje y una celebración al paso del tiempo y a la vida misma.

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