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jueves, 25 abril, 2024
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El camino al infierno

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Inicia el año en medio de conjeturas derivadas de lo que se trató de prevenir en la entrega anterior, la diversidad de opiniones y el antagonismo de posturas que han caracterizado la convivencia entre los pobladores de este sufrido país. Por desgracia las posturas tienden hacia la intolerancia de los interlocutores en lugar de fomentar un lenguaje inclusivo y analítico y aceptar que todos tienen derecho a expresar libremente sus ideas sin demeritar la de los demás en un esquema de respeto colectivo. Parece, por desgracia que los estragos causados en la población por una política permanente de desconfianza y desinformación siguen sentando sus reales. Se sigue al borde de un ataque de nervios porque todo mundo pretende tener la razón y nadie da crédito a la posible razón de sus vecinos, de sus interlocutores, de sus hermanos, de sus amigos, de su prójimo.

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No hay mucho que decir, en esta ocasión la prudencia debe prevalecer sobre la búsqueda de la razón. Lo que es lamentable es que se le preste más atención a aquellos que anteponen la demencia argumental que a aquellos que de alguna forma u otra quieren establecer líneas de diálogo para llegar a acuerdos constructivos.

Cuando se está al borde de una violencia argumental por los hechos que afectan a todos, como ahora es el caso de la regulación en el consumo de hidrocarburos y divide a familias y a grupos de amigos por asuntos que si partieran de foros regidos por principios informados –y educados- otro arroz se estaría cociendo.

Hay mucho que decir, pero para ser congruente, esta aportación guardará el día de hoy un respetuoso silencio, más que nada para no echarle sal a la llaga, sólo que, a título personal quiero emitir tres opiniones importantes sobre la alharaca que se ha desbordado a partir del lamentable asunto que significa el poner ante la opinión pública el combate al robo de combustible:

Uno: las miles de opiniones vertidas sobre el asunto han partido por lo general desde una perspectiva poco informada, obedeciendo a intereses particulares y muy viscerales. Desde la defensa a ultranza de las medidas del Presidente de la República y su gabinete de seguridad, hasta aquellas que surgen del berrinche por tener que caminar unos cien metros para comprar las tortillas y las de aquellos genios del periodismo progresistas que nos exhiben como república bananera que no está a la altura de la vida de las grandes potencias económicas del mundo, como si la Cuarta Transformación obedeciera simplemente a un cambio de chip o de frecuencia para lograr los giros prometidos en la campaña electoral del gobierno que lleva apenas cuarenta y tres días de ejercicio. Dice el dicho popular, “no son enchiladas”. Estas opiniones, por lo general, van contaminadas por el nivel ínfimo de educación de un país que en los últimos cuarenta años ha sido instruido y conducido por cadenas de televisión de plano tercermundistas.

Dos: duele observar que nadie ha protestado en una manera importante y congruente por el irremediable e irreversible daño ambiental que se ha generado por las tomas clandestinas de combustible. Un país que da prioridad a los asuntos económicos, políticos y sociales, en lugar de preocuparse por proteger su ambiente y sus recursos naturales, está adoquinando su camino hacia la perdición, y esto no es solo privativo del nuestro, sino que parece que las tendencias mundiales de progreso van dirigidas hacia el desarrollo económico sin importar los estragos causados a la naturaleza. Y el tiempo nos cobrará caro esta imprudencia. Las repúblicas gorilescas, con el debido respeto a los gorilas, como el Brasil de hoy y el México que nos ha tocado vivir en los últimos cuarenta años son un lamentable ejemplo de este descuido.

Tres: creo que la manera de enfrentar este problema por parte de López Obrador, es la acertada. Desde el gobierno de López Portillo, se nos invitó a estar preparados para administrar la riqueza petrolera. Espero que ese momento haya llegado, porque lo que es a mí, no recuerdo que se me haya incluido en este listado. Así que, si se va a recuperar esta riqueza, bienvenido cualquier esfuerzo, luego habrá que diseñar formas sostenibles para la mejora de este tipo de explotación; también, con el paso del tiempo habrá que prescindir de la energía fósil y desarrollar fuentes alternas de energía que sean amigables con la naturaleza.

Habrá que esperar un desenlace que nos beneficie a todos recordando que hay que invertir algo de inteligencia ya que el camino al infierno está rodeado de las mejores intenciones.

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