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viernes, 19 abril, 2024
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Las cosas que más me entristecen más me motivan: Pedro Carrizales El Mijis

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Por: ALMA RÍOS •

■ El actual diputado al Congreso de San Luis Potosí tuvo ya una vida «llena de sobresaltos»

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■ Se interesa y habla de la cultura de la paz, «¿quién más puede entenderla que quien ha vivido siempre en la guerra?

 

“Todos tenemos derecho a una buena vida” reza la letra de un hip hop que corre mientras en una pantalla las imágenes y las palabras construyen una semblanza de Pedro César Carrizales Becerra “El Mijis”. El actual diputado al Congreso de San Luis Potosí que entró con la gran oleada de Juntos Haremos Historia tuvo ya una vida pero llena de sobresaltos que ha logrado transformar en eso, “una buena vida”.

Cuando se le escucha es ineludible pensar en esa frase con que se ha choteado a la Cuarta Transformación, una de tantas, la ridiculización del “pueblo bueno” y sus decisiones.

Sin ahondar y detallar en la vida de El Mijis sí viene a la mente ese “pueblo bueno”, no por virtuoso, no caricaturizado como la gente de barrio en la época de Cine de oro, no a modo de la Nosotros los pobres y ustedes los ricos sino a la otra, Los olvidados de Luis Buñuel, pero con el final que no quería el cineasta español.

Sí, sobreviven algunos conversos, como El Mijis. De alguna forma el vínculo con su madre le fue tan significativo que paró el vértigo de una vida de violencia, de bien conocidas corridas callejeras como son, sin piedad.

“Ahorita regreso hacia atrás. Yo siento a veces tristeza de no haberme despedido de mi madre, de no haberle dado la tranquilidad… de no haberle dicho cuanto la amaba…”.

Aún duele haberle visto siempre detrás del hijo atestiguando siempre qué lesiones lo habían llevado al hospital por enésima vez.

“Son las cosas que más me entristecen pero que más me motivan”; habla de su intención de que otros no tengan que vivir “las tragedias que yo viví”.

“Todos tenemos derecho a una buena vida” y El Mijis quiere que otros jóvenes en situación de calle la experimenten.

Se presenta ahora como diputado sí, pero fundamentalmente como activista y contratista. Y destaca siempre que gana más en esta última función que como político.

Se presenta ahora como diputado sí, pero fundamentalmente como activista y contratista. Y destaca siempre que gana más en esta última función que como político

Es nieto de albañil, hijo de albañil, hermano de la calle. Y gusta de escuchar que su madre sigue salvándolo ahora, aun cuando viva no pudo hacerlo y que en este momento su recuerdo lo rescata.

Y él a otros, para “que no entren en el mundo de las drogas, que no entren en el mundo de la violencia” a la que conoce bien, entiende bien, dimensiona perfectamente en su mecánica.

Así habla de premiar en torneos de futbol no a los jóvenes goleadores sino a los que menos faulean, sabe que el enfrentamiento deportivo es eso, un eufemismo de la guerra, que hay agresividad, entiende bien los resortes de la violencia.

Así se interesa y habla de la cultura de la paz. ¿Quién más puede entenderla que quien ha vivido siempre en la guerra? La no tranquilidad, el estallido, la provocación, la respuesta, él no le saques.

Sabe lo que los jóvenes como él necesitan. “Creo que debemos tomar en cuenta al joven como gobierno, vamos y les ponemos una cancha de fut y quieren jugar básquet; nunca se les toma en cuenta, nunca se les pregunta”.

Sabe que los funcionarios piensan en los chavos banda desde sus asientos de oficina, frente a sus computadoras, quizás jugando más al solitario que pensando en los proyectos, “no salen a la calle a ver la necesidad”.

El Mijis conoce más, sabe que los jóvenes necesitan sentido de pertenencia y por eso no cualquier programa ni idea ni proyecto sirve para vincularlos a sí mismos.

“De repente hacen servicios del empleo, está chido para la gente que quiere trabajar pero hacia el sector que va no funciona. Porque imagínese el chavo toda su vida ha andado en la calle viviendo a salto de mata y de repente quiere regenerarse y tú le ofreces irse a una fábrica. Eso es muy radical, meterlo a la fábrica, es como meterlo a la penitenciaria, se va a aburrir y va a fracasar ese proyecto”.

¿Qué debe hacerse? preguntarles qué saben hacer, qué quieren hacer. “Yo se laminear, se ser plomero”.

Ahora recuerda el trato que se les da desde las autoridades, se les matricula, se les registra, se les fotografía para “bajar recursos”.

La frasecita ha sustituido a gobernar, para todo se argumenta que se requieren “bajar recursos” aunque no se sepa ni para qué, si funcionará y cómo, pero se convence así a la gente de que todo el problema en este país es dinero, cuando lo que ha habido es ausencia de gobierno.

“Allí en San Luis Potosí les planteaba al ayuntamiento, se nos toma la foto para bajar recursos, para todos somos una cuota política más, nunca nos ven el lado humano”.

“Entonces yo les plantaba es bien fácil, ustedes les dan permiso a las constructoras ¿porqué no hacen una casa de enlace en la cual vayan los chavos banda y obtengan trabajos de plomero, albañil, herrero”.

Un compromiso con los constructores quienes obtienen los permisos para realizar obras para el gobierno pero meten cuotas de trabajo para chavos banda, “así de fácil, y no le cuesta al estado darles oportunidades”.

Pedro Carrizales dice que su 9ª. Sinfonía es “Pinta tu cantón”, un proyecto en que involucró a jóvenes para que pintaran fachadas de casas por 300 pesos que los beneficiarios les pagaban.

“Cada chavo pinta más de cuatro casas, hay chavos que se van hasta las 10 de la noche. Les cambias la perspectiva de vida, llegan con su mamá o con su vieja… todos los días traen dinero”.

Así dice, empezaron a reconstruir el tejido social porque los chavos ya no “tiraban la vaca” y eso hacía que los vecinos no los vieran mal.

Implica también hacer una tregua entre jóvenes de diferentes barrios que a veces incluso han olvidado o nunca supieron qué los separaba, sólo que tenían pleitos territoriales.

“Porque heredamos un pleito de colonia, entonces ya tratándote hasta me caes mejor que tu amigo”.

Así teje El Mijis. Como esa vez en que luego del sismo de septiembre del 17 se llevó consigo a unos jóvenes para que el “chavo sintiera ese día que se desbordó la humanidad, que se desbordó todo eso, que no había color, no había raza, no había clase. Ese día fue sentirse parte de algo…hasta se bajaban de unas camionetonas y nos daban de comida y no nos miraban feo, nos miraban hasta con amor; la neta eso dejó huella en mis camaradas, en tomarlos en cuenta. Eso es lo que puede detener la violencia, poder llevar la cultura de paz (…) Sentirse parte de algo”.

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