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viernes, 29 marzo, 2024
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Dos celebraciones el 12 de diciembre

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 366

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Eran apenas las 11 de la noche del 11 de diciembre cuando las campanadas de catedral empezaron a repicar en la ciudad… la fiesta de la virgen era así anunciada esa noche fría zacatecana; los fuegos artificiales comenzaron también a esa hora y ya de madrugada, cuando las campanadas volvieron a sonar, recordé a López Velarde cuando decía: “Y una Catedral, y una campana mayor que cuando suena, simultánea con el primer clarín del primer gallo, en las avemarías, me da lástima que no la escuche el Papa”.

Algo especial pasa cuando es día de la Virgen de Guadalupe porque la gente -creyente o no- comenta algo relacionado con ella, que si la misa, que si los cohetes, que si la peregrinación… pero todos saben por qué en las iglesias se ve el peregrinar de gente que entra y sale, con flores, con niños vestidos de Juan Diego a pagar una manda. Las tradiciones son fuertes y a mí me gusta cómo por lo menos ese día la gente sonríe confiada, más allá de las vicisitudes diarias y de una violencia a la que no terminamos por acostumbrarnos -y qué bueno-, todavía hay personas que ofrecen con el corazón lo poco que tienen en algunas casas del centro histórico, me refiero a la reliquia; esa comida muy sabrosa que algunas familias de creyentes ofrecen en días especiales como éste para pagar los beneficios recibidos durante el año. Este año me tocó probar la de la Calle del Grillo; al llegar, una niña muy amable nos recibió y nos invitó a entrar en la casa en la que un altar había sido dispuesto con muchas flores e incienso para adorar a la virgen. Ahí la gente rezaba y sonreía, la reliquia además tiene la virtud de congregar a los vecinos que se integran, hacen comunidad alrededor de la festejada, alrededor de la comida que se reparte por el puro gusto de dar, de ofrecer lo que se tiene en casa. El mole estuvo delicioso, sabía mucho a laurel; desde aquí agradezco a la familia que nos compartió de su comida ese día.

Más tarde y a propósito de laureles -por aquello de “te pondremos un laurel en la frente…”-, nos tocó ir a celebrar el cumpleaños de uno de los artistas más queridos en Zacatecas, me refiero al maestro Manuel Felguérez, que cumplió 90 años. Nos reunimos en la calle del Dr. Hierro, a espaldas del Teatro Fernando Calderón, en el lugar llamado Siempre fuimos, un espacio diseñado por otro artista -Alfonso López Monreal- para recibir a los amigos. El maestro Felguérez llegó acompañado de su esposa Meche, con esa sonrisa que nos ilumina a todos a su paso; ahí se encontraban sus amigos zacatecanos con los que ha convivido durante años y un grupo de artistas de diferentes disciplinas que lo recibieron con mucho cariño. Después de la cena, las fotos, la entrega de regalos –

bufandas y el cuadro con su retrato que apareció en portada del número anterior de La Gualdra- y de los brindis en honor al cumpleañero llegó el pastel -decorado con una imagen de su Máquina estética-. Nos tocó ver a un Felguérez muy feliz y emocionado que dijo antes de soplar las velas: “Estoy muy agradecido. Todo ha sido sorpresa, todo ha sido nuevo. No tengo ninguna culpa más que el ‘horror’ de cumplir 90 años, que no se los recomiendo… pero, les recomiendo: es mejor llegar a 90 que no llegar”.

Ése fue el primero de sus festejos en la ciudad, al día siguiente el Ayuntamiento de Zacatecas lo nombró Ciudadano Benemérito, más tarde se presentó su libro Manuel Felguérez. Obra pública; por la tarde dio una charla en la Cineteca Zacatecas y terminó el día en la develación de una de sus obras en la Nevería Acrópolis -en la celebración de su 75 aniversario-. El viernes, otra cena le fue ofrecida por Gobierno del Estado en su museo; ahí asistieron todavía más artistas y gente muy cercana al oriundo de Valparaíso. Sí, fueron días de mucha fiesta en honor a un artista extraordinario que además es un distinguido gestor cultural. Quedan también como prueba de esta algarabía por sus 90 años dos espectaculares instalados a la salida a Fresnillo en donde se manifiesta el respeto que se le profesa en Zacatecas; y su museo… un museo que les invitamos desde aquí a visitar.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín [email protected]

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