La medalla Belisario Domínguez de este año fue afortunada y dio en el blanco. La presea la recibió Carlos Payán. ¿Por qué ha dado en el centro del blanco? El doctor Belisario Domínguez fue un médico que encarna una serie de valores que es justo lo que se premia en (algunos) de los premiados. Médico de profesión (graduado en la Sorbona) escribió en un periódico (El Vate) e hizo política en un periodo especialmente conflictivo del país: ya ejercía la crítica a Porfirio Díaz, y le tocó ser senador de la república con Victoriano Huerta. El valor con el cual ejercía la crítica habla de libertad sin concesiones, con dignidad frente al poder. Si juntamos el valor de la crítica y la libertad, con sus prácticas de denuncia al poder a partir del compromiso encarnado con la verdad, entonces se dibuja el rostro de Payán.
Un premio es el reconocimiento de los valores de Belisario en Payán. Como poeta no sólo piensa, sino toca y percibe el sabor de la verdad, a veces dulce y, la mayoría de las veces, agrio e hiriente. Le tocó como director de La Jornada la disputa por la democratización del país, la lucha y el fraude del 88. Y el levantamiento armado de los zapatistas en el 94. Cuando fue senador, le tocó estar en la Comisión de Concordia y Pacificación cuando se buscaron los acuerdos de paz. A la fecha, las comunidades rebeldes lo aprecian. Un periodo difícil: como el doctor Belisario, retrató desde la prensa libre el inicio del (neo) porfirismo, que conocemos por el mote de ‘neoliberalismo’. Creemos que, a través de Carlos Payán, se reconoce a La Jornada en su labor de periodismo libre en medio de un ascenso ominoso: la llegada al poder de los científicos porfiristas con títulos de Harvard. Tecnocracia y positivismo al servicio de un Estado Ocupado.
Un poeta de izquierdas. Ahora hace producción televisiva (Argos) y dirige una revista que tiene un título profético: ‘Memoria’. La memoria es profética porque anuncia y denuncia. La memoria está en la acción que moviliza a miles de activistas que producen la esperanza. La memoria no olvida a los olvidados. Los descamisados. El proyecto de la justicia implica una libertad que se planta digna ante el poder prepotente del dinero. Decía Baudelaire (el luminoso poeta maldito) que todo poeta es, o un chamán o un profeta. Estamos en el segundo caso. Belisario fue un profeta ilustrado y liberal. Payán lo es de izquierda y de pensamiento socialista-democrático. Ahora inicia (nos prometen) el fin del neoporfirismo. Sin embargo, esperamos que la izquierda no pierda el sentido de la crítica y amor a la verdad por encima de intereses políticos. El anuncio y la denuncia de lo injusto en la letra de periodistas. Los premiados son ejemplo: libertad, valor y crítica: he ahí el camino.
