La Gualdra 364 / Festival Internacional de Poesía Ramón López Velarde 2018
I
En los labios lánguidos del alba
te convertí en mi nombre y mil palomas
hoy vuelan a tu tumba
donde alguien más te habita:
el árbol y la última manzana
o el tallo de la rosa y su blancura
de pétalos suavísimos
como la piel de bronce
de dos cuerpos fundiendo sus historias
en la amplitud del fuego
II
La brasa de la noche es una pira
cuando enciendes o exaltas
fragmentas o penetras
en mi nombre furtivo
Ah, el agua de los sexos
ebrios desde el delirio
hasta volver al celo de los cuerpos
a conjugar las partes
del despertar en llamas
tras un sueño nutrido de tumultos
III
Horas y eras de voluptuosidad
asida; amaneciente, primigenia,
me vuelves a fundir
en ojos, pies y entumecidas manos
Un fino musgo brota
de las paredes tibias
nos toca suave, hiere
es el Amor que a gatas
camina silencioso y nos descubre
abrazados, imperceptiblemente
IV
Ahora no es el alba y sí tu risa
radiante de elocuencia
tu falo adquiere mi vocación de orquídea
vive alegre, da floración perpetua
En el remanso corporal del sueño
luciérnagas de una aromosa aurora
cuando un agua más clara que una playa
nos espera a la orilla de esta dicha
Soledumbre, solsticio del incendio:
sólo somos dos cuerpos
en el confín del mundo
V
Y en un rito lunar, solar, de vida
invocas a la voz del Poderoso
nombrándome princesa de tu reino
y yo, ciega de luminosidad
me enredo a tu costilla:
¡Qué coartada feliz!
¡Qué cielo más allá del infinito!
Sol: haz brotar el oro entre mis labios
y no permitas que al amanecer
se me olvide su nombre
* Ciudad de México, 1965.