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jueves, 18 abril, 2024
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Otra travesura del chamuco

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Podríamos pensar que lo hizo de buena fe y con las mejores intenciones. Se creyó el vengador justiciero de los jodidos mexicanos que son esquilmados por los bancos con comisiones que rayan en la usura. Quizá lo consultó con su jefe máximo aunque presuma de no tener jefes y ser autónomo, o bien se fue por la libre siguiendo el instinto de su protagonismo irrefrenable. El caso es que la propuesta de iniciativa de ley para reducir los costos de las comisiones que cobran los bancos vino a alborotar la gallera de los dueños del dinero de este sufrido y por demás castigado país. Dueños de bancos y accionistas de la bolsa aún no se reponían de la cancelación del aeropuerto de Texcoco cuando se volvieron a espantar con el nuevo monrealazo. Las consecuencias inmediatas no se hicieron esperar. Deslizamiento (depreciación le llaman) del peso frente al dólar que de seguir podría devenir en una devaluación y caída de la bolsa de valores continuaron.

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A los ataques en esta coyuntura sucesoria de uno de los frentes enemigos o adversarios en este caso con la cancelación del NAIM, se ha venido a sumar la conducta de un correligionario morenista. El inefable y siempre protagónico Monreal, que como buen ajonjolí de casi todos los moles partidistas, faltándole nada más el Verde y el del PAN, en su afán mantener cerca los reflectores, ha vuelto a aparecer en el primer plano con una iniciativa de ley para acabar con los cobros usurarios de algunas comisiones bancarias. Su solo anuncio provocó la alarma de los barones del dinero e hizo que la bolsa de valores se alterara y con ello el peso se depreciara, todavía más. El parlamentario zacatecano quizá consenso con sus compañeros senadores de partido la iniciativa, pero, más haya, de la autonomía del poder legislativo que el acólito del Santo Niño representa a una de sus dos partes, según su alegato, le faltó comunicarlo con otras instancias como la presidenta del instituto político del que es miembro, al próximo secretario de Hacienda y del propio presidente electo. A menos que lo haya hecho y lo hayan lanzado como punta de lanza para preparar e ir tanteando el terreno. Medirle el agua a los camotes.

Dejando de lado las especulaciones, sin pensar en las repercusiones que desataría, con todo lo justo y necesario a su propuesta le falto tacto y comunicación, amén de escoger el momento más indicado para hacerlo. Desestabilizar a los mercados con las consecuencias negativas que esto desata tiene efectos perversos en la economía. Genera la pérdida de confianza en un gobierno que todavía ni siquiera se inaugura como tal. Por ser justa, puede ser popular pero a la vez genera una crisis cuyas consecuencias afectan a quienes se busca proteger. Tuvo que salir el propio Obrador a serenar los ánimos y buscar que las aguas volvieran a su cauce cuando ya habían comenzado a desbordarse, al anunciar que en materia fiscal y financiera no se haría ningún cambio durante los primeros tres años de su mandato.

Primero fue la consulta del NAIM que desecho Texcoco y dejará tirada la obra con muchos millones invertidos y otros tantos más con los que el gobierno habrá de indemnizar a los contratistas y constructores, atribuidos al protagonismo de Monreal que ha llevado a una deslizamiento del peso frente al dólar que no se detiene y caídas recurrentes de la bolsa. Apenas iniciando la semana esta registro un descalabro de más del 4.17%, lo que representa el nivel más bajo en los últimos cuatro años (véase La Jornada, 27/11/2018). No es poca cosa, pues este fenómeno llevara a un alza de los bonos del gobierno que incrementara la deuda pública. Esa carga pesada que pagamos todos. Esto último se lo achacan a la idea del PT de desaparecer las afores.

Bajar las comisiones bancarias como lo planteó Monreal y desaparecer las actuales afores reuniendo en un fondo público único los ahorros de las pensiones, son medidas con las que los afectados, clase media y trabajadores están de acuerdo, pero hay que saber cuándo y cómo echarlas andar. Aún no asume el nuevo gobierno sus funciones y ya se observan signos preocupantes y nerviosismo que podrían afectar no se sabe cuánto a la economía. Morenistas y petistas y demás operadores de Obrador deberían regirse por la consigna: despacio que voy de prisa o aquella otra que reza, rápido, pero con buen modo.

Monreal y los legisladores del PT deberían bajarle a su protagonismo y su sed por trascender. La cuarta transformación que a ciencia cierta no sabemos en que consiste hasta en tanto se tenga un documento programático de ella, no es precisamente una revolución de las que buscan el asalto al cielo. Es más bien un cambio en la sociedad, una forma distinta de hacer las cosas como se venían haciendo, por medio de acciones y reformas gradualistas que tendrán en el centro el combate a la corrupción y la impunidad, el restablecimiento paulatino de la seguridad, y el ataque a la desigualdad en la búsqueda de una sociedad más equitativa e incluyente. Y ojala cohesionada. Dichos legisladores no deben de olvidar que deben su cargo en buena medida a la popularidad de Obrador. Con todo y los méritos que puedan tener una Chole, un Narro, el Sam o el propio Monreal; su arribo a las cámaras lo deben al haberse trepado a la ola obradorista que arrasó en las pasadas elecciones. Por lo tanto ante de lanzar sus iniciativas que asustan y ponen nerviosos a la bolsa y los mercados en una economía marcada por la financiarización, deberían pensarlo bien, meditando y estudiando bien en lo que van a proponer, asesorarse con los especialistas en los temas relacionados con sus propuestas y no irse por la libre por más autónomos que se digan y con todo el derecho que tengan. Antes de hacer públicas las iniciativas deben consultar con el titular del ejecutivo y su gabinete previendo las consecuencias que puedan ocasionar sus desplantes. He dicho. ■

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