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viernes, 29 marzo, 2024
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Miscelánea Guardia Nacional: ¿Piel de oveja al lobo?

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Por: AQUILES GONZÁLEZ NAVARRO •

Guardia Nacional. 1. Es la agrupación paramilitar de gente armada, para la defensa del país y del orden público generalmente bajo un mandato territorial. En México únicamente pueden ostentar el título de “nacional” las instituciones dependientes del gobierno federal.”
“II. Definición técnica. La guardia nacional es la fuerza armada local, integrada por ciudadanos e instruida por las autoridades estatales correspondientes, para defender y conservar la soberanía del país, así como la paz y el orden internos”.

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Antecedentes históricos Nacionales.
Durante la invasión de tropas del ejército de los Estados Unidos a México en 1847, la guardia nacional dio ejemplo de patriotismo a través de diversos batallones: “Libertad”, “Unión”, “Querétaro” y “Mina”, en la acción de Molino del Rey en el Castillo de Chapultepec.

En la defensa del convento de Churubusco se distinguieron los batallones de guardia nacional “independencia” y “Bravos”. A estos batallones se unió el batallón de “San Patricio”, integrado por irlandeses de convicción independentista.

NOTA. Datos tomados del Diccionario Jurídico Mexicano del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

En el diccionario citado, se aclara que “La guardia nacional es una institución formada por el pueblo en armas”. Sin embargo el coordinador de la bancada mayoritaria de Morena en la Cámara de Diputados Mario Delgado, da a conocer que la “Guardia Nacional que propone el gobierno de López Obrador, estaría integrada de 46mil elementos de la policía militar”. “El Universal” 20 de noviembre de 2018.

Es posible añade Delgado, que paulatinamente elementos de la Policía Federal “van a ir pasando” a la guardia nacional.

Delgado rechaza las críticas que se hacen en el sentido de que, con tal conformación se militarice la naciente agrupación. ¿Será? Porque la policía militar tiene obviamente formación militar más que de policía. Son ideologizados para ver al delincuente como enemigo en guerra extranjera y son adiestrados para aniquilar, para exterminar. El militar no detiene al presunto delincuente, no lo captura, simplemente lo elimina al no creer en la rehabilitación como una posibilidad humana, menos en la reinserción social.

El policía es habilitado para ver al delincuente como un individuo proclive a la rehabilitación si el estado le aporta elementos y ayuda para ello. Por eso lo detiene y lo pone a disposición del juez, cuya condena de prisión supone la readaptación como medida de prevención del delito.

Tras la persecución de un delincuente, el militar agota todas las posibilidades para alcanzarlo y enfrentarlo, independientemente de que con ello ponga en riesgo a sectores de la población civil y de que, con la acción determinante y prácticamente bélica, resulten “víctimas colaterales”(término recientemente acuñado para señalar a víctimas inocentes que estuvieron en la hora inapropiada y en el lugar de riesgo por azar. Situación que exculpa a los militares.

Tras la persecución de un delincuente el policía mide riesgos a la sociedad civil. Si los hay, su enseñanza es desistirse de la persecución aun cuando con ello quede en libertad un delincuente. Su norma es: En caso de peligro para la sociedad civil, es preferible que el delincuente huya a eliminar inocentes.

¿Cuántas “víctimas colaterales” tenemos desde el inicio de la “guerra” de Calderón? ¿Cuántas familias sacrificadas, cuántos niños, en acciones militares carentes de prudencia? Yo recuerdo varias ¿y Usted?

La creación de una guardia nacional, si así se decide, requiere conocimientos, tiempo y prudencia. Su estructura es sobre la base de ciudadanos no militares que cuidarán el orden interno en sus respetivas entidades federativas, cuando las fuerzas de la policía resultan insuficientes o rebasadas.

Improvisar a fuerza de hechos puede resultar peor el remedio que la enfermedad.

Tampoco vale la imitación extralógica en asuntos de tal dimensión: Si los Estados Unidos tienen guardia nacional, ¿por qué nosotros no?
Recuérdese que los Estados Unidos sí son una federación de estados que determinaron agruparse. México (cual debiera ser el nombre) no. México era un todo que se fraccionó cuando nuestros legisladores copiaron la Constitución Norteamericana. Allá los senadores representan a los estados. Aquí no se a quién.

Allá el ejército defiende la federación de estados y sus fronteras, en tanto que la guardia nacional que depende de los gobernadores defiende el orden interno en cada estado, cuando fue rebasada la policía, precisamente para que el ejército no intervenga en asuntos de orden social. Por eso hay gobernadores que se han negado a prestar “su” guardia nacional para cuidar la frontera, aún en contra de los caprichos de su presidente Trump.

El camino a seguir es acudir con quienes crearon el caos, el campo de guerra que hoy es México: El comando norte de los Estados Unidos que capacitó como grupo paramilitar al cuerpo de élite del ejército mexicano llamado zetas, en la entonces Escuela de las Américas.

Acudir si es necesario a instancias internacionales para que los Estados Unidos dejen de enviar armas de asalto a nuestro país y que controlen a sus monstruos, creados en toda América Latina y que en parte es causa de la migración.
Es el primer paso. No la improvisación de ponerle piel de oveja al lobo.

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