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viernes, 19 abril, 2024
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Mario Orozco Rivera: Sol redondo y colorado

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Por: MARITERE ESPINOSA •

La Gualdra 363 / Artes Plásticas

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El poeta Carlos Gutiérrez Cruz escribió en su libro Obra poética revolucionaria el poema que da título al texto y que describe al pintor Mario Orozco Rivera, su vida y su obra. Sol relumbrante en todo lo que realizó en sus sesenta ocho años de vida. Orozco Rivera falleció en la Ciudad México el 20 de noviembre de 1998, día nacional por el aniversario de la Revolución Mexicana.

El pintor que solía contestar con ironía acerca de sus apellidos “Sí, mi padre fue Orozco y mi madre fue Rivera”, tuvo como maestros a los grandes muralistas y en su formación académica a Manuel Rodríguez Lozano y Carlos Orozco Romero. Durante más de 30 años fue un activo miembro del Partido Comunista Mexicano, que lo llevó a participar en festivales de la juventud en Austria, la ex URSS, China y otros países de Europa del este, realizando una vasta producción dibujística, pero también cantando para solventar los gastos del viaje.

Mario Orozco Rivera tuvo su taller primero en la colonia Nápoles y años más tarde se instaló en el barrio de San Ángel, en esos años considerado la periferia de la ciudad. Realizó espléndidos murales en la Facultad de Veterinaria de la Universidad Veracruzana; ahí, en Veracruz, nacieron algunos de sus hijos entre ellos el hoy reconocido artista contemporáneo Gabriel Orozco.

Por su propuesta estética y gran maestría técnica llegó a ser el jefe en el Taller de David Alfaro Siqueiros instalado en Cuernavaca para hacer la obra mural del Polifórum Cultural. Fue seleccionado por Siqueiros no sólo por su calidad técnica, sino por ser un compañero de batalla; ambos fueron militantes de tiempo completo en cuerpo y alma.

Sol redondo y colorado, como el poema de Gutiérrez, así la vida y obra del pintor cuya cosmogonía nos muestra en su obra un espacio que se multiplica y genera otros nuevos en los que el espectador pueda transitar libremente. Pinta para socializar, para recordar la historia como en su mural Veracruz Revolucionario, donde inmortaliza a Lucrecia Toriz, rebelde de la

lucha en Río Blanco que pinta flameando una bandera roja, junto al magonista Hilario Salas fusil en mano, enfrentando a la represión porfirista con la presencia de combativa multitud al fondo del mural. Pinta para apoyar a trabajadores y estudiantes, pero también su talento lo lleva a componer corridos que tocará en asambleas estudiantiles o de trabajadores, en la multitud que toma las calles, plazas, auditorios.

Maestro pintor, reconocido y premiado por los gobiernos de Bulgaria, Francia y Checoslovaquia, hoy su extensa producción requiere un estricto registro que dé pie a un catálogo razonado de toda su obra.

“Pintor, escultor, músico, poeta y loco. Contrapunto social, político, estético, cultivador de insolencias rechazadas. Amoroso amoral, impertinente ríspido, aprendiz frustrado por cuestiones ajenas”, es la forma en que se describe Mario Orozco Rivera, sin duda, la mejor manera para uno de los grandes maestros de la pintura en Latinoamérica.

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