La Gualdra 360 / Lenguaje / El Picaporte
Los nombres de profesiones y oficios sí admiten los géneros gramaticales femenino y masculino. Por supuesto que sí puede hablarse del médico y la médica, del abogado y la abogada, del músico y la música, del pedagogo y la pedagoga, del odontólogo y la odontóloga.
La confusión persiste más bien en los sustantivos o adjetivos terminados en “a” aplicables a ambos géneros. Ejemplos: optimista, futurista, analista, existencialista, modista, psiquiatra, pediatra, foniatra, terapeuta, astronauta. Todavía no es correcto para la Real Academia de la Lengua Española decir “el modisto”, “el astronauto”, “el psiquiatro”.
Lo mismo aplica con las militancias y tribus: anarquista, panista, perredista, comunista, chiita, obregonista, nacionalista.
Existen otros sustantivos que no admiten aún la aplicación de género, debido a que terminan con “e” o con consonante: intendente, conserje, cónsul, indiferente, creyente, militante.
Aun así, ya existe quien asienta “la consulesa”, justo cuando por fin nos habíamos deshecho de “la poetisa” para sustituirlo con “la poeta”.
Ya se admite, claro, la jueza.
Respecto a sustantivos identificados como participios activos, no todos destacan una labor. Muchos se aferran a que se diga “la presidente”, debido a que designa a quien preside, pero nada objetan por que desde hace décadas se hable de “la sirvienta” y no “la sirviente”.
Culmino con esto: la inteligente continúa siendo inteligente y no inteligente.
Persiste el debate, que es bueno, y la evolución y adaptabilidad de la lengua, que es mejor.
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