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martes, 16 abril, 2024
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¿Quién manda aquí?

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Por: Adán Hernández •

La república representativa, es la forma de gobierno de nuestro país. Un mandatario (el Presidente de la República) cumple con el mandato de un mandante (el pueblo); es decir, el pueblo manda y ejerce su voluntad por medio del presidente; o al menos eso es lo que debería ser. Lo anterior, refiere al Poder Ejecutivo. Sabemos también que existen otros dos poderes, el Poder Legislativo y el Poder Judicial; de sus atribuciones no voy a abundar, solo hago referencia para empezar dejando claro que “según la ley”, quien manda en nuestro país son los Poderes de la Unión anteriormente mencionados. Aunque bien sabemos, que además del Ejecutivo, Legislativo y Judicial, existe fácticamente el poder económico. Así es, un poder que no está reconocido en la constitución, pero sin embargo, le ha marcado el paso a los otros tres poderes. ¿Lo duda?

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La relación entre el poder político y el poder económico en México lleva algunas décadas, es una relación que surge por compartir intereses entre sí, empresarios y políticos con intereses en común ¿Qué intereses?, el dinero y los negocios. Por eso tenemos políticos queriendo ser empresarios y empresarios queriendo ser políticos. El matrimonio perfecto, negocio y política. De ahí surge la dupla del poder político y el poder económico. En mi opinión, no es malo ser empresario y querer ser político o viceversa, el problema radica cuando el interés de los negocios y el capital, es el que dicta las acciones y las políticas que se implementan; lamentablemente en México, ha sido así.

Claro que es importante que el gobierno se preste a escuchar y atender al empresariado y a los inversionistas que son los que forman parte del poder económico. Pero en nuestro país, la clase política no se ha resistido a la seducción de los poderosos capitales y se han entregado al poder económico, por completo muchas decisiones en perjuicio del pueblo, donde el capital privado es el único que gana. Para ejemplificar, no nos vayamos tan lejos, el Presidente EPN que afortunadamente ya se va; estuvo todo su gobierno sometido al poder económico, era lógico, el capital privado lo convirtió en presidente y tenía que cumplir. Por eso toda la obra asignada a su constructora favorita la cual le regaló la casa blanca. Por eso las reformas estructurales, ¿Todavía habrá alguien que crea que las reformas, como la energética, fueron producto de la inteligencia del Presidente, de los legisladores del PRIAN, o de sus asesores? Claro que no, fue el poder económico quien redacto esas reformas estructurales y el poder político tuvo que obedecer con gusto, puesto que también obtendrían jugosas ganancias.

Lo mismo podemos decir del ya cancelado proyecto del aeropuerto en Texcoco. No era una obra de infraestructura del gobierno de EPN; era una obra faraónica del poder económico, el tráfico aéreo era pretexto para hacer millonarios negocios con recurso público. Afortunadamente en está ocasión, el poder económico no fue mayor al poder político, puesto la ciudadanía inició con el divorcio de ese matrimonio perfecto. Por medio de consulta ciudadana impulsada por el Presidente Electo AMLO se cancela el proyecto anteriormente mencionado. Aunque todavía está en marcha la campaña que sin éxito intenta deslegitimizar la consulta y la decisión tomada en ella. Es difícil de asimilar para algunos, esa separación entre negocios y política; pero, tendrán que acostumbrarse. Lo que hizo AMLO respecto a la cancelación del aeropuerto, en mi opinión, es igualmente significativo que lo que hizo en su momento el expresidente Benito Juárez con la separación de la iglesia del Estado. El poder económico absorbió al poder político; la ambición al dinero superó la vocación de servir; grupos empresariales buscan colocar candidatos a modo para después hacerlos obedecer a sus intereses; en resumen, la relación que ha llevado el poder económico y el poder político ha permitido que se haga de la corrupción una actividad cíclica en el quehacer público. La separación del poder político y el poder económico es un avance para la autonomía del gobierno y los Poderes de la Unión, de esa forma las políticas y acciones implementadas tendrán un verdadero sentido social y ayudaran a reducir las desigualdades entre la población.

El poder económico no dejara de existir, ni de emitir su opinión en temas políticos y sociales, pero ya no hará su voluntad sobre las decisiones de gobierno. AMLO ha mencionado que no está en contra de empresarios ni inversionistas, pero ya demostró, que tampoco estará sometido. Se debe buscar una relación sana entre el sector público y el sector privado, donde las ganancias o beneficios que puedan existir, no sean a costa del pueblo; una relación de colaboración y no de sometimiento; una relación donde el político y el empresario no hagan negocios a la sombra del poder. Por lo pronto, la cancelación del aeropuerto en Texcoco, representa la separación del poder político y el poder económico. Bien por la cuarta transformación de México. n

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