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martes, 23 abril, 2024
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Agenda 2030 Pocos avances, grandes retos

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

Ya hemos pasado por varios esfuerzos internacionales que pretenden concientizarnos respecto a los graves problemas que se relacionan con el ambiente y los amplios retos que intergeneracionalmente tendremos que sortear respecto al cambio climático. La verdad es que hay muy pocos avances y el deterioro de los ecosistemas, la explotación irracional de los recursos naturales y la tan llamada sustentabilidad no acaban de instalarse en nuestros sistemas económico-sociales. En mi opinión, que no es humilde, la estrategia ha fallado desde el ámbito internacional pues desde la década de los setentas se ha impulsado una amplia etapa de culturización que inició con la reunión de Founex en junio de 1971, la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente Humano de 1972, la Declaración de Cocoyoc, México de Octubre de 1974 sobre Modelos de Utilización de Recursos, Medio Ambiente y Estrategias de Desarrollo, el Informe Nuestro Futuro Común de Octubre de 1987 que dio formalidad al desarrollo sustentable, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro, del 3 al 14 de junio de 1992, la Cumbre de Johannesburgo de 2002 y la Cumbre Río+20 que conmemoró 40 años de buenas intenciones en materia ambiental, han sido totalmente insuficientes, pues el poder económico prevalece por sobre las aspiraciones de equilibrio ecológico, de igual forma que la contaminación del agua, de la atmósfera y de los suelos y, la depredación del sistema natural es permanente. Entonces ¿Qué nos queda a los países en desarrollo como el nuestro, con instituciones y leyes a modo para las empresas económicamente poderosas que ven al territorio nacional como un paraíso ambiental en donde pueden pasar a exterminar ecosistemas y recursos naturales a cambio de unos cuantos centavos como en el caso de la megaminería? Pues la respuesta salta a la vista, o nos ponemos de fortalecer esas instituciones y el marco normativo a simplemente nos sentamos a esperar la culminación del caos ambiental que ya esta cercándonos y que pasará factura a nuestros hijos y nietos. En este contexto, uno de los últimos intentos que nos queda es la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se vinculan a la primera, aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2015 y que pretenden ser la guía referencial para el futuro inmediato de los países. Así las cosas, las altas expectativas que se tienen para el 2030 no podrán cumplirse si no se aparta el elitismo de dichas metas y se formula una estrategia desde la base del desarrollo que son los estados y municipios de México. Creo fundamental que sobre todo, se inicie con una trabajo a conciencia desde los municipios del país donde se conocen de cerca los problemas más amenazantes del presente y el futuro y, donde desafortunadamente, existe una deficiencia jurídico-institucional muy grave pues en muchos casos, las autoridades limitan toda la política ambiental municipal a las jornadas de reforestación, pláticas en escuelas y concursos de dibujo. Llegó la hora de actuar en serio, es el momento en el que las autoridades busquen los mejores causes para crear los cimientos sobre los cuales se edificará toda la plataforma jurídico-institucional que nos lleve a garantizar a las presentes y futuras generaciones los derechos humanos fundamentales relacionados con el ambiente y que se vinculan con otros derechos como la salud, el agua, la alimentación y el desarrollo sustentable, de lo contrario, en el 2030 y ante el fracaso anticipado que a todas luces advertimos, estaremos siendo convocados en el ámbito internacional a una nueva Agenda 2060 y así nos la llevaremos hasta que la simulación impida ya las condiciones de vida sobre el planeta. El compromiso es grande y ya no hay tiempo para ensayos ni para autoridades que se instalen para aprender sobre la marcha; llamen a los expertos, desempolven a los académicos e investigadores y pongámonos a trabajar desde ya para poder avanzar en la superación de los desastres y fracasos ambientales que nosotros mismos provocamos. Al respecto, la CEPAL sentenció en su informe Horizontes 2030 que el mundo enfrenta hoy la necesidad de cambiar su estilo de desarrollo, que se ha vuelto insostenible. La pérdida de dinamismo y la inestabilidad del sistema económico, las desigualdades y tensiones causadas por la concentración de la riqueza y de los ingresos entre los países y dentro de ellos, y el riesgo de una crisis ambiental de grandes proporciones son factores cada vez más visibles y presentes en el debate público. Hay una búsqueda de un nuevo estilo de desarrollo y una nueva agenda de políticas cuya relevancia y urgencia han sido confirmadas por la evolución reciente de la economía internacional y, en particular, de la región.

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*Integrante del Consejo Mundial para la
Defensa de los Derechos Humanos
[email protected]

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