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martes, 19 marzo, 2024
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Hondureños claman para que los dejen entrar a México

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Por: La Jornada •

Paso Fronterizo de Ciudad Hidalgo, Chiapas. Atrapados desde hace 27 horas en el kilómetro de largo del puente internacional que cruza la frontera México – Guatemala, la columna humana que integra el éxodo hondureño se afianza, clama a las autoridades mexicanas por el simple permiso de paso, se exaspera y agolpa en la reja blanca que divide a los dos países en este punto y se ahoga frente al lento procedimiento de “entrada ordenada” que ha prometido el gobierno de Enrique Peña Nieto.

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En toda la mañana han pasado solamente 80 mujeres y niños. La puerta, fuertemente custodiada por la Policía Federal, en presencia incluso de varios altos mandos regionales, sólo permite un paso a cuenta gotas. En un lapso de 20 minutos tres niñas se han desmayado. También dos mujeres, una de ellas de edad avanzada. Sólo entonces se abre la reja para que los propios migrantes trasladen a los desmayados sin que en el espacio de la garita mexicana hagan presencia elementos sanitarios y de primeros auxilios.

A pocos pasos, el Comisionado de Seguridad Pública, Renato Sales ofrece entrevistas a la prensa. Asegura y promete que el gobierno mexicano no va deportar a nadie, que va a permitir la entrada a México a todos los que lo soliciten de manera ordenada. Incluso afirma que en Ciudad Hidalgo y Tapachula hay infraestructura suficiente para albergar a los 3 mil, 4 mil desplazados que intentan con este éxodo llegar a la frontera con Estados Unidos.

El estado de ánimo, sin embargo, es menos exacerbado que el de ayer, cuando después de que los migrantes dieron portazo la Policía Federal disparó contra la multitud un par de cápsulas de gas lacrimógeno, provocando asfixia, pánico y algunos desmayos. En respuesta, algunos hondureños reaccionaron arrojando piedras de las vías del tren que cruza el puente. Algunos elementos de la policía recibieron pedradas e incluso el embajador de México en Guatemala, Luis Manuel López Moreno, se vio atrapado en la trifulca.

A lo largo del puente internacional, cubierto ya de basura, se congregan corrillos de hondureños. Junto con los drones que sobrevuelan el espacio, vuelan de un lado a otro también los rumores. El más persistente de todos ellos es el que repiten temerosos los migrantes sobre su temor de que apenas crucen la frontera y suban a los autobuses Pullman que les ofrece el gobierno mexicano serán deportados una vez que firmen sus papeles en la estación migratoria del Instituto Nacional de Migración. Cierto o no, éste es por el momento el mayor motivo de angustia de la gente.

Otro rumor es el que el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, a quien la mayoría considera responsable del éxodo por haber convertido a Honduras en un país invivible se presentó anoche en este punto fronterizo. Cuando se comenta la noticia en los pequeños grupos se levantan griterías y rechiflas impresionantes “él no ha sabido gobernarnos. A él le debemos nuestro sufrimiento”, afirma un joven que a la vez pregunta “¿Queremos regresarnos?”. Su público contesta al unisono “¡No, queremos ir a Estados Unidos!”. Una señora con una niña pequeña, Patricia, que no ha dejado de vomitar desde anoche, se aleja diciendo entre dientes: “Si nos regresan, dennos por desaparecidos”.

Por otra parte, se le interroga al comisionado Sales Heredia sobre la imagen que dio México ayer al mundo, en la que predominaron las fotografías de policías gaseando niños inmigrantes: “Todavía no tenemos información suficiente para decir cómo fue que se suscitó este incidente. Pero le aseguro que no es el procedimiento que queremos aplicar. Reconocemos que éste es un problema de personas, de derechos humanos y no de nacionalidades o visas”.

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