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viernes, 29 marzo, 2024
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¿Qué aprenden nuestros economistas?

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Por: Daniel Alberto Pérez Ruiz •

Creer saber todo es sencillamente una quimera. No existen verdades absolutas, pero quizá sí un cúmulo de verdades parciales. En economía, las teorías responden en el mejor de los casos, a contextos y tiempos en específico. En el peor, a intuiciones y correlaciones resultados del uso excesivo de la matemática. No es fortuito entonces escuchar que un premio Nobel dice desconocer la causa del por qué México no ha crecido. A muchos les es difícil aterrizar en una realidad distinta a la que no viven o no conocen. Muchas de estas complicaciones provienen de la relación método-teoría en el análisis económico, y de lo poco o mucho que puede aprender un economista de ésta.
El método tiene que ver con el objeto de análisis, la elección de los aspectos a tratar, y la forma en que deben abordarse. Entre estos, concierne a la noción del tiempo en economía que muchos o pocos, conocen como tiempo lógico o histórico, que son sin duda la base de cualquier teoría económica. Le sigue, por lo tanto, la teoría, que se ocupa de los intentos de explicar los fenómenos en cuestión.
La noción del tiempo en economía permite concebir dos mundos distintos. Uno, donde el tiempo es lógico y los ajustes son automáticos en un sistema económico. Asumiendo a la vez, individuos que conocen perfectamente el futuro y llevarán a la mejor solución posible – un óptimo. El futuro se conoce a la perfección y por lo tanto, las decisiones hechas en el presente se confirman en el futuro -lo que implica que las expectativas se cumplen y los planes se logran. Por lo tanto, en este mundo, podemos prescindir del gobierno.
No obstante, existe otro mundo, el del tiempo histórico, en el cual futuro es incierto y los individuos se comportan de acuerdo con su experiencia en el pasado. En éste, el actuar de otro actor -el gobierno- es entonces indispensable para proveer lo que el mercado no puede, pero a su vez, es limitado en su actuar, pero efectivo. Un elemento importante en este esquematismo es la incertidumbre. Ello hace del gobierno un elemento fundamentalmente esencial en cualquier economía de mercado. Para Robert Skideslky, los gobiernos -los buenos gobiernos- hacen que el futuro sea más predecible, y yo agregaría, que también permiten la convergencia a resultados socialmente óptimos.
El método y la teoría son un binomio importante en la construcción de conocimiento en la ciencia económica. El método te permite teorizar y como consecuencia, la formulación de política económica. Permite entonces llegar a conclusiones peligrosas y a otras parcialmente realistas. Sin duda, dichas formulaciones dependen fuertemente de los individuos que se asumen y el orden de los eventos, que pueden ser realistas o no. Y por ello, permiten llegar a conclusiones parcialmente acertadas o completamente equivocadas.
Partir de supuestos equivocados en un modelo lleva a conclusiones equivocadas. Esto también se ha trasladado al plano de la política económica, en donde la aplicación de modelos alejados de la realidad ha llevado a resultados desastrosos y a niveles crecientes de desigualdad. La teoría -que aprenden nuestros economistas-, sin lugar a duda, respalda las decisiones de política económica que los “tomadores o hacedores de política” practican.
Sin embargo, muchas veces no es ese únicamente el problema. El problema principal radica en lo que aprenden nuestros economistas. Imagínese, querido lector, un mundo donde los economistas que nos gobiernan, aprenden y aplican únicamente modelos que parten de supuestos equivocados: ¡estaríamos en un país en donde 4 de cada 10 habitantes viven en la pobreza!

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*El autor es Investigador de Posgrado en
la Escuela de Negocios de la Universidad
de Leeds en Reino Unido.

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