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jueves, 18 abril, 2024
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Es pertinente eliminar el nombre de GDO de calles o colonias

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Por: La Jornada Zacatecas •

Dar cuenta de la historia no es una cosa simple. Pero se pueden hacer algunas distinciones para valorar acciones sociales en torno a eventos pasados. Una cosa son los eventos mismos, a eso se le llama “historia”, y existe también la “historiografía” que es la forma en cómo esos eventos se cuentan a partir de ópticas particulares. Se puede hacer la historia de las formas de contar la historia. También hay una disciplina que se encarga del debate sobre esas ópticas o teorías desde las cuales se cuenta la historia, a eso se le llama “historiología”. Y el Juicio Histórico: el cual, desde el presente se valora aquello que ocurrió en el pasado y sigue impactando en la actualidad.
En 1968 se luchaba por el establecimiento de una cultura democrática. Y la batalla cultural se ganó: el ideal de la democracia se hizo hegemónico. Nadie se pronuncia contra la democracia, izquierdas y derechas la asumen, pero se distinguen a partir de modelos específicos de la misma. La Izquierda siempre promueve democracias directas o participativas; y las derechas prefieren la llamada democracia de élites. Así, el horizonte desde donde se juzgan los eventos de 1968, es la democracia. Por eso, existe un amplio acuerdo en valorar los acontecimientos de esos años desde el referente de la democracia. Justo por ello, la valoración es negativa: se trató de un gobierno brutalmente autoritario. El juicio no modifica ni la historia (esa no la cambia ni Dios), ni modifica la historiografía elaborada sobre los eventos; pero sí permiten hacer valoraciones que son de mucha utilidad. Son útiles los juicios porque permiten afianzar valores presentes y eso se traduce en un cuidado de la historia que ahora mismo transcurre.
Así, al eliminar las distinciones y cortesías a Díaz Ordaz, se está ganando la partida a las tentaciones autoritarias actuales. Se ratifica el triunfo cultural de la democracia, que se convierte en exigencia a los gobiernos actuales en profundizar dichas prácticas. En los ejércitos, a los miembros que han deshonrado a dichas fuerzas armadas les arrancan las insignias en público, como muestra de deshorna y rechazo explícito a las prácticas de traición o cosas similares. Eliminar el nombre de GDO de calles o colonias equivale a arrancarle las insignias, y declarar la represión como traición a la democracia. Por esta razón nos parece pertinente, prudente y urgente eliminar en todo el país los honores que en otro tiempo se dieron a Díaz Ordaz, que en muchos casos fueron reivindicaciones del régimen autoritario que padecimos.
En el caso de Zacatecas, la colonia Díaz Ordaz fue bautizada en 1967, un año antes de los funestos acontecimientos. Pero ahora algunos ciudadanos y colonos promueven cambiar el nombre al asentamiento humano. Y en otras partes del país ocurre algo similar con estaciones de metro, calles y bulevares. Como son espacios urbanos todos tienen derecho a opinar, sin embargo, los colonos zacatecanos tienen especial prioridad en la elección del nuevo nombre. Tal vez los historiadores puedan sugerir opciones prudentes dada la narración de lo que ahí ocurrió desde su fundación hasta la fecha. Debates y consultas serán importantes, donde el Ayuntamiento Capitalino deberá involucrarse. En suma, la historia no sólo es la maestra de la vida, sino el juez del presente.

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