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jueves, 18 abril, 2024
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El 68 en el 2018: algunas significaciones imaginarias de una revolución cultural

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Por: SIGIFREDO ESQUIVEL MARÍN •

La cresta de las olas de la historia nos trae noticias de grandes acontecimientos, y sin embargo, debajo de sus flujos y reflujos se va fraguando lenta y pacientemente el devenir de una memoria histórica soterrada, tal es el caso de la memoria histórica de 1968 que ahora, en pleno 2018, irrumpe y rompe, la cadena de significaciones histórico-políticas de un país que está comenzando a despertar del ensueño del autoritarismo ancestral; el despertar es muy lento, aún no habría que cantar victoria. El 68 aglutina un memorial complejo, heterogéneo y contradictorio de testimonios, versiones y visiones no pocas veces contrapuestas que indistintamente aluden a un acontecimiento fundacional de la emergencia de la sociedad civil crítica y el incierto despertar de una revolución cotidiana, cultural y política, que ha marcado el ser y acontecer de México. El legado cierto e incierto del 68 ha ido hilvanando la densa e intensa urdimbre de una revolución cultural múltiple y diversa que incluye, no sin fricciones y efracciones, diversos componentes de producción de subjetividad social: la conformación del estudiantado como actor político, la visibilización de las mujeres en una sociedad patriarcal y machista, la deconstrucción activa y creativa de la identidad nacional que desde entonces ya no tiene un fundamento identitario único, la interacción e inter-mediación entre perspectivas revolucionarias, anarquistas, comunistas, autogestivas y democráticas que han procreado una izquierda ciudadana tan compleja como nuestra realidad variopinta. El legado del 68 se amalgama bajo el magma telúrico de significaciones imaginarias subversivas de largo aliento, una madeja de acontecimientos entrelazados, yuxtapuestos, que se retroalimentan bajo un mismo devenir revolucionario múltiple, de tal suerte que podemos dar cuenta de algunos momentos disruptivos que han marcado profunda y profusamente el devenir de México: el 2 de octubre del 68 en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco, los testimonios del halconazo del 10 de Junio de 1971, también el festival de Avándaro del 71 como nacimiento de la contracultura, la incipiente sociedad civil ante la ineficacia institucional en el sismo de 1985, la denuncia y resistencia civil ante el fraude de 1988, la insurgencia guerrillera del EZL el primero de enero de 1994, Aguas Blancas en 1995, la matanza de Actealen invierno del 97, pero también cabe mencionar Atenco, Tlatlaya e Iguala, el Movimiento #YoSoy132 y Nochixtlán, asimismo las micro-revueltas e insurrecciones de los colectivos indígenas, obreros, campesinos, feministas, LGTB, colectivos de barrios y tantos otros movimientos ciudadanos que han ido figurando y configurando la trama del imaginario social contemporáneo. El triunfo de la izquierda partidista en las recientes elecciones del 2018 también se inscribe y re-escribe en y desde la emergencia de las significaciones imaginarias subversivas cuya hebra se ido hilvanando a partir de la trágica herida que significa 1968. Ahora nos queda la difícil tarea de retomar la antorcha de la autocreación social y abrir el imaginario colectivo hacia una revuelta sin fin, empero habría que partir de la debacle de la democracia representativa que, a estas alturas, ya no representa sino al cúmulo de intereses de cálculo político estratégico partidista. Hay que tener claro que ningún mesianismo puede salvarnos si no apelamos a las fuerzas telúricas de la inmanencia creativa que habita en las entrañas de un país que está despertando del sueño milenario del autoritarismo, la violencia, el clientelismo asistencialista y la barbarie. La gestación de la democracia como régimen de vida está comenzando; las recientes formas de resistencia del profesorado y de los estudiantes nos muestran y demuestran que esa mayoría silenciosa vilipendiada por los intelectuales ya no se puede detener ni contener bajo ningún anatema conceptual. Las significaciones imaginarias subversivas alumbran otro México por venir; la insurgencia de los condenados de la tierra hoy amenaza con dinamitar todo edificio intelectual y político establecido: el magma de la revolución sigue vigente. Justo ahí donde crecen las estructuras de dominación se va gestando la insurrección infinita, anómala y anónima.

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