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lunes, 18 marzo, 2024
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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

El 7 de septiembre pasado Ángel Xolocotzi Yáñez, conocido filosofo heiddegeriano de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, estuvo en Zacatecas. Invitado por el Doctorado en Filosofía e Historia de las Ideas de la Unidad de Filosofía de la UAZ impartió una conferencia, a las 6 de la tarde, en la litoteca del ex templo de San Agustín donde expuso sus razones para creer que la filosofía de Martín Heidegger es imprescindible para comprender el universo actual. En ningún momento escatimó el ditirambo hacia el pensador de la Selva Negra, considerado por Borges como inventor de un dialecto del alemán, y ante un atónito auditorio mostró su pericia en esa variante del lenguaje germánico que aparece en “Ser y tiempo”, considerado por muchos la culminación de la filosofía occidental. No faltaron las referencias impronunciables a neologismos como “Dasein”, “In-sein”, “Weltmässigkeit”, “Zuhandenheit” o el uso de palabras en sentidos nuevos (o “sentidos originarios”) como “besorgen”, “Umwelt” para extasiar a los lectores locales del distinguido sabio germánico. Inútil insistir en el hecho que la mayoría de los presentes en esa velada carecían de cualquier conocimiento del alemán, no se diga de sus variedades, pero podían acudir como consuelo a los consejos de otro sagaz filosofo poblano que tiene varios discípulos locales: Jorge Juanes López, quien asegura que por mucho que uno estudie el alemán nunca, o casi nunca, podrá llegar a las excelencias de traductores como Félix Duque o del mismo Xolocotzi que ha traducido varias obras inéditas. Por tanto, se puede prescindir de cualquier conocimiento del idioma de Goethe sin ninguna sensación de culpabilidadporque incluso cuando se pretende una traducción directa de “dasein” como “ser ahí” no queda claro qué se entiende por ello, se necesita la explicación adicional aclaratoria que “Dasein” no indica un “ahí” espacial sino la “apertura” del ente humano al “ser”. ¿Y esto qué significa?, en fin, para algunos, como Mario Bunge, nada, para otros, como Sergio Espinosa Proa, una profunda visión de la existencia en tanto predecesora de la esencia. Durante su conferencia Xolocotzi felicitó a la UAZ por atreverse a mantener su carácter pensante y crítico al abrir un doctorado en filosofía que, al parecer, no responderá a “cálculos de productividad” (La Jornada Zacatecas, 8/8/18), por el contrario, en ese nuevo espacio académico se irá a fondo en el trabajo del concepto para, de acuerdo al poblano, “no caer en la cuestión de la puntitis, de que hay que estar publicando y simplemente publicando y publicando”. También señaló que no debe ser el CONACYT la instancia que defina los temas prioritarios, sino que es más importante “…subsumirse al trabajo pensante que se realiza a partir de un problema y una investigación concreta”. De lo más relevante son los consejos que vierte el conocedor del dialecto heideggeriano porque, sin duda, gracias a ellos logró ser nivel III del SNI y publicar más de 20 libros. Y es una feliz coincidencia que la crítica hacia la “puntitis”, sea parte del “Plan de desarrollo institucional” del presente rector de la UAZ, que, en la página 22 enfatiza el problema de la acumulación arbitraria de puntos y propone, de acuerdo con el CUMEX, que las reglas del programa de Estímulos al Desempeño Docente deben cambiar para centrarse en los indicadores estratégicos y prioritarios que son (lo dice el documento citado en la página previa): los nuevos profesores de tiempo completo deberán pertenecer a los niveles II y III del SNI (la inflación académica ya devaluó los niveles de candidato y I), las licenciaturas serán de preferencia parte del padrón de alto rendimiento del EGEL y los posgrados aspiraran a la competitividad internacional. No cabe la menor duda que el nuevo doctorado en filosofía, baluarte del pensamiento crítico, cumplirá a pie juntillas las exigencias previas, como intentaran hacerlo todos los demás posgrados, licenciaturas y nuevos tiempos completos. Ahora tratemos de desarrollar una metacrítica de la crítica hacia la puntitis. Para muchos participantes en los programas de estímulos y similares es notorio que la corrupción es la faceta predominante de los procesos ahí desarrollados. Las constancias emitidas por los directores de las unidades académicas están sesgadas hacia los favoritos de la dirección, muchos de los cursos a los que se dice asistieron los académicos nunca existieron, los artículos no se escribieron en conjunto, las investigaciones las realizaron estudiantes, pero el crédito quedó para el docente y un sinfín de argucias para estafar. Que a veces son innecesarias porque basta la cercanía con la autoridad para escalar en los niveles. La crítica ingenua se alza contra esa corrupción y la pretensión es que existe la manera de seleccionar a los mejores académicos por un procedimiento regular que consiste en contar publicaciones en revistas indizadas, número de tesis dirigidas, proyectos financiados, patentes o traducciones. Sin embargo, esta crítica no atina en el blanco porque la causa de todo el malestar reside en la existencia de un sistema de estímulos. Estos sistemas se introdujeron como medio de contener el crecimiento de los salarios y las prestaciones del personal, por lo que su mera existencia es indicativo de una derrota de los trabajadores. Deberían dejar de existir.

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