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jueves, 28 marzo, 2024
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La oposición frente a sí misma: crítica y demanda

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Luego del primero de julio de 2018, atónitos ante un escenario previsible pero de dimensiones incalculables en la esfera de la élite partidista, los dirigentes de los partidos políticos que habían formado parte de nuestro proceso de transición a la democracia, y algunos más allá de dicha etapa, han permanecido en la inercia tradicional, que sin embargo, no es una reacción a las causas del resultado, sino apenas a la superficie de éste.
El otrora partido de la revolución transformada en institución presencia horas de agonía, enterándose por primera vez, cuán tan viejo es. Derrotado frente a sí mismo, más que frente a sus oposiciones, hoy el PRI tiene un serio reto por delante: transformarse, más allá del discurso: en la forma, en el estilo, en el fondo y en su propia historia. Una transformación superior a los pactos de entendimiento, reacomodo y reconstrucción de 1929, 1938, 1946, 2000 y 2006. Ya no hay confederación que armar, tampoco proyecto de nación que legitimar, ni menos aún, fortalezas anidadas en el federalismo, que le permitan resurgir de la periferia al centro y de regreso. Hoy al Revolucionario Institucional le queda un camino: el de recuperar sus banderas en el seno mismo de su militancia de base, en el campo que abandonó por la comodidad de los palacios y oficinas. Le queda redescubrir a Plutarco Elías Calles (creador de instituciones), Lázaro Cárdenas (limitador de poderes caciquiles, incluido el suyo mismo), a Reyes Heroles (estudioso y operador decente del Estado, prototipo de funcionario), a Colosio (servidor público sensible, político eficaz, pensador liberal, líder inspirador e idealista social), pero sobre todo, insisto, a su militancia: a aquélla identificada con la reforma, con la revolución y con la construcción del liberalismo igualitario al que aspira ideológicamente hoy el partido que abandona el poder, incapaz de comunicar aciertos y entender errores. De no hacerlo se apresura a ser engullido, con todo y sus peores facetas, por la hegemonía.
A Acción Nacional, le puede funcionar reencontrarse, en una época en la que aquel mensaje forjador de ciudadanía, aquella brega de eternidad, no solo hará falta, la sociedad premiará. Sí por pragmatismo el PAN abandonó su ideal democrático, liberal y humanista, hasta ser irreconocible en una alianza indefinible e indefendible, por voluntad de triunfo, retornar a su naturaleza histórica podría permitirle la oportunidad de la victoria, y sobre todo, de la supervivencia.
Al Partido que fue el de la Revolución Democrática, no le quedaría sino desaparecer. Tarea de sus militantes será definirse entre las opciones que permanezcan en la contienda luego de 2021. No solo se extravió el PRD, en el extravío dejó partes incomensurables de su cuerpo político, social e ideológico. Lo que hoy queda del partido que se prestó a intereses tan particulares que no les alcanzó ni para cumplirse a sí mismos, no es una opción socialdemócrata, sino una aspiración burocrática sin más justificación que la de un pasado efímero: fue constructor que quedó sepultado en el edificio de la transición democrática.
Del resto, destaca Movimiento Ciudadano, gran ganador de la coalición que encabezó para sí Ricardo Anaya. Esta amalgama de intereses, ideologías, pasados y visiones, podría convertirse en la oposición, si no cede a la tentación de la hegemonía y sus convenientes. Si los liderazgos jóvenes, atrevidos y (algunos) eficaces, superan a la tradición hecha modernidad, podría MC ser referente en las cercanías a Jalisco, el Valle de México y Nuevo León.
El Partido Verde no merece, no ha merecido nunca, el adjetivo de oposición.
Ojalá nuestra hoy famélica oposición comprenda la importancia de su rebustecimiento y de la necesidad de su resistencia al hegemonismo. Porque aunque en este país una mayoría absoluta desea el cambio, la transformación (quizá no necesariamente la cuarta) y un reencuentro entre nuestras esperanzas, aspiraciones y demandas con nuestros liderazgos, no es ni por cerca, una sociedad que abandone su pluralismo y convicción de su diversidad. Somos tantos Méxicos, que no cabemos en un solo movimiento. ■

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@CarlosETorres_

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