Su encuentro con el teatro, “una coincidencia”; observó a un grupo colombiano en Plaza Goitia
En preparatoria se inscribió a talleres y al Laboratorio de Investigaciones Teatrales de la Universidad
Efraín Martínez de Luna, originario de Nuevo Mundo, Ojocaliente, se ha dedicado a la formación teatral dentro de la Máxima Casa de Estudios de Zacatecas, dejando un semillero de actores y directores. Actualmente es docente de Actuación en la Licenciatura en Artes de la misma institución.
Cuenta que comienza en el ámbito del teatro cuando estudiaba la preparatoria con el maestro jerezano Alberto Huerta, quien desde los 80 se encargaba del taller de actuación. También ingresó al Laboratorio de Investigaciones Teatrales de la UAZ que dirigía Antonio Rocamontes.
Recuerda que su primer encuentro con el teatro fue una coincidencia a los 16 años. Como joven recién llegado a la ciudad, paseaba por los callejones de Zacatecas, curioso por conocer el lugar que había adoptado para formarse académicamente.
Y andando entre esos callejones, llegó al Centro Histórico, a la plazuela Goitia, en donde se encontró con un grupo colombiano de teatro, que presentaba personajes mágicos, con hombres en zancos, vestuarios de colores, máscaras que lo impactaron.
Se celebraba entonces el coloquio el Coloquio Internacional de Teatro de Grupo (1981), el cual organizó el ex rector de la Universidad, Jorge Hiriartt Estrada. Éste es un referente para el Festival Internacional de Teatro de Calle.
En la casa de estudiantes donde vivía conoció a Salvador Rivera, quien era miembro del Taller Universitario de Teatro. Rivera,lo invitaría a un curso impartido por un grupo de peruanos sobre la técnica Grotowsky.
Confiesa que actuó pocas veces, entre ellas, en una obra dirigida por Huerta, en el montaje “Catastrofe”, de Samuel Beckett. Se comenzó a dedicar de manera intensa al teatro y llegó a fundar en la ciudad de Tlaltenango el taller de teatro “José Revueltas” bajo la dirección de Salvador Rivera.
Trabajò en diferentes montajes con Rocamontes y con algunos montajes realizó giras tanto en municipios del estado, como en otras entidades. Aunque Efraín buscaba un trabajo estable para poder mantener a su familia.
Regresó a su pueblo llamado Nuevo Mundo, donde su padre le regaló una hectárea de tierra donde sembró cebollas y decidió dedicarse a la agricultura. Sin embargo, las cosechas no le dieron los resultados que esperaba.
Tiempo después, un amigo le recomienda trabajar como coordinador técnico para promover los servicios educativos con personas adultas en los municipios de Pánfilo Natera y Villa González. Aunque le decepcionó saber que para poder ayudar a la gente, no se requieren letras.
Había mucha pobreza, falta de infraestructura y de oportunidades para la gente, por lo que renunció a ese trabajo. Años después se vuelve a encontrar con Rocamontes, quien le expuso que dejaría el laboratorio para ocuparse a su profesión de arquitecto y que estaba disponible la plaza en el sindicato de trabajadores de la Universidad.
Fue así que se decide a fundar el Taller de Teatro Camaleón en el año de 1997, el cual, durante 20 años, se integró por estudiantes de preparatoria, así como de otros sectores. Siendo un vivo testimonio de expresión popular en una generosa finalidad artística, cultural y social.
Cuando ingresó en la Universidad, en el año 88, el maestro Esaúl Arteaga lo invitó a un proyecto de radio para niños. Ahí conoció a Jael Alvarado, con quienes realizó Chichilagua, un programa para niños con el que obtuvieron innumerables premios, entre ellos, el nacional de periodismo.
El programa tuvo una duración de 18 años. Esto, porque Jael también tuvo otras ocupaciones dentro del sindicato de trabajadores de la UAZ y el proyecto dejó de salir al aire, aunque se encuentra detenido, dice Efraín.
Actualmente, en el quinto y sexto semestre en la Licenciatura en Artes se da la materia de talleres conjuntos y los alumnos de las cuatro orientaciones de la academia trabajarán con los internos del Centro de Readaptación Social (Cereso) Cieneguillas
“Queremos llevar arte a donde no hay, donde hay carencia. Ellos son un público cautivo, pero tienen aspiraciones. No podemos darles su libertad, pero podemos darles una liberación a través del arte, abriendo caminos por medio de la imaginación y el arte”, dice el docente.
