Andrés Manuel López Obrador y su equipo han anunciado recientemente que la obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) será sometido a consulta para definir sobre su continuidad o cancelación y, luego entonces, exploración de otras alternativas (de las que ya se ha venido discutiendo también). No es una actitud nueva del Presidente Electo. Tampoco lo es en el mundo, sin embargo, las implicaciones que un ejercicio de consulta sobre un tema tan complejo tiene, quizá deban ser discutidas más allá de la idoneidad de la consulta. En efecto, el pueblo es sabio, pero no Doctor en Todología. Someter a consulta un tema tan complejo, primero requiere de un amplio y serio ejercicio de información. De debate público con todas las voces posibles. De mecanismos de transparencia que permitan conocer cada detalle que llame al interés colectivo, y por supuesto de la guía de quiénes entienden a plenitud sobre el tema. Es ésta una extraordinaria oportunidad para poner a prueba nuestra capacidad de deliberar nacionalmente.
Aquí hemos expuesto en varias ocasiones la importancia del término y la práctica de la gobernanza, un concepto que en términos simple, permite el involucramiento de la sociedad en todos sus niveles, con el Estado para corresponsabilizarse y colaborar en proyectos, decisiones y políticas públicas en general. Sin embargo, también hay que llamar la atención en un problema inherente a esta modalidad democrática: la desigualdad de los actores que influyen, participan y movilizan. La gobernanza, sin el debido cuidado y transparencia, puede convertirse en una puerta abierta a poderes fácticos, en todos los espectros del campo ideológico.
También es importante considerar que además, el Estado no debe perder nunca su rol de rector de las decisiones y en última instancia, de responsabilidad pública, en este sentido, escuchar a Mora, a través del recuerdo de Don Jesús Reyes Heroles, no está de más: en política, siempre se elige entre inconvenientes. Es plausible, y debo dejar constancia de mi posición al respecto, que el próximo gobierno considere legitimarse a través de mecanismos democráticos, sin embargo, también es de advertirse, que el modelo de democracia que hemos elegido es la representativa y que ello conlleva, evidentemente, a la toma de decisiones complejas por parte de quiénes son electos para esa función, sin que ello demerite sus esfuerzos por comunicar eficazmente, cuáles son los elementos que han llevado a tales determinaciones, ésa también es una estrategia de rendición de cuentas, además.
La democracia deliberativa es una opción poco explorada en México (en la práctica) y cuya posibilidad es aún incierta, si atendemos a nuestra composición socioeconómica, a las urgencias de la sociedad y a los retos impresionantes que tenemos aún en torno a cultura cívica (y por supuesto política), sin embargo su posibilidad misma es bienvenida. Ojalá que sea esta teoría, y no la del populismo (es decir: simplificar las decisiones complejas y el debate al grado de hacerlo intransitable), la que domine en los próximos años cada que se trate de acudir al “soberano” (rápido superaron siglos de debate en la filosofía política) para que éste se exprese y ordene. Hay que decirlo también (sin que sea advertencia) pero cuando se explora un modelo desde el acto de gobernar, se asume que éste deberá ser una opción permanente, demandable y exigible, desde otras perspectivas y para otros temas y decisiones. Ojalá que no nos esforcemos más por negar la opción de la consulta y sí en un ánimo democrático deliberativo, formular nuestras posiciones, defenderlas, articularlas y consolidarlas con suficientes argumentos para comunicarlas y ganar, en el terreno de las ideas, pero también en el de las consultas, el debate no solo del aeropuerto, también de la justicia transicional, de la controvertida idea de la Constitución Moral, y otras más que seguro vendrán y es justo (democrático y liberal) ir en búsqueda de la opinión de todos. ■
@CarlosETorres_
