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jueves, 25 abril, 2024
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Integrantes del Mariachi México Lindo buscan mezclar el pasado con el presente

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Por: ALMA RÍOS •

Quieren hacer la música que aman y convertirla en un arte, el más digno y profesional

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Algunos tienen hasta siete generaciones de músicos y otros hasta 50 años de experiencia

 

De reciente formación, menos de dos meses, pero con integrantes que tienen detrás hasta siete generaciones de músicos dentro de su línea familiar y algunos, personalmente hasta 50 años de experiencia, arraigadas además en una tradición comunitaria que ha hecho de Nochistlán, Zacatecas, uno de los focos originarios del jarabe, el Mariachi México Lindo busca amalgamar el pasado con el presente; ofrecer un repertorio fresco y actual al ensamble emblemático de México, “pero sin olvidarnos de las raíces”.

Sus 13 integrantes quieren hacer la música que aman y convertirla en un arte, y de esta manera, la más digna y profesional, llevarla como parte de su identidad de nochistlenses, zacatecanos y mexicanos a cualquier parte del mundo.

México lindo se presentará este 24 de agosto a las 20 horas en el Teatro Fernando Calderón y en el contexto de la serie de conciertos que por el 50 aniversario de la autonomía de la Universidad Autónoma de Zacatecas organiza la cartera de Cultura del Sindicato de Personal Académico de la Máxima Casa de Estudios en el estado.

En entrevista para Perfiles de La Jornada Zacatecas, Rodrigo Hernández Huerta (violín y voz), Efraín Torres Cigala (violín y voz) y Roberto Díaz Junior (trompeta, arreglista y director) integrantes de México lindo, relataron cómo una tradición cultural se vuelve en Nochistlán un camino de vida heredándose como una forma de sentir el mundo.

En este lugar ubicado en el sur de Zacatecas en colindancia con Jalisco, es común que los más pequeños descendientes de algún músico en la familia, sean iniciados líricamente por sus padres, sus tíos, sus abuelos.

En entrevista, Rodrigo Hernández Huerta (violín y voz), Efraín Torres Cigala (violín y voz) y Roberto Díaz Junior (trompeta, arreglista y director) relataron cómo una tradición cultural se vuelve en Nochistlán un camino de vida

“Si toca uno guitarra o vihuela le enseñan uno, dos o tres acordes, y pues ahí como dicen, toreando las canciones así es como va aprendiendo la mayoría de la gente”.

El director, Roberto Díaz Junior, quien vivió los 12 años recientes en los Estados Unidos formándose como músico en el Conservatorio de la Universidad de Long Beach, California, para luego realizar un posgrado en producción musical en la Universidad de Los Ángeles, refiere como parte de su trayectoria una anécdota que muchos comparten en Nochistlán, su iniciación en “el taloneo” con un personaje popular, “El Mara”.

Pocos saben allá el nombre de El Marabasco, apodo cuyo apócope identifica a Clemente Ramírez. “Él que nos da la oportunidad de salir, de estar en el mundo real donde te piden una canción y no te la sabes, él te la tararea como puede, a su capacidad, y tiene uno que entrarle al toro”, relata.

El Mara hacía que perdieran el miedo y experimentaran en cambio el orgullo de recibir los primeros, a veces pocos recursos, por cantar y tocar en el mariachi Los Gavilanes, un ensamble no precisamente formal que se integraba cada vez, “con quienes se encontraba o los que podían ir”.

Roberto Díaz es también ex integrante en los Estados Unidos del Mariachi Sol de México que dirige José Hernández, y ex alumno de composición y arreglos de Homero Patrón, productor de figuras como Pedro Fernández, Rocío Durcal, José José, Juan Gabriel y Marco Antonio Solís. Recordó luego de visitar hace poco la comunidad donde aún vive El Mara, al ver su Dodge Ram “la primera camioneta donde yo me subí a ir al talón, me dio nostalgia. Gracias a Dios nos ha ido muy bien, y ahí fue donde empezó mi carrera”.

Le vino a la mente una jornada de trabajo transcurrida de la una de la tarde a una de la noche, cuando a los 12 años se desveló “pero contentísimo” para tocar muchas canciones y regresar a casa bajo “un tormentón”, habiéndose ganado así sus primeros 100 pesos.

Efraín Torres Cigala también se fogueó de esta manera, siendo “aventado” al vacío como cuando el águila prueba las alas de sus polluelos.

El relato de Rodrigo Hernández Huerta no es muy diferente, recuerda sus inicios a los 17 años en un mariachi que tenía sus integrantes más pequeños con niños de nueve, que iban saliendo del grupo como horneadas de pan para integrarse en otros ensambles más formales. Hasta hace poco participaba con el mariachi Los Pérez, que los tres músicos refieren como el más añejo de entre los existentes en Nochistlán, sumando 75 años de vida continua.

La música de mariachi, vínculo familiar y comunitario, es por tanto tema de conversación en las fiestas, cuando se toca y se canta, pero también cotidiano.

“Uno ve que el papá, que el tío, que el hermano…que las personas más adultas tocan algún instrumento y cantan en fiestas o en el teatro del pueblo, y pues ahora sí que como dicen, los aplausos también son adictivos”, dice Díaz Junior.

La música puede ser un vínculo más cercano incluso, que los temas personales entre padre e hijo, agrega sobre su caso, donde además todos los varones tanto por línea materna como paterna son ejecutantes de algún instrumento.

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