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jueves, 28 marzo, 2024
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Las bibliotecas públicas en la actualidad: una opinión

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Por: EDUARDO CAMPECH MIRANDA* •

La Gualdra 349 / Promoción de la lectura / Bibliotecas

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¿Deben las bibliotecas públicas conservar rescoldos y lineamientos propios de las bibliotecas decimonónicas? Creo que no. A menos que se quiera seguir teniendo a la poca concurrencia que experimentan muchas bibliotecas. La concepción misma de dicha institución ha ido cambiando, ya no resguarda acervos bibliográficos únicamente. Durante los años ochenta y noventa del siglo pasado, los acervos se diversificaron y enriquecieron con mapas, videos, audios. En los últimos años con material multimedia y más recientemente con conectividad a internet y todo lo que ello ofrece (sin contemplar el acervo interno de cada trabajador y cada usuario). Pero no son sólo los acervos, hay otros elementos que enmarcan a las bibliotecas actuales.

De nada sirve contar con un inventario ultramoderno y reciente si el servicio (léase el trato, la atención, la satisfacción de necesidades de documentación, la orientación) no van a la par. Penoso resulta que la hospitalidad sea un concepto fuera de las actitudes bibliotecarias. Lamentable cuando se aplica el reglamento sin el mínimo criterio o en condiciones en que resulten absurdas algunas medidas. Ejemplo de lo anterior es hacer cumplir la hora de uso de las computadoras al solitario usuario que nos visita, cuando no hay nadie más solicitando el servicio.

Qué bueno que existan visiones diversas. Qué malo que se impongan verticalmente porque existe un cargo de autoridad. Esas mismas personas son las que deciden, y exigen, que se lea obligatoriamente. Por otro lado, son las mismas voces que definen lo pertinente o no, los satisfactores de las necesidades culturales de la población. Pero, ¡oh paradoja!, no leen. Ni en defensa propia. De ahí que sus horizontes sean limitados. Al margen de su egocentrismo, o quizá en el marco de éste, los confines del mundo están a un metro cuadrado de su masa corporal. Por tanto, piensan que el de los demás también.

Hace más de diez años tuve la oportunidad de visitar algunas bibliotecas danesas. En una de ellas había una colección de cartuchos de Nintendo 64, junto con sus consolas. Los videojuegos se podían usar ahí o solicitarlos en préstamo a domicilio. La Biblioteca Central Estatal de Guanajuato tiene entre sus colecciones juegos de mesa (para adolescentes y adultos), así como maniquíes para aprender anatomía. Desear que la biblioteca sólo ofrezca libros (y demostrar constantemente la carencia de lectura) es compartirnos el tormento que ha representado tan noble institución a esas personas.

Las bibliotecas deben ser parte de la comunidad desde los hechos y no sólo en los discursos. La comunidad debe exigir resultados desde las mismas designaciones al interior. Si las bibliotecas quieren ser partícipes de la sana convivencia, deben reconocer la diversidad cultural e integrarla en su filosofía. Si las bibliotecas quieren trascender deben cambiar, adecuarse a los tiempos y circunstancias.

 

 

 

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