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jueves, 28 marzo, 2024
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Don José Manuel Enciso González, cronista pictórico de Zacatecas [Q.E.P.D.]

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Por: FRANCISCO ESPARZA ACEVEDO •

La Gualdra 348 / José Manuel Enciso González. In Memoriam

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Quizá sin proponérselo, José Manuel Enciso González se convirtió en un auténtico promotor artístico de nuestro Estado. Lo es desde hace ya muchos años y lo hace a través de la pintura, el dibujo, la acuarela, el teatro, etcétera.

Es autodidacta, pero ha asimilado la disciplina que exige dibujar una obra (por ejemplo) de Miguel Ángel y siguiendo las enseñanzas de Francisco Goitia, de Manuel Felguérez o de Pedro Coronel, José Manuel Enciso se inspira en la poesía de Ramón López Velarde y realiza su propia obra. O la realiza después de apreciar una vieja casona, un paisaje del semidesierto, un vendedor de tunas, un Cristo, la Verónica, la tradicional quema de Judas… Primero el trazo en cualquier papel, luego el detalle y, finalmente, una propuesta visual que se expone o que se imprime y que muestra a la siempre bella y respetable ciudad de Zacatecas. José Manuel Enciso narra sus inicios en la pintura:

 

Todo comenzó en la primaria; ahí se fundó un taller y ahí aprendí a dar mis primeros trazos. Tendría yo quince, dieciséis años, cuando el padre Antonio M. Aguilar me puso a pintar un telón de fondo para el salón de actos con el tema de San Juan Bosco con un grupo de niños entrando a un templo; al verlo ya terminado, el padre se ofreció a enviarme a la Ciudad de México para que yo estudiara artes plásticas en la Escuela de San Carlos, desafortunadamente mi padre falleció y tuve que hacerme cargo de mis hermanos.

José Manuel Enciso González. Yo tuve […] una novia muy pobre. Serie Lopezvelardeanos. Acuarela. 1968.

José Manuel Enciso González. Yo tuve […] una novia muy pobre. Serie Lopezvelardeanos. Acuarela. 1968.

 

Pero su permanente entusiasmo por la pintura, el desarrollo de sus habilidades como dibujante y, sobre todo, su deseo de superación, serán fundamentales en su difícil transitar por la vida.

 

De niño yo trabajaba en una tienda de abarrotes y mi patrón me reprendía porque el papel siempre estaba rayado; dibujaba con bolitas de azafrán en papel color amarillo, y así fueron kilos y kilos de él y también muchos de mis dibujos. Mi patrón me reprendía, pero le gustaba que yo dibujara. A la fecha continúo haciéndolo en cualquier papel que me acomoda y esbozo algunos de los trazos de lo que luego puede ser un dibujo, y lo que no me gusta lo tiro, aunque me regañen mi señora y mis hijos.

 

La naturaleza y las personas son mis mejores maestros, afirma José Manuel, quien muestra orgullosamente sus dibujos de diversas obras de Miguel Ángel: Realizar este tipo de ejercicio implica una gran disciplina; la perfección de las obras de Miguel Ángel, trasladada a un dibujo, no es fácil en absoluto. Por eso reconozco que de él aprendí mucho; lo esencial: la disciplina de seguir adelante.

Tanto en su infancia como en su adolescencia, trabaja en distintas tiendas: “El Nuevo Mundo” propiedad de Manuel Cabrera, ubicada entonces en una de las esquinas de Tacuba; en “La Gardenia”, ubicada en la Avenida Hidalgo; y en “El Porvenir”, con Antonio Garza. Tiempo después abre “El Precio Bajo” y por último “La Cadena” situada frente a la Catedral de nuestra ciudad (permaneció ahí más de treinta años), luego localizada en la Avenida Torreón. En todas y cada una de esas tiendas, combina el cumplimiento de su trabajo y el proceso de su pasión: la pintura.

 

Desde que me casé, me desarrollé más en cuanto a la atención a lo artístico y hacia 1946 realicé un dibujo que me estusiasmó. El tema fue el cuatrocientos aniversario de la fundación de nuestra ciudad; se trataba de un cartel de bienvenida para los zacatecanos residentes en México. Lo expuse en Los Portales en el local de Samuel Zesati y resultó toda una novedad. Por cierto, ese dibujo-pergamino lo conservan los Borrego Hinojosa, entonces dueños de la Tenería de Jesús, porque a un ladito yo escribí que era cortesía de ellos; no me animaba a aparecer solo.

José Manuel Enciso González. Foto de Eugenio Mendoza.

José Manuel Enciso González. Foto de Eugenio Mendoza.

 

Sigue pintando 

Amigo de Francisco Goitia, José Manuel Enciso refiere una anécdota:

 

Don Pancho fue mi amigo y por supuesto conversábamos de pintura. Yo le mostraba mis trazos o mis dibujos con la idea de que él me dijera si estaban bien o no y su respuesta siempre era: “Sigue pintando”, nunca expresaba otra cosa al respecto, excepto el “sigue pintando”.

 

Los cristos

Uno de sus temas predilectos lo constituyen los cristos.

 

¿A quién no le inspira la figura de Cristo? Por lo menos a quienes nos asumimos como católicos, a todos; a mí me inspira particularmente el Cristo mexicano salido de las manos de los artistas y de los artesanos populares, ya sea en madera, en pulpa de caña de maíz, esculpidos en piedra o forjados en hierro. Estos cristos están hechos con un dramatismo tremendo, chorreados de tintes rojos de pies a cabeza y mientras más patéticos, más devoción se les tiene; ésos son los cristos que el pueblo prefiere, los que los mexicanos hacen no sólo como grandes artistas, sino también como fieles católicos.

He presenciado cómo en su veneración la gente les ofrece una monedita, les reza, admira sus pies y sus manos ensangrentados, les acaricia el rostro imaginando que acarician un rostro semejante al nuestro, quizá esperando un favor, un deseo. Todo esto explica por qué pinto o dibujo cristos y por qué es tan importante para mí hacerlo.

José Manuel Enciso González. Ex Hacienda de Santiago (mezcalera). Serie Haciendas. Pastel. 1997.

José Manuel Enciso González. Ex Hacienda de Santiago (mezcalera). Serie Haciendas. Pastel. 1997.

 

Los huicholes

Otro tema esencial en la obra de José Manuel Enciso se refiere a los huicholes:

 

Del huichol me conmueve su silencio, ese mutismo en su vida. Es demasiado religioso y conserva una especial adoración por la naturaleza: por el agua, el cielo, la tierra, el peyote, el relámpago, el venado, las flores… Y hay en su arte una inagotable creatividad; por ejemplo, un colorido armónico que tanto pintor desearíamos poseer, que tanto pintor desearíamos plasmar como ellos.

Debemos aprender del huichol que es gente que conoce y que sabe compartir. Su mundo me inspira y por eso yo los dibujo con respeto y dedicación.

A los huicholes frecuentemente les buscaba trabajo o les ayudaba a vender sus artesanías, y debido a eso me hice su amigo; pero lo más curioso es que nunca he estado en la sierra con ellos, nuestro trato ha sido siempre en la ciudad, es decir, en un medio muy diferente al suyo.

 

Paisajes y campesinos

Haber vivido su infancia en Villanueva en contacto con sus campesinos, con sus jornaleros, con los problemas de un municipio rodeado de adversidades, despertó en él esa sensibilidad que se refleja en su obra: paisajes y personajes pueblerinos del semidesierto que informan de un Zacatecas de añejos recuerdos.

 

Me gusta contribuir a preservar lo nuestro, nuestras raíces y tradiciones, y lo hago aportando lo que sé hacer: la pintura en cualesquiera de sus técnicas. Todavía existen por ahí portones o ruinas de alguno casona, quizá importante de un dibujo.

José Manuel acepta plenamente el momento del Zacatecas que le correspondió vivir y reconoce los contemporáneos beneficios de la modernización.

 

Después de atender a los clientes de “La Cadena” y de instruir a su empleada, nos invita a un improvisado estudio ubicado al fondo de su establecimiento. Ahí apreciamos una serie de cuadros: Un mitin político (“el PRI de los sombrerudos”) en la Avenida Hidalgo, una mujer embarazada, un entierro, escenas de la feria de Villanueva, etcétera. Y apreciamos también los dos pósters realizados por él, alusivos a la Feria Nacional de Zacatecas.

José Manuel Enciso Glez. Todo se ha consumado. Serie Cristos. Carbón y pastel. 2002.

José Manuel Enciso Glez. Todo se ha consumado. Serie Cristos. Carbón y pastel. 2002.

 

Ramón López Velarde

El poeta jerezano constituye un fiel compañero para José Manuel y, aunque la época del poeta es muy diferente a la del pintor, gracias al arte confluyen.

Innumerables trazos se basan en la sensibilidad de López Velarde; de ese equilibrio nacen obras ágiles, detallistas: un grave sepelio, un potro encabritado, el cielo azul y la tierra colorada…

Fomentador de las artes plásticas, interesado en enseñar el secreto del dibujo a los niños, confiesa: Aún no pinto el cuadro que me satisfaga absolutamente, siempre estoy inconforme y siempre estoy a la búsqueda de algo más, aunque hay cuadros que me agradan y a los que les guardo especial cariño. Un dibujante, un pintor que selecciona sólo aquellos temas en los que percibe una esencia, un alma. Un perfeccionista que rompe el papel si el trazo no lo convence. Un zacatecano modesto, sensible, rebosante de conocimiento y de amistades, custodio de lo más importante en su vida: la familia.

 

La familia

Descartar un posible desarrollo profesional en la Escuela Nacional de San Carlos en la Ciudad de México, la oportunidad de cursar algunos estudios básicos y, más todavía, la vida normal de un adolescente y recuperarse, no es fácil. Pero José Manuel Enciso tuvo la capacidad de hacerlo y realizarse.

Ante el temprano deceso de sus padres, asume la responsabilidad de velar por el bienestar de su familia. Deja Villanueva, deja la escuela, vende su casa (único patrimonio) y, con sus hermanas y sus hermanos, se traslada a Zacatecas, con la sola bendición del canónigo Antonio M. Aguilar.

Catalino, María Teresa, Jesús, Salvador, Enrique, Arturo y Miguel tienen constantemente el respaldo de su hermano José Manuel: de él reciben apoyo moral, económico, educativo y, sobre todo, el valor de vivir, de superar las adversidades. Todo eso seguramente sería motivo de una muy grata satisfacción para Agustín Enciso Robles y Agustina González Arellano, sus padres, de quienes guarda recuerdos, enseñanzas y principios vitales.

Su vida está marcada por un permanente deseo de superación, como lo demuestra su indiscutido liderazgo familiar, su tenaz disciplina artística y la cotidiana atención que le otorga a su tienda (toda una tradición comercial en Zacatecas).

Su vida

José Manuel Enciso González nace en la ciudad de Zacatecas el 17 de febrero de 1919; diez años después se traslada a Villanueva, tierra paterna, donde transcurre gran parte de su infancia. Cursa la educación primaria en las escuelas “Ignacio Zaragoza” y “Benito Juárez”, de Zacatecas y de Villanueva, respectivamente; luego, ingresa a la Academia “Juana de Lira”, pero a la muerte de sus padres interrumpe sus estudios y cuida de su familia.

Contrae matrimonio con Rosaura Muñoz García y juntos procrean trece hijos. Durante esa época asiste a seminarios diversos, dedicados al estudio de la sociedad y del arte. Con Francisco de la Maza, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, se actualiza en arte colonial mexicano; con Antonio Pompa Pompa, también investigador de esa institución, se adentra en la historia de México; asimismo, se inscribe a una serie de conferencias organizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia relativas a la historia del arte mexicano, etcétera.

En “La Cadena”, donde convergen tanto la factura de un casimir, un periódico de 1913, un libro de estética, bocetos a pluma, fotografías, y donde se escuchan acordes de música clásica, anfroantillana, sudamericana y rumbas flamencas, José Manuel atiende a sus indistintos clientes y conversa con ellos.

Además, en este sitio se han dado cita todo género de personas: desde el ciudadano común hasta políticos, empresarios, eclesiásticos, militares, arquitectos, antropólogos, poetas, ganaderos, cronistas, bailarines, toreros y, por supuesto, huicholes y turistas que solicitan un dato. Y es que José Manuel Enciso constituye un inefable testigo del desarrollo de la ciudad.

En su obra describe contrastantes vivencias que provienen de su infancia, de sus viajes por el país o por algunas ciudades de Europa, y que se plasman en innumerables aspectos de lo cotidiano: un pajarero, un funeral, un limosnero… O en un determinado acontecimiento histórico, ya sea de la Conquista o de la Revolución mexicana… O en escenas típicas de la fiesta brava o de las charreadas. Toda su obra remite a personajes y circunstancias reales.

Es ya incontable el número de las exposiciones individuales y colectivas en las que ha participado (por ejemplo, al lado de Jorge Cázeres, pintor de los famosos Cerillos Clásicos) a nivel nacional como internacional.

Imparte conferencias a solicitud de diferentes organismos públicos y privados, abarcando una amplia gama de temas como entre otros: Arte colonial de Zacatecas, Origen y desarrollo del arte colonial, Pintura y arquitectura colonial de México, Seminario sobre manifestaciones artísticas en la historia de Zacatecas, Arquitectura del siglo XVI en México y Arte colonial mexicano.

En síntesis, su historia profesional es extraordinaria: fundador y director de la Escuela de Artes Plásticas del Instituto Zacatecano de Bellas Artes; catedrático de la Universidad Autónoma de Zacatecas, del Seminario Conciliar de Zacatecas y de la Escuela Normal Manuel Ávila Camacho. Ex asesor de la Junta de Conservación de Monumentos Coloniales y miembro del Consejo Cultural del Estado de Zacatecas.

Autor de monografías imprenscindibles para un mejor y más completo aprecio de nuestra ciudad: “La Catedral de Zacatecas”, “El Convento de San Francisco” y “La fachada de la Catedral”, entre otras. Descubridor del atrio de la iglesia de San Francisco y de un friso ubicado debajo de una de una de las ventanas de la Catedral de Zacatecas (y que probablemente se romonta a los siglos XV o XVI).

Obtuvo el primer lugar en el Concurso Nacional de Acuarela. Ha realizado variadas obras para el Vaticano durante los periodos de Pío XII, Juan XXIII, Paulo VI e incluso de Juan Pablo II, así como para los sucesivos presidentes de la República (desde Adolfo López Mateos), y para gobernadores de diferentes estados.

 

Maestro de niños

En diferentes momentos ha tenido la inapreciable oportunidad de enseñar y de aconsejar a las nuevas generaciones. Por eso no era raro verlo en plazas, callejones y calles de la ciudad instruyendo a tanto niño zacatecano, interesado en seguir el ejemplo de un maestro como él.

 

Su esposa y sus hijos

La fortaleza de José Manuel Enciso proviene de los valores que le inculcaron sus padres. Fue eso lo que le permitió triunfar ante las aciagas adversidades más el siempre firme y fiel apoyo de su esposa, Rosaura Muñoz García, y de sus hijos: Rosaura Alicia, María Guadalupe, José Manuel, Antonio, Luz María, María del Pilar, Juan Luís, Teresa, Gabriela, Laura, Verónica, Agustín y Mayela.

José Manuel Enciso González, fácil a la amistad, compañero de ruta de artistas zacatecanos básicos como Antonio Pintor, José Guerrero, Ismael Guardado, y generoso maestro (entre sus discípulos se cuentan Alfonso López Monreal y Alejandro Nava), recibió el reconocimiento “Cerro de la Bufa” el 26 de abril de 1998.

Mi pintura está dentro del realismo hecho a mi modo, o sea, a mi propia ejecución. No me apego tanto al bonitismo ni a la copia fiel del modelo, puesto que eso desemboca casi siempre a la simple artesanía comercial, concluye.

 

 

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