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jueves, 28 marzo, 2024
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La crisis financiera de los municipios juega contra nuestra seguridad

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Por: La Jornada Zacatecas •

Hay un dicho que dice, “la oportunidad hace al ladrón”. Es decir, que la circunstancia propicia provoca la aparición del delito. Si hay objetos sin vigilancia están puestos en posibilidad de ser robados, si una puerta está sin llave es posible que entren a delinquir y si una calle carece de luz eléctrica, se multiplican las agresiones a mujeres. Es como el razonamiento del hombre invisible: si un hombre no tiene vigilancia (nadie lo ve: es el hombre invisible) es altamente probable que incurra en conductas delictivas. La mirada de los otros moldea o modifica nuestra conducta. Este es el supuesto básico de la prevención situacional: evitar que existan circunstancias propicias que llamen o faciliten el delito. Para eso, se ponen cámaras de video, se iluminan calles, se ponen enrejados, refuerzan las entradas con puertas de seguridad o se controlan las entradas a los edificios de escuelas u oficinas.
Hay otro supuesto, el cual es la idea de que una pequeña rotura en un pantalón es siempre previa a que termine desgarrándose. La teoría de las ventanas rotas: en un edificio que se ve un pequeño descuido o falta de uso que se expresa en una ventana rota, es altamente probable que en algunos días, aparecerán todos los vidrios de las ventanas rotas. Y un poco de tiempo más, será el nido de una pandilla. Eso significa que hay que evitar que se rompa el primer cristal, para prevenir que al poco tiempo se instalen pandillas en ese lugar. Y se observa que una pandilla con un lugar para operar, tiene dadas las condiciones (primer paso) para planear los delitos en serie. Así las cosas, una medida preventiva de esos delitos en serie fue arreglar a tiempo la primera ventana rota.
Con lo antes dicho, una manera de evitar la realización de delitos es eliminando las situaciones propicias para su gestación. A eso se le llama ‘prevención situacional’. Sabemos que ese tipo de prevención es necesaria pero no suficiente, pero está bien que se realice. Si observamos un poco, la prevención situacional se traduce en la excelencia en servicios públicos: alumbrado público, cámaras de video en todas las colonias, alarmas, patrullajes, pintado de fachadas, acondicionamiento de parques y espacios públicos, etc. El enorme problema es que gran parte de esos servicios son responsabilidad de los municipios; y éstos actualmente están en la bancarrota. ¿Cómo van a cerrar la brecha de servicios públicos? La recomendación del librito dice que no debe haber calles oscuras ni edificios en estado de derrumbe, y el propio centro histórico está en derrumbe masivo y las colonias marginadas carecen de todos los servicios. ¿Y las cámaras? No hay ni las mínimas, este año no se aprobaron la instalación de más videocámaras y el recurso que llega para ese concepto es una broma. En suma, apostar por los servicios en municipios endeudados y en el colapso financiero, es como apostar por la continuidad de las situaciones criminogénicas. Y estamos hablando únicamente de un tipo de prevención, sin contar las de tipo social. La crisis financiera de los municipios provocada por la negligencia de las últimas tres administraciones (sobre todo en Guadalupe), ha venido a bloquear la prevención del delito situacional en nuestras ciudades.

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