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miércoles, 24 abril, 2024
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Feminicidio de San Juana es un hecho “relativamente aislado”: psicóloga

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Por: ALMA RÍOS •

■ En Zacatecas no es una constante el asesinato de menores de 11 años: Olga García

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■ Es “un foco rojo”, una llamada de atención sobre la que el Gobierno del Estado tiene la obligación de explicar cómo y por qué sucedió “a nivel social

 

El feminicidio de San Juana Romo Navarro es un hecho “relativamente aislado”, pues en Zacatecas no es una constante el asesinato de menores de 11 años. Sin embargo, resulta conveniente revisar las estadísticas en Servicios Periciales respecto de las más recientes muertes de menores de 13 años de edad, y analizar en este rango cuántos hombres y cuántas mujeres hay para poder hacer un mejor análisis.
El asunto admite observar también que si persisten la impunidad y la corrupción en la procuración e impartición de justicia, casos como este pueden reiterarse como ya exhibe la tendencia nacional desde el año 2015, su aumento aparejado a la reducción de las edades de las víctimas. El asunto reta asimismo a la sociedad a establecer estrategias de prevención desde la psicoeducación, expuso Olga Patricia García Jiménez.
Es entonces “un foco rojo”, una llamada de atención sobre la que el Gobierno del Estado tiene la obligación de explicar cómo y por qué sucedió “a nivel social, porque de esta situación no podemos responsabilizar como tal a los papás”, observó la psicóloga Clínica especialista en niños y adolescentes y perito en la materia para el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Zacatecas.
El feminicidio, dijo, tiene detrás causas socioculturales más que meramente familiares, y culpabilizar a la familia porque dejó salir sola a la niña a la tienda justifica el crimen cuando en realidad “nadie tiene derecho a transgredir absolutamente en nada tu individualidad”.
“Nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie, ni a chicos ni a grandes”, pero es aún más grave cuando se ataca a la población más vulnerable, los niños y adolescentes.
En esa medida es una situación social en la que se conjugan elementos como la pobreza, la educación, la impunidad, la corrupción y otros factores.
“Yo sí aconsejaría que esta situación la viéramos como un caso que puede ser la punta de lo que viene, una bola de nieve” que debe analizarse de manera precisa porque abre un abanico de elementos para el análisis, entre otros, la revisión y aplicación de los protocolos de búsqueda y localización, agregó la también miembro del Colegio de Psicología de Zacatecas.
Sobre todo el Protocolo Alba, propuesto de manera específica para los casos de niñas y mujeres, pues “la sociedad no lo conoce, y si no se ha dado a conocer porque las autoridades se van a llenar de trabajo…pues sí, así es”.
Se dice que su implementación es inmediata a la denuncia de la desaparición o el extravío de las personas, agregó García Jiménez.
“Con todo respeto siento que nada más esta dicho, pero no se tienen las herramientas para actuar así, la palabra inmediato es correr la voz en entre 15 a 20 minutos entre la población, para eso están los medios de comunicación, las redes sociales y las acciones multidisciplinarias entre todas las instituciones. No podemos exigir a la familia o a la sociedad ¿por qué no hiciste eso?, porque yo no lo conozco, falta la información”.
El caso de San Juana conmina a construir estrategias de prevención, “tenemos que educar y reeducar a los menores de edad mediante la psicoeducación, “¿dónde está el teléfono?, avisa dónde andas”; medidas de autocuidado que requieren previamente mucha comunicación entre padres e hijos, dijo.
Implica también asumir que la desaparición de personas que se ha convertido en parte cultural de “nuestro cotidiano”, no es normal. “Ya estamos acostumbrados y cuando una sociedad se acostumbra ya valió gorro”.
“No debemos dejar de sorprendernos, de sufrir porque ocurren estas situaciones en las que todos somos responsables gobiernos, familias, instituciones, población en general”.
Aunque por un lado debe asumirse la no normalidad de las desapariciones y la violencia, desafortunadamente se requieren a la par medidas preventivas para proteger a los más vulnerables, reiteró, “darles a los chicos herramientas para que se sepan defender desde gritar, correr, morder…”.
Aquí entro el tema de los castigos corporales que familiarmente se les infringen y que abren la puerta al abuso de las niñas y los niños; el castigo físico implica declararse impotente ante la crianza que debe realizarse a través de la palabra, “hay muchísimo por hacer desde la psicoeducación”.
A los niños hay que enseñarles normas y valores pero cuando no quiere saludar a un adulto, por ejemplo, eso no significa “que sean groseros sino sinceros”, y se les debe respetar su decisión. Esto ayuda a prevenir, por ejemplo, abusos sexuales, expuso.
García Jiménez refirió que regularmente el adulto es el que grita, el que manda y el que tiene la razón, “pero no necesariamente, desde ahí tenemos que empezar a dar esas herramientas”.
Hay recomendaciones muy específicas que harían disminuir estos casos de manera “impresionante”, pero de manera prioritaria, el que haya “mucha comunicación” para que se logren evitar este tipo de agresiones contra los hijos. “Podemos prevenir negligencias”.
Refirió también una reciente intervención que realizó en una escuela primaria donde personas armadas entraron “balaceando para llevarse a una mamá” en áreas donde se encontraban niños y niñas. “Es doloroso y sorprendente pero necesario, el tener que proponer estrategias para darle al cara a este tipo de situaciones”.
Comentó que en Fresnillo algunas escuelas han implementado protocolos que involucran simulacros de balaceras para que los menores de edad sepan qué hacer.
“Es una tristeza enorme, pero desafortunadamente tenemos que tener las herramientas, la educación. No nos gusta que nuestros hijos se metan debajo de una banca pero es una manera de protegerse mientras los otros hacen o hacemos nuestro trabajo”.
Es recomendable que los padres de familia enseñen medidas preventivas de autocuidado a los hijos, desde cómo zafarse de un agarre o recomendarles gritar.
“Cualquiera diría que les podría ir peor”, pero hay reacciones diferentes que pueden ejercerse, en un primer momento puede ser recomendable gritar, mientras que en otro el permanecer callado y dócil puede implicar salvar la vida.
Tenemos que dar psicoeducación también respecto de que las policías pueden ayudar. “Aunque la población está muy arisca por todo lo que ha pasado, las corporaciones deben demostrar que son líderes de nuestra comunidad”, dijo.
Hay que enseñar a los menores de edad autocuidado, “pero tampoco puede ser que cada vez que vayan a la tienda estén con el Jesús en la boca o tenerlos como en otros momentos, prisioneros robándoles su libertad”.

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