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miércoles, 24 abril, 2024
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Mundos ficticios, realidades simuladas (tercera parte)

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Por: JORGE HUMBERTO ARELLANO •

Desde su fundación en 1943 bajo el régimen de un gobierno surgido del Partido de la Revolución Mexicana, precursor del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) se ha caracterizado por ladeterminación evidente de apoyar al partido en el podermedianteel control de sus agremiados, disfrazando las exigencias y demandas legítimas de los trabajadores tras la simulación de conformidad laboral y apego a la “excelencia” en la formación de ciudadanos. La existencia del SNTE representa la historia del sistema político mexicano en el siglo XX, caracterizando un sistema corporativista que sirvió como base de la ilusoria estabilidad política del país durante más de cinco décadas de hegemoníapriísta, en una primera instancia, y panista por dos sexenios, para volver, en el simulacro de alternancia, al “paternalismo” condescendiente que representaba el partido tricolor; para “arreglar” los malos manejos de la administración que tomó a préstamo el control de la nación por dos sexenios.
Según notas periodísticas, “en septiembre de 2011 la agrupación Mexicanos Primero afirmaba que tras revisar vía IFAI las bases de datos del Registro Nacional de Maestros, el SNTE recibía 545 millones 682 mil 154 pesos cada trimestre, por concepto del uno por ciento del sueldo de los maestros federalizados”. Si se multiplica por cuatro, resultaban 2 mil 200 millones de pesos anuales de cuotas sindicales. Hace un año, en abril de 2017, ante una solicitud de información de un diario de circulación nacional, “la Secretaría de Educación Pública (SEP) informó que le ha dado al SNTE, a través de la Dirección General de Presupuesto y Recursos Financieros y la partida 15401 un total de 550 millones de pesos para que promueva y apoye la reforma educativa”, aunque “el diario se quejaba de que la información solicitada incluía el plazo 2013-2016 y solo se le entregó la de esos dos años, sin considerar los años 2014 y 2015”.Al mes siguiente, mayo de 2017, otro diario perfeccionó la información:“la SEP informó entonces que entregó al SNTE 1730 millones de pesos, tras las negociaciones salariales entre 2013 y 2016. El sindicato informó que recibió el dinero para tres programas: 650 millones de pesos para las Acciones de Difusión sobre los Beneficios y Compromisos de la reforma educativa y la Ley General del Servicio Profesional Docente; 580 millones para las acciones de Previsión Social, Fomento Cultural y al Ahorro, Capacitación y Actualización del Magisterio; en 2016 recibió 500 millones de pesos para el Fortalecimiento del Programa Nacional de Apoyo a la Reforma Educativa”.Mucho dinero, si se consideran las necesidades de austeridad de un país que no puede hacer subsidios a los energéticos que impulsan a las actividades verdaderamente productivas.
Como un ejemplo del oportunismo político que afortunadamente no logra convencer a la mayoría de sus destinatarios, el “SNTE buscará redefinir el proceso de evaluación docente”, en lo que parece más un coqueteo para mantener los privilegios que han caracterizado a esta organización en mandatos federales anteriores y como una forma de autoengañode cara al nuevo gobierno federal, que entrará en funciones a parir del 1 de Diciembre del año en curso. En uno de los cónclaves de la organización magisterial, el presidente del sindicato, Juan Díaz de la Torre, junto a sus subordinados de los órganos nacionales de gobierno, llegaron al acuerdo de “intensificar” acciones con autoridades estatales y federales para redefinir el proceso de evaluación de los maestros, con el argumento de que existen “inconsistencias” debido a una interpretación “errónea” de la Ley General del Servicio Profesional Docente. Una posición extraña en la figura que históricamente ha fungido como un juez demasiado parcial en cuanto al abuso que significa la pérdida de beneficios de cada uno de los maestros del país. Increíblemente los encargados de maquillar las agresiones del estado contra la clase trabajadora, ahora están dispuestos, modificando su discurso de acuerdo a la futura representación federal, a asumir una función de defensoría en contra de las tropelías perpetradas por anteriores administraciones, cuestionando la viabilidad de la “reforma educativa”, considerando que en el sexenio terminal habían asumido una posición legitimadora y promotora de la imposición contra el magisterio.
Aunque Díaz de la Torre aseguró que la lucha del sindicato “ha sido permanente y que no responde a la coyuntura”, desde finales de junio, cuando se previó el posible triunfo de López Obrador, ha cambiado su discurso respecto a la reforma educativa.El 21 de junio, por primera vez en cuatro años el SNTE reconoció “deficiencias legales” de la reforma; incluso, el lunes 9 el SNTE organizó su primera sesión extraordinaria tras la noche del domingo 1 de julio, en la que discutió su posición ante el próximo gobierno.
Mundo raro en el que vivimos. Tal pareciera que uno de los negocios más redituables que se han practicado en México, el “sindicalismo incondicional” con los designios del poder, se niega a perder los recursos millonarios que les brindaban los regímenes anteriores. Posiblemente las cúpulas directivas del engendro sindicalista nunca se enteraron que uno de los castigos, impuesto por la clase magisterial, fue la pérdida del registro del engendro partidista denominado PaNAl, al no alcanzar el 3 por ciento de los sufragios contabilizados en la contienda electoral recién efectuada. ■

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