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martes, 19 marzo, 2024
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Enredos, posibilidades y tormentas

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Ni para qué intentar enredar las cosas, Andrés Manuel López Obrador no se va a presentar a elecciones de manera sucesiva, él no es un problema para la COPARMEX, al contrario, la COPARMEX es un problema para sí misma al intentar con su prospectiva y escenarios, acotar a AMLO como un actor político que repita como contendiente contra otros actores políticos en una eventual futura elección. Primero, tendrían que ser elaboradas y presentada en tiempo y forma para su debate como modalidades de aprobación y vigencia, las herramientas jurídicas necesarias, o sea, las reformas pertinentes a la legislación, pues para ello se tendría que enfrentar a la actual significación vigente: Sufragio Efectivo, No Reelección, a cuyo abrigo, el PRI se prorrogó en el Poder, hasta el exceso y a la larga fue una forma no deseada de reducirse a sí mismo mediante un vaciamiento de sentido democrático y una inanición política en la que se consideraba al pueblo como masa, sujeta y dependiente del poder presidencial, jerarquía política que nunca no pudo superar siquiera en el sentido de considerar al pueblo como un actor político colectivo con el que se habría de interactuar para suscitar en él e involucrarlo en la búsqueda y construcción de un contundente sentido democrático, más bien sucedió lo contrario, hacer al pueblo en lo político, presa de diversos autoritarismos sin llegar a tener una existencia política, por decir, democrática; con base, cuando menos, en una educación más efectiva y el respeto a su civilidad, proyecto que tiraron, coparon, los medios de comunicación, en especial, la TV comercial, prevaleciendo sobre la cultural.
Ni la TV, ni los demás actuales medios de masa son malos por sí mismos, aunque mediante su acción, intervención, social, política y cultural, imponen como cultura su alma comercial y ésta, la cultura en los medios queda abandonada al garete gubernamental – presupuestal con estructuras de poder desgastadas y sin la capacidad necesaria para dotar con sentido de futuro, cultural y democrático, a sus públicos; hundidos, atrapados, éstos en una existencia “orgánica” y oficial, más (de)pendiente de las órdenes de sus “Ejecutivos”, administradores de la relación con el Poder, los cuales no siempre se apegaban, ¿ni se apegan? a la democracia, ni promueven los cambios necesarios y de futuro que en ella, en la democracia, debían ocurrir y cómo pueden ocurrir, con unas bases sociales y culturales que eran ¿son? masas a las que se mantenía con los caramelos o las píldoras doradas de los medios, proyectadas para conmoverse y hacer llorar; sin convocar a debate, ni a autocrítica, sólo siguen como flujos de autoridad y un poder no compartido, al que, precisamente, apuntalan.
Los programas asistencialistas de nombres políticamente rimbombantes son muy conocidos: “Progresa”, etc., y con esos símbolos, irreconocibles en la realidad, creaban, de la mano con las grandes empresas televisivas, una realidad política que llevaban a los hogares de los mexicanos, quienes a su vez, de ese modo, estaban lejos de alimentar una otra perspectiva cultural para su desarrollo que fuera distinta y diferente a aquella generada por el capital para establecerse en su mente, con base en estímulos, a los que se atenían para existir, aunque sin generar opciones de desarrollo, incluso, ni políticas, que acotaran, no tanto a la pobreza, sino a las causas que la generan y cómo vencerla.
Se pudiera creer que el referente estaba equivocado pues los líderes políticos formales, con los resultados obtenidos, parecían más bien apuntalar y fortalecer el statu quo, quedaban lejos de estimular el cambio y de la búsqueda de otras opciones para impulsar el desarrollo de aquellas que llevarían a ser a México y a los mexicanos, cada vez más, a ser pasto del capital extranjero y con una división clara, entre lo rural y lo urbano, lo artesanal y lo industrial, lo tradicional y la tecnificación, ¿brecha por resolver? A lo largo de nuestra historia y fuera de los discursos, ¿cuánto se concretaba en desarrollo, sexenio tras sexenio y cómo lograrlo? Más allá de planes y proyectos, regionales o locales, en la vida (política) diaria, bastaba con atraer y convencer a la Federación para poder impulsar siquiera la construcción de infraestructura básica, agrícola, ganadera, comercial, minera, industrial, educativa, sobre todo, aquello básico, ligado a la región, u otros paliativos. El balance necesario se debe hacer, por lo pronto: ¿Cómo estamos hoy, qué quedará en Zacatecas, a largo plazo? ¿Jales y Semidesierto, y al revés? Las regiones más feraces o las semidesérticas, ¿sobrevivirán, con sus formas de propiedad? Por supuesto, la TV prevalecerá en los hogares que queden, ¿para aguantar? Aunque en el futuro al que deseamos y esperemos, sea inminente, ¿se le ocurrirá a Andrés Manuel López Obrador, sugerir algo a respaldar en estos lares y qué sugerencias harán los zacatecanos o sus asesores? No todo el Estado acabará en jales, ¿cuestión de imaginación y financiamiento? Hoy las nubes no se resistieron a caer, enormes, se sostienen promisorias, a nivel del piso: vaya aguacero que cayó. Videgaray y Meade dejan una bomba de tiempo a AMLO: 835 mil millones escondidos en 374 fideicomisos. ¿Rendirán cuentas, las esclarecerán y si no, habrá castigo?

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