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martes, 19 marzo, 2024
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La disyuntiva del Partido de la Revolución Democrática

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Por: La Jornada Zacatecas •

El proceso electoral de 1982 fue el primero en el que las izquierdas participaron legalmente y con candidato propio a la Presidencia de la República. El nuevo titular del Poder Ejecutivo federal fue Miguel de la Madrid Hurtado (M. de la M.), primero del ciclo de seis presidentes neoliberales. En su sexenio se vivió en toda su crudeza la crisis de la deuda externa y el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, catástrofes que habrían podido ser utilizadas por de la Madrid para justificar la suspensión de pagos de México y de otros países en la misma situación, como se lo exigían el sector progresista del gobierno y del PRI representado por personas como Carlos Tello Macías, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo, así como las izquierdas agrupadas en el recién formado PSUM. La negativa de M. de la M. y su compromiso con el neoliberalismo emergente propició el surgimiento de la corriente democrática del PRI y su ruptura posterior a la imposición de Carlos Salinas de Gortari como candidato a la Presidencia por el partido oficial.
El proceso electoral de 1988 fue el escenario en el que coincidieron con un programa claramente anti neoliberal, las izquierdas que postulaban a Heberto Castillo y la corriente democrática del PRI alrededor de la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas, apoyado al final por Heberto. La indignación por el fraude fue canalizada pacíficamente hacia la fundación en 1989 del mayor partido de la izquierda mexicana de la época moderna: el Partido de la Revolución Democrática (PRD), cuyos documentos básicos fueron resultado de un intenso debate que permitió la superación creativa del nacionalismo revolucionario y el socialismo de la época. Las luchas del nuevo partido lograron un proceso de liberalización gradual de las reglas electorales, que llegó a su culminación con la alternancia en el Poder Ejecutivo el año 2000. Lamentablemente el nuevo partido no tuvo el mismo éxito en el ámbito de la política económica. El equipo neoliberal al mando del país desde 1982 ha venido aplicando a rajatabla el dogma neoliberal, conocido también como consenso de Washington, empresa en la cual contó con la colaboración de los dos gobiernos panistas del periodo 2000-2012. La profundización neoliberal trajo consigo la mayor descomposición institucional desde la Revolución, hundiendo al país en el pantano de la corrupción y la impunidad, la violencia y la inseguridad, así como pobreza y desigualdad, escenario que hizo posible el triunfo contundente de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en su tercer intento por arribar a la Presidencia de la República.
Lamentablemente, la descomposición institucional generalizada no se detuvo a las puertas del PRD. Una buena parte de sus dirigentes y gobernantes incurrieron en las mismas prácticas de corrupción y en la generación de compromisos y complicidades con las autoridades priistas y panistas. Su deslizamiento hacia la derecha provocó la renuncia de sus principales dirigentes y llegó a su momento culminante con la firma del Pacto por México al principio del gobierno de Peña Nieto, evento que creó condiciones inmejorables para que avanzara imparable la aprobación del paquete de reformas estructurales neoliberales y su política de debilitamiento gradual de las universidades públicas, del IMSS y del ISSSTE. Ese comportamiento es la causa de fondo de la debacle electoral sufrido por el PRD el primero de julio y coloca a sus afiliados ante una disyuntiva: mantener el rumbo neoliberal haciendo oposición al nuevo gobierno, o cambiarlo en un sentido de convergencia con Morena.

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