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miércoles, 24 abril, 2024
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Somos un gran pueblo

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Por: ÉDGAR OMAR AVILÉS* •

La Gualdra 345 / Especial Elecciones 2018

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No sólo ganó: arrasó. MORENA logra mayoría en la cámara de diputados y senadores; mayoría de las gobernaturas y las presidencias municipales disputadas. Quienes nacimos en la década de los ochenta, casi desde que tenemos conciencia hemos vivido bajo el fantasma del fraude, la guerra de pánico y la compra de votos. ¿Pero es esto lo que pedíamos?: un poder casi absoluto. No estoy seguro de ello. Andrés Manuel nos seduce con su honestidad que parece de granito, por su lectura de México que nace de conocer cada municipio, con el recuerdo de la notable jefatura de gobierno que llevó a acabo. Pero, aún los que lo apreciamos, sabemos que humanamente es imposible que tenga control de toda la estructura de MORENA. En muchos estados, bastó con que el candidato morenista se tomará foto con AMLO para que ganara la contienda. La misma Tatiana Clouthier discrepó del voto sin distingos, partidaria que los candidatos de MORENA se ganaran por sí mismos el derecho a representar al pueblo.

En estas elecciones, pese a las tendencias, el monstruo del fraude estuvo en el pecho mexicano hasta el último minuto. Tuvo que ser tan aplastante para que quedara claro que México está harto de los tecnócratas, de los herederos del poder; de los enfermos de poder que, sin pudor, por más de ochenta años pidieron que el pueblo se ajustara, cada vez más y más, el cinturón, porque primero había que hacer más ricos a los muy ricos para que de ahí goteara la prosperidad.

Andrés Manuel supo también actualizarse. No fue el mismo del 2006 ni del 2012. Se atemperó, negoció, sumo algunos impresentables. Algunos echamos de menos aquellas energías de las primeras dos elecciones; aquella dureza para con los eternos vampiros de la política mexicana, pero entendimos el pragmatismo. Era necesario ganar. Y vaya que lo supo hacer. Nos regaló, ese hombre que es toda voluntad, con el apoyo de todos sus simpatizantes, claro, un triunfo indiscutible.

Ahora Andrés Manuel lo primero que tiene que hacer es un órgano regulador al interior de su estructura partidista-gubernamental. Cortar las cabezas de los primeros morenistas que pretendan defraudar al pueblo que votó masivamente por este cambio. También deben de surgir nuevos partidos o reformularse lo que ya existen. Este poder absoluto en una sola persona y en un solo partido sólo debe ser de transición.

Respecto al arte y la cultura, esperamos un cambio positivo. Los eternos caciques (en editoriales, revistas, periódicos, museos, institutos y secretarías de cultura) deben de ser removidos por mejores perfiles. Unos más sensibles, talentosos y democráticos.

No sólo Andrés Manuel y su equipo no nos deben de fallar: tampoco nosotros debemos malograr este triunfo. Como ciudadanos, tenemos la obligación poner lo mejor de nuestra parte. Si este ejercicio falla, si no estamos todos los actores a la altura, quizás no haya una segunda oportunidad. Guardando toda proporción, el PAN no estuvo a la altura en los dos sexenios que gobernó y tampoco el PRI lo estuvo en su regreso y despedida. Qué lamentable sería que esta historia de vulgaridad humana se repitiera con MORENA. A disfrutar el triunfo, el cambio, las esperanzas renovadas. México lo merecía porque somos un gran pueblo.

 

 

*Michoacán. Narrador, antologador y tallerista literario. Precursor de la Fantasía especulativa.

 

 

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