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martes, 23 abril, 2024
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El futbol soccer implica “muchas cosas” en el terreno de lo simbólico, ideológico y político

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Por: ALMA RÍOS •

■ Hay personas cuyas condiciones de vida son tan pobres que a veces un deporte profesional es el único elemento que consideran para seguir estando vivos: Martell

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El más masivo de los deportes implica “muchas cosas” en el terreno de lo simbólico, ideológico y político. En el caso local, “tiene que ver con ese ánimo popular del pueblo mexicano de, de vez en cuando, ganar algo”, dijo el psicólogo social, Juan Martell Muñoz.
Utilizar palabras como alienación o enajenación para referirse a las manifestaciones socioemocionales de la “afición” futbolera es un tema que debe tomarse con precaución, sostuvo el docente investigador en la Unidad Académica de Psicología de la UAZ, “pues hay personas que no tienen otro elemento que les dé sentido a su vida; sus condiciones de vida son tan pobres que a veces un deporte profesional es el único elemento que consideran para seguir estando vivos”.
Es distinta la relación que se establece por ejemplo entre los aficionados de Islandia o Alemania con “su selección nacional”.
Los islandeses en un 97 por ciento se reconocen a sí mismos como integrantes de la clase media o clase trabajadora, sólo 1.3 se refieren a sí mismos como pertenecientes a la clase alta, y un 1.7 por ciento se identifican dentro de la clase baja en su país, comentó.
Otros elementos sociodemográficos del país nórdico muestran que es el mejor país del mundo para ser mujer, y uno de los mejores para ser joven.
La distancia económica que hay entre un jugador profesional alemán o islandés respecto de un empleado u obrero en sus países, no es tan acentuada, observó.
“El hijo del pobre va a la misma escuela a la que va el hijo del rico, y a la misma universidad. Entonces estas comparaciones de una sociedad horizontal hacen que sus expectativas de vida, sus objetivos vitales, no se arrinconen o sólo seleccionen un elemento como es la admiración o el reconocimiento a un atleta profesional –para volcarse-”.
Estos indicadores socioeconómicos de satisfacción con la vida en países de desarrollados, inciden en lo que sucede con las “aficiones” al ganar o perder un partido de futbol.
En la conversación con el académico se propone a colación, el denominado Maracanazo, la final del Mundial de Futbol de 1950 entre Brasil y Uruguay que perdió el equipo carioca, cuya derrota suscitó suicidios en el país sudamericano, según las crónicas.
“Como si la vida misma estuviera en juego, como si la patria, o esto que nos representamos como la patria, este símbolo, estuviera también en juego”, observó.
Juan Martell recordó que el brasileño Joao Havelange, quien fuera presidente de la FIFA, “trabajó para la dictadura” de su país que “construyó más estadios de futbol que escuelas y hospitales en la década de los 50 a 60”.
En Zacatecas se tomó la decisión de invertir dinero público en el estadio de futbol que necesita acondicionado el equipo Mineros del Club Pachuca de Carlos Slim, para ascender a la primera división, antes que “echar a andar todo un proyecto de animación sociocultural hacia la actividad física deportiva”, expuso.
La respuesta a quién gana o pierde con el desempeño de un equipo de futbol, independientemente de la latitud del mundo donde se encuentren “los aficionados”, y su condición socioeconómica y cultural, tiene respuestas muy concretas.
“Obviamente hay beneficiarios inmediatos de ciertos triunfos deportivos -que en el caso de México no dejan de ser garbanzos de a libra, a veces muy circunstanciales y eventuales-. Esos beneficiarios son los dueños de los equipos y sus patrocinadores”.
“Estamos hablando en el caso de la selección de futbol que se supone, y así se publicita es el equipo de todos. Pero no, tiene dueños, claramente tiene dueños”, que por ejemplo, negocian las transmisiones que en este Rusia 2018 sólo dos cadenas consiguieron para transmitir los partidos.
Y en el terreno de lo simbólico, lo ideológico y lo político, “obviamente también hay beneficiarios”, aunque ingenuamente, dijo, pudiera decirse que el desahogo emocional que implican ciertos triunfos sí impactan en el estado de ánimo de las personas, “las condiciones en nuestro país no van a cambiar”.
También hay diferencias entre los países en lo que ocurre en el tráfico simbólico del triunfo vinculado al discurso nacionalista.
Se hace referencia a la ceremonia en que ya calificada, “la selección nacional mexicana” acude a la residencia oficial de Los Pinos para ser ungida con la representación del país por el mandatario en turno, y cómo cuando hay un triunfo de la misma, deviene la felicitación del primer mexicano del país.
Al respecto Juan Martell alude a la capacidad de los atletas o equipos profesionales o de alto rendimiento para imponerse ante la autoridad y menciona que el año pasado el campeón de la NBA, Golden State Warriors decidió aun antes de obtener el triunfo, no acudir con Donald Trump “por cómo se maneja el presidente de este país”. Y este 2018, Las Águilas de Filadelfia campeones de la NFL, decidieron lo mismo.
“Estamos hablando de sujetos sindicalizados, de sujetos que tienen derechos, que son millonetas pero que tienen un salario mínimo tanto los sindicalizados de la NBA como los sindicalizados de la NFL. Y acá en nuestro país, el atleta profesional aunque no provenga de donde mismo, vamos a decirlo en el sentido muy popular, se junta y se está juntando con el poder económico olvidándose de algunos principios democráticos, incluso de la misma tolerancia, del respeto y aceptación por el prójimo”.
“Vean qué diferencia. Nosotros no vamos con el Presidente, dicen los atletas norteamericanos. Y acá tiro por viaje aunque ganemos un cuarto lugar, un quinto lugar, vamos a que a saludarlo y no somos incapaces de cuestionarlo”.
Un presidente al que en redes sociales se le reclamó, sin obtener respuesta, que se manifestara tal como lo había hecho felicitando a la selección nacional de futbol por su triunfo contra Alemania, respecto de la crisis humanitaria que internacionalmente generó condena por la separación de niños, niñas y adolescentes de sus padres migrantes mexicanos y centroamericanos, en centros de detención en la frontera estadounidense con nuestro país.
“Aquí voy a citar a un ex futbolista, a Jorge Valdano: ‘El futbol es lo más importante de lo menos importante’…acá lo estamos haciendo al revés…”.

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