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miércoles, 24 abril, 2024
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‘Hereditary’, de Ari Aster

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 344 / Cine

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En la secuencia inicial de Hereditary (2018) la cámara se pasea por una habitación ubicada en un lugar desconocido donde, a través de una ventana enfoca una casa del árbol en medio de un bosque. Luego, dentro de ese mismo cuarto, penetra en una pequeña casa de muñecas donde se percibe una pequeña figura recostada en una cama. De modo casi surrealista y sin corte alguno el escenario cobra vida, alguien entra a la habitación y despierta a la persona que se encuentra dormida.

Este inicio representa de manera metafórica tanto el fondo como la forma de la ópera prima del director Ari Aster, un retrato retorcido y perturbador de las herencias familiares pasadas y la manera en la que repercuten en el presente de sus protagonistas, como si éstos no fueran más que muñecas, juguetes u objetos empleados por alguien más que les dicta lo que deben hacer.

La cinta inicia con la muerte de la abuela de la familia, la cual no parece haber dejado un grato recuerdo en su hija Annie (Toni Collette), quien da un discurso desconcertante en el funeral de su madre, donde habla de la poca habitual y nada saludable relación que llevaba con ella. Más adelante nos enteramos de que, además de la distante relación con su madre, su familia está llena de tragedias que busca olvidar, tales como suicidios y enfermedades mentales, y por otra parte, el propio núcleo familiar de Annie no está pasando por su mejor etapa. La relación con su esposo Steve (Gabriel Byrne) es fría, su hijo mayor adolescente Peter (Alex Wolff) es poco comunicativo, y su hija menor Charlie (Milly Shapiro) se la pasa haciendo dibujos extraños en su cuaderno y construyendo perturbadores juguetes con partes de objetos y animales muertos.

Hereditary (que en nuestro país es distribuida como El Legado del Diablo) es una cinta de horror que lejos de simplemente transmitir miedo causa una enorme y creciente sensación de malestar al mostrar cosas inherentes en todos nosotros, pero con la sensación de que no deberíamos estar viéndolas, pues la raíz de su horror no es enteramente sobrenatural sino del constante encierro emocional de las relaciones en familia y que se desenvuelve de manera progresiva y con precisión causando un impacto psicológico brutal.

El guion original, escrito por el propio director, Aster, construye con sumo cuidado las enfermizas dinámicas familiares y gracias a las grandes actuaciones de todo el elenco (destacando por encima de todos Collette) constituyen a personajes desgastados y rotos, cuya condición humana y patologías son representadas a través de planos largos y detallados, cuyos lentos encuadres repletos de oscuridad acrecientan la delirante sensación de pesadilla.

Como resultado, Hereditary es una puesta en escena intensa y perturbadora, la propia casa de muñecas es de una fuerza externa –ya sea un ente sobrenatural o el mismo director de la cinta- que dirige al espectador a un inminente desenlace donde hasta el elemento más retorcido termina por encajar, y que vuelve evidente que los demonios familiares son los más difíciles de expulsar.

 

 

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