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viernes, 19 abril, 2024
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Drama: Fútbol y Elecciones

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Ya se presentía desde hacía muchos ayeres, pero vivirlo es harina de otro costal. Se permanece en angustia nuevamente en un mundial de futbol, ahora en Rusia, que verá para la fecha del 2 de julio la fase de octavos recién resuelta. No se sabe cómo le irá a estos aguerridos Ratones Verdes que están, como siempre después del segundo partido de la fase de grupos, entre lo sublime y lo ridículo. Quién sabe cómo les vaya contra los suecos a los que hay que buscar vencer, a como dé lugar; porque si llegan a perder al menos el esfuerzo será agradecido por la respetable fanaticada y su adiós sería menos doloroso que si ocurre una derrota ante un cuadro de regular calidad, con un cuadro displicente confiado por el placer de haberle puesto el cascabel al gatote ese de la Alemania, para quedar fuera a final de cuentas.
Por otra, el próximo domingo se estarán efectuando otras costosísimas elecciones de diferentes puestos de elección popular… cómo hace doce años cuando con truco de algoritmos incalificables, se atracó la decisión popular que optó por un candidato y se le endilgó a otro por parte de las autoridades electorales con todos los ricachones haciendo equipo con el presichente de Foxilandia y (casi) toda la prensa nacional, quienes al unísono hicieron la ola, quemaron incienso y regaron pétalos de flores ante el usurpador que llegó al poder… “haiga sido como haiga sido”. Aún se sigue padeciendo este incalificable error que, entre otros legados dejó un nuevo modo de arreglar las cosas en el país, siempre al margen de la ley y en detrimento de las buenas costumbres, el abandono de los valores y la muerte del estado de derecho. Miles de muertos por dondequiera, desaparición de garantías colectivas e individuales peor que las que viven países que actualmente tienen que soportar un conflicto bélico. El Efecto FeCal.
Igual que hace doce años la población parece aletargada con los resultados de la contienda futbolera, no muestra interés ni en la familia, ni en el trabajo ni en la escuela. Se experimenta una euforia colectiva por los resultados recién obtenidos, y si ocurre lo mismo que en años anteriores, ese tercer partido de la fase de grupos siempre será más fácil que lo que parece y la calificación estará asegurada y seguiremos de fiesta hasta que la contundencia del cuarto partido devuelva a los aficionados a la brutalidad de encuentros donde normalmente tiemblan las patitas de los héroes en calzoncillos y se les doblan las manitas que solo se extienden para decirle adiós al mundial. Así ha pasado desde aquel fatídico 1994, cuando alguien ordenó que se perdiera ante Bulgaria desde la guarida del Chupacabras, con el equipo replegándose hasta perder en penales un partido que estaba ganado y donde no se hicieron cambios. Y así ha seguido. Se pretende demostrar bajo la lupa de la ciencia balompédica, que los descendientes de los guerreros que jugaban el Juego de Pelota junto a las majestuosas pirámides, no dan para más. Así, nomás.
El escenario ideal es el siguiente: calificar en primer lugar de grupo el miércoles y seguir la farra hasta el sábado para ir muy bañaditos a votar y que gane el mejor candidato. Si, de acuerdo a las encuestas, gana Morena y no hay fraudes, entonces habrá ocurrido el segundo milagro de este milenio –el primero fue ganarle a la Alemania-, y se tendrá la opción de ver el ejercicio del poder por una izquierda muy light con una perspectiva de país menos cruel que la que se está viviendo ahora. Entonces, si gana el candidato de la mayoría y los Ratones siguen avanzando, se le estarán atribuyendo al ganador las dotes de Mesías que sus detractores estuvieron endilgándole durante mucho tiempo en forma peyorativa. Además, muchos de los ricachones de fortunas mal habidas tendrán tiempo de pelarse a Miami o a Atlanta a disfrutar la vida.
La otra, si los mexicanos pierden y son eliminados, probablemente el voto se cargue contra aquellos que representan la corrupción y habrá más gente cuidando que sus sufragios sean contados debidamente y que cuando se den los resultados oficiales, todo mundo esté de acuerdo y podamos disfrutar al concluir los eventos un juego de futbol final entre los mismos de siempre y con un grupo importante de personas en este lado del charco, ocupadas en construir la versión de gobierno que estará operando los próximos seis años.
La otra opción, aunque no la única y probablemente la peor es que gane uno de los segundos y se tenga que soportar un cambio anémico y abúlico apuntando hacia lo mismo que se ha padecido desde la conquista de México, la total hegemonía de un grupo de privilegiados a quienes únicamente les mueve el interés a costa del padecimiento de formas de vida infrahumanas a las que por desgracia la población se empieza a acostumbrar y a sentir como normal.
Entonces ya no habría que evocar el Tercer Milagro del milenio. ■

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