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martes, 23 abril, 2024
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Asociaciones y voluntarios apoyan la Casa del Migrante “Sembrando Esperanza”

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

■ El sitio todavía no cuenta con algunos servicios básicos, explican encargados

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■ Hasta el momento no han podido recibir migrantes porque quieren ofrecerles un lugar digno

 

Con la finalidad de sensibilizar a la población y de cambiar la mentalidad de la sociedad que piensa que los migrantes son únicamente los que pasan de Centroamérica para Estados Unidos y que además muchos consideran como delincuentes, la Diócesis de Zacatecas junto con asociaciones y voluntarios han creado redes y abierto las puertas de la Casa del Migrante “Sembrando Esperanza”.

Ubicada a un par de kilómetros del Campus Siglo 21 de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), la casa del migrante, explica la Madre María Irene Jiménez Díaz, surgió como proyecto en 2014, cuando la Diócesis de Zacatecas cumplió 150 años de vida y para celebrar buscaron crear algo para dejar a la sociedad zacatecana, por lo que después de un estudio en conjunto con la UAZ, para investigar cuáles eran las necesidades que había, se arrojó que lo idóneo era erigir una casa para los migrantes.

El encargado del proyecto, informa la religiosa, es el padre Héctor Daniel Ayala Talamantes, quien tiene preparación y experiencia, por lo que desde el primer momento se condujo hacia una preparación del equipo que vinculara toda la necesidad de la pastoral social. El segundo paso explica, fue la gestión a nivel federal, en la que consiguieron un recurso inicial de un millón y medio para la cocina comedor, luego vino un millón más para la construcción mientras a la par se iba formando también el equipo.

En junio del año pasado comenzó la conformación de redes para que apoyaran el comedor, pero mientras se construía se inició otro proyecto que consistió en ir al Hospital General y al de la Mujer a ofrecer alimento, lo cual, para lograrlo se realizó un vínculo con la Diócesis y los Servicios de Salud del estado y con ayuda de instituciones, asociaciones y universidades, además, se logró comenzar a cubrir los 500 alimentos diarios que se necesitan para dar de comer a las personas que asisten a estos hospitales.

El número de voluntarios se ha incrementado, informa la Madre Irene, el primer mes del proyecto se contaba con 364, al segundo se sumaron 50 más, tanto que para lo que va del 2018 se cuenta con 4 mil voluntarios.

“Este proyecto surge para sensibilizar a la población”, sentencia la Oblata diocesana de San José, pero también para cambiar la mentalidad de la gente que muchas veces piensa que migrantes son sólo aquellos que cruzan de Centroamérica y Sudamérica para ir al norte y que muchas veces se les criminaliza, pero “en realidad todos por naturaleza somos migrante”, aclara.

Hasta el momento, “Sembrando esperanza” sí ha atendido a migrantes, lamentablemente explica la hermana Irene, no se les ha podido recibir porque aún el lugar no cuenta con algunos servicios básicos y, en sus palabras, les quieren ofrecer un lugar digno. “A los migrantes los estamos atendiendo, vamos a las vías, a los semáforos o donde los encontremos”, refirió.

Pero primeramente se está atendiendo a los migrantes locales, aquellos paisanos que lo hacen por salud, y que viajan de los distintos municipios a los hospitales de aquí, o a los estudiantes de la universidad que también dejan sus comunidades para buscar superarse académicamente. Es parte de la sensibilización, reitera, de que la gente sepa que también son migrantes dentro de su territorio y que por ende tienen también derecho a migrar.

La religiosa enfatiza que a pesar que por el momento se está atendiendo sólo a migrante local en los hospitales, en la casa se recibirá a todos, tanto a los que vengan del sur como los internos. Y el espacio contará también con su reglamento para los que vayan de paso como para los que se queden, pero siempre se les ofrecerá comida, un lugar de descanso y regaderas para bañarse “para presentarse dignos ante la sociedad”.

El espacio está conformado por varias áreas; se cuenta ya con el comedor, la cocina, el cuarto para la refrigeración y separación de alimentos, así como el área de descarga, de almacenamiento, las oficinas y los dormitorios con regaderas.

“Hay cuartos para hombres y mujeres, pero también tenemos tres habitaciones que vendrían siendo para familias que vienen, porque no las vamos a separar, y para personas con una preferencia sexual diferente. No podemos mezclarlos, no podemos decir que ellos se queden con hombres o mujeres. Ellos también tienen sus derechos y ante todo, lo que queremos es que se respete su dignidad y no violentarla”, refiere.

Informa que falta por concluir el drenaje y el servicio del agua, cuando se termine se continuará con el equipamiento de lo demás, pero reitera que la casa está abierta para aquel que lo está necesitando. E hizo un llamado para que más personas se sumen como voluntarios, pues se lograrían más alimentos por día, aparte de los 500 o mil que ofrecen algunas redes. Pero también para que donen muebles nuevos para que su uso sea más largo.

La Casa del Migrante “Sembrando esperanza” trabaja en conjunto con más casas de migrantes del estado y de la región para dar seguimiento a las personas que cruzan el territorio y lleva un registro en caso de que haya emergencias. Constantemente son apoyados también por Rodolfo García Zamora, investigador de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo de la UAZ quien les actualiza las cifras necesarias para estar preparados pues “todos por naturaleza somos migrantes.”

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