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lunes, 18 marzo, 2024
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Estabilidad

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Cuando las aguas se salen de su cauce termina la estabilidad. Se rompe con la rutina cotidiana que venía prevaleciendo. Los conflictos en las escuelas sean del grado o naturaleza que broten tiene como resultado su desestabilización. A veces se vuelven crisis y cuando estas tocan fondo urgen remedios radicales, pues está demostrado que solo así puede sanar al enfermo.
Docentes y administrativos; a los que se han sumado alumnos, se desconocen cuantos y quienes, han determinado solicitar la destitución de la directora de la Unidad 321 de la Universidad Pedagógica Nacional, UPN-Zacatecas. Los diferendos no siempre son unánimes y no faltan los que se oponen o declaran neutrales.
Para hacer patente el desconocimiento de la directora, realizaron un paro de labores el martes 19 de junio, mismo día en que marcharon con el apoyo solidario del MDMZ por las calles del Centro histórico para demandar la salida de la actual directora, desconocida por el Consejo de Unidad de la Institución.
Preocupante de suyo es lo que está ocurriendo en la UPN-Zacatecas. Siempre será motivo de preocupación que una escuela, más si es del nivel superior destinada ahora a formar futuros y muy competentes interventores educativos, amen de actualizar y capacitar a profesores en servicio, paralice sus trabajos cotidianos.
La institución que hasta hace un semestre fuera mi centro de trabajo al que estuve adscrito vía concurso de oposición como maestro de base desde que ingrese y me abrigo durante 28 años, sigue emproblemada. Pareciera significarse por el eterno y perene conflicto.
La Universidad otrora llamada de los maestros que desde hace tiempo pasó a ser mayoritariamente desino en su mayor parte de egresados de bachilleres que un alto porcentaje no fueron aceptados por la Escuela Normal y de ciudadanos que vieron frustrada su vocación primigenia y optaron como una segunda opción estudiar en ella, algunos de ellos secundaron el paro.
Desde la semana pasada, la prensa fue profusa en difundir en diferentes rotativos y medios audiovisuales el conflicto que ha llevado al enfrentamiento entre la directora y el subdirector. La refriega mediática ha sido una guerra de fuego cruzado. Mientas la directora acusa mediante un escrito a su subordinado de estar atrás moviendo los hilos cuidándose de ser protagónico, entre otros cargos de usufructuar cafetería y fotocopiado como negocios particulares, sobre los que no informan los ingresos a la Dirección. Otras acusaciones que le dirige a quien en el papel o en teoría debería ser su principal auxiliar o brazo derecho en todo lo relacionado con lo académico son los de recurrir a la prepotencia, violencia de género y corrupción (conflictos de intereses incluidos). Su ínclito adversario desmiente las acusaciones a las que considera “difamaciones” y exige se comprueben. El subdirector por su parte acusa a su directora incapacidad académica y de no desempeñar el trabajo y gestiones que el se ve obligado hacer. ¿Quién tiene la razón? Mediante una acusiosa investigación que incluya auditorias administrativa y financiera a la presente administración como a las que le precedieron, objetivas e imparciales por parte de los órganos competentes, se podrá saber quién dice la verdad y quién miente.
En la ocasión en que destituyeron a la maestra Ofelia Alvarado, hace ya algunos años, por exigir entonces a la SEC pagos atrasados a maestros contratados a los que se adeudaban pagos retrasados, quien esto escribe llegó a externar públicamente en un periódico local que las escuelas no tienen dueño. Menos si son públicas. Como instituciones educativas sostenidas con los impuestos de los contribuyentes pertenecen a la sociedad. Son del Pueblo y a este deben servir acatando la normatividad que se les fija. Este carácter de ser públicas se pierde cuando en ellas surgen personas o grupos de interés políticos o ideológicos, o peor aún que buscan manejarlas con criterios “empresariales” cual si fueran franquicias.
Si el paro de los upenianos o upenistas, cualquiera que sea el termino correcto, que condujo a la suspensión se sustenta en demandas justas se justifica, pero eso no lo sabemos hasta entonces no se conozcan los resultados de la investigación que la Seduzac está obligada a hacer u ordenar.
En todo conflicto la negociación y el dialogo son necesarios para dirimir las diferencias o aclarar los malos entendidos. Ésta siempre será la vía más civilizada. El problema esta cuando el rencor y el resentimiento es infranqueable en una de las partes que impide la conciliación. Por el bien de los estudiantes y los padres de estos, lo deseable es el entendimiento, todo apegado a la norma y la legalidad institucional, pues por derecho se entiende lo que es recto y por lo tanto justo.
De lo último que nos enteramos sobre el diferendo upenista es la postura firme que mantiene la directora en sus acusaciones. Lejos de arredrarse y asumir que lo que denunció sean difamaciones, sostiene lo que ya había dicho. El día de hoy un diario de circulación local titula dos notas, en su primera plana se lee: “Abusa El Grande de su poder” y en sus páginas interiores relacionado con la declaración de la directora: “Asegura que manipulan a estudiantes de UPN”. En el texto de esta segunda nota, la siguiente cita que reproduce El Diario NTR es toda una perla la cita que no admite desperdicio, abunda la directora que: “…por parte del subdirector sufrió acoso laboral e intimidación durante el año que lleva en el cargo y, en una ocasión directamente, Fernández Andrade, enfático le dijo: “aquí el que manda soy yo”; y con los docentes y administrativos los obliga a cooperar en sus decisiones, cuestionando (quizá quiso decir condicionando) su estadía y empleo en la escuela”. En cuanto a la participación de los alumnos la valiente directora señala que éstos “son movidos y son manipulados”, agregando que resulta inexplicable que estando ya de vacaciones los llamaron para hacer guardias frente al edificio tomado.
Las acusaciones de las partes están ventiladas, el conflicto se ha convertido en un asunto público. Lo peor que podría hacer la doctora Gema Mercado como responsable de la SEDUZAC es dejar que el conflicto se pudra, se diluya y muera por cansancio abandonándose de atenderlo. Una investigación sesuda y auditorías objetivas e imparciales urgen, pues sería la única forma de “desfacer” el entuerto. ■

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