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jueves, 28 marzo, 2024
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Tres preguntas (sobre captura del Estado) a los candidatos

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Por: Marco Torres •

Tanto la desigualdad como la corrupción parecen apuntar a una causa común: la captura del Estado. Los analistas de la desigualdad apuntan en esta causa como el factor que no sólo impide que las políticas tengan éxito, sino que convierte al propio Estado en productor de desigualdad a través de una hacienda profundamente regresiva. Con el régimen de Consolidación Fiscal (aun con las pequeñas modificaciones que le hicieron hace dos años) los grandes corporativos terminan pagando un 6 por ciento al impuesto a la renta, mientras cada asalariado paga su 30 % obligatorio. Y los regímenes de privilegio que exenta al Capital de ser gravado, provoca que las capas medias tengan una carga fiscal de la cual los muy ricos están liberados. Lo cual, naturalmente, aumenta sus capacidades de acumulación. Y por el lado del gasto, resulta que también es un proceso regresivo en las políticas del campo, desarrollo económico o educación superior. Los indicadores que miden el Gini antes y después de impuestos, en México no se mueven. Por ello, la estructura hacendaria en México provoca desigualdad. ¿Por qué razón? Pues porque los beneficiarios mandan en las políticas: un Estado sin la autonomía relativa que le da salud, se convierte en parte de la enfermedad. En manos de los megáricos, pierde su misión esencial.
De igual forma la corrupción. Es un problema que no ha alcanzado consenso en su ‘definición’, pero los mejores análisis apuntan a la idea que la corrupción es un problema de Captura del Estado. En este caso la captura es a todos niveles y áreas de gobierno. Ciertas élites nacionales, o regionales o locales que toman en sus manos el manejo de la administración pública. Sin control social deciden el destino de los recursos públicos.
Así las cosas, sobre estos tópicos debemos hacer dos preguntas puntuales a los candidatos punteros: (1) ¿va a eliminar Usted (completamente) el régimen de consolidación fiscal en México?; y (2) ¿está de acuerdo en establecer un impuesto especial al Capital? Ambas medidas serán no sólo la manera de ampliar la hacienda pública y de mejorar su progresividad, sino el indicativo de autonomía relativa respecto al poder económico de los mega-ricos. Si la respuesta es “No”, entonces es claro que la captura será continua, y no hay esperanza alguna que predicar. Para el caso de la corrupción hay revisar cuales son los vínculos de los diversos partidos con las élites respectivas. Si no hay mecanismos de control social de los recursos en los gobiernos subnacionales, a lo más puede haber alternancia de élites. Es decir, lo que puede cambiar es, no la eliminación de la captura reticular, sino el cambio de élites en dicha captura. Lo cual no representa ninguna ganancia. Y el colmo: el sistema actual anticorrupción ha sido capturado. Aseguran su nulificación imponiendo en puestos clave a los agentes que protegerán sus intereses. El reciente caso de la Auditoría Superior de la Federación (ASP), donde despiden a la auditora responsable de las auditorias forenses, y los signos inequívocos de ‘preparar’ su salida del gobierno sin pruebas que los puedan llevar a procesos penales, es un signo inequívoco de la captura de los sistemas anticorrupción. ¿Cómo evitar dicha ocupación? Para empezar con la propuesta de nombres confiables en el Sistema Anticorrupción. Así las cosas, se establece la pregunta definidora a los candidatos: ¿cuáles son sus propuestas de personas a ocupar los puestos claves en el SNA? Muchos de los nombramientos no son responsabilidad del ejecutivo, pero es un ejercicio necesario, porque los nombres son propuestas impulsados por toda la coordinación política que representan.
En suma, si los diagnósticos apuntan a la captura como el factor causal de los dos problemas más importantes del país (desigualdad y corrupción), debemos centrar el debate en torno a las propuestas en torno a esa cuestión. Debemos hacer debatir a los candidatos en esta recta final sobre propuestas y compromisos que inhiban la captura que mencionamos. Hay motivos para tener dudas sobre la posibilidad de que los controles que independicen la administración pública se pongan en marcha. La clase política es básicamente la misma: no hemos presenciado renovación de cuadros dirigentes. Y por ello, es probable que los contactos (y compromisos) con sus élites continúan. En todos los partidos, sin excepción.

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