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miércoles, 24 abril, 2024
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Por: DANIEL SIBAJA* •

La Gualdra 341 / Séptimo Aniversario Gualdreño

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Esto es un berrinche. En los concursos de declamación siempre hay un matricida o un hijo que llora por su madre. Yo, en cambio, quise levantar el trofeo nacional con uno de esos poemas que encontré por internet: un Neruda, un Octavio Paz, o en el mejor de los casos un canto que superara a la de todos los participantes: Altazor, de Vicente Huidobro. Todo para llegar a sentirme un pequeño dios. Es cierto, aquí todos deben ir bien vestidos, nada importa la poesía; ya me he cansado de escuchar a la Loba o al joven de 17 años. Entonces me cuestiono: ¿en dónde está la verdadera poesía de las cosas? Era tan ignorante de los parámetros del jurado. Uno no puede llegar a sentirse pequeño dios sin antes haber pensado en el número siete. Esto lo tengo preparado desde que mis maestros me dieron el poema de un Conde que hacía imágenes de la luna en forma de pelota. En realidad nunca me perdí entre lo que ellos escribían mal y lo que yo leía del rincón de la lectura del salón. Mi éxito estaba en el número siete. Siempre lo supe. Ahora aquí estoy. Cabrones hijos de puta, vengo con mi canto de pájaro en paracaídas para revivir la poesía nacional en un concurso de declamación salvavidas con el precio de ver arder a los maestros gourmet y a los alumnos campeones tres veces consecutivas. Y voy hacerlo. Está todo listo. Por encima de lo mío, no quise más de esa poesía, no quise fingir que mi traje es de atrapado-ignorante, de capitán, oh, mi capitán: voy con el canto de los pájaros a recitar el número siete, con el ombligo en la mano, con el placer de enseñar la verdadera poesía ante todos. Es mi turno, aquí vamos, a denunciar al matricida fingido-pocoshuevos: Al aia aia / ai ai ai aia ui / Tralalí / Lali lalá / Aruaru. En su cara de ángel crece un tralalá, un ululayú, y como que voy hasta el fondo, matando sin sacar una pistola, el orgullo de los maestros de español y de su alumna tricampeona: Lalalí / Io ia / iiiio / Ai a i a a i i i i o ia. Bienvenidos a la poesía —les digo— con mi canto número siete, con mi pico-huidobro y mis palabras de marcapaso. Me imagino así, levantando el trofeo del concurso. No veas lo que traigo puesto —he reclamado— que voy vestido como un poeta, mi señores jueces, y que no tengan duda, me voy pa’ la nacional.

* Yucatán.

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