14.8 C
Zacatecas
sábado, 20 abril, 2024
spot_img

No todo está perdido

Más Leídas

- Publicidad -

Por: Marco Vinicio Flores Guerrero •

C

- Publicidad -

uando se pensaba que la violencia generada por cárteles del narcotráfico ya había llegado a su cúspide, nos damos cuenta de que en realidad se trata de un fenómeno hasta ahora irrefrenable, ante el cual el Estado mexicano da muestras de incapacidad. A los asesinatos y la expansión del crimen, incluso en nuevas modalidades y con renovados ímpetus, no se les ve fin.

Si la sociedad no ha reaccionado con fuerza contra ese desmesurado crecimiento de la violencia, será tal vez porque los medios de comunicación masiva tradicionales la han enfrascado en el febril encono de las campañas políticas que también, día a día, escalan más elevados niveles de agresividad y contundencia.

Una cosa es que las campañas electorales sean cada vez más virulentas, y otra que la realidad muestre que son bastante escasas las propuestas que aportan. Hay más ataques personales que aportaciones al debate de ideas o de plataformas políticas.

Para tensar más el arco, las campañas son ásperas y parecen conducir a vías cerradas y sin retorno. El panorama que se avizora, lejos de ser esperanzador, parece ser ominoso cualesquiera que sean los resultados que arrojen las urnas.

Por si todo esto no amenazara la frágil estabilidad en que se sostiene la nación, existen amenazas externas que tocan insistentemente a la puerta. Una de ellas es la proveniente del vecino del norte, donde un Donald Trump amaga constantemente con posturas políticoeconómicas que endurecen conforme pasa el tiempo y el Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos parece llegar al punto de disolución.

El muro, “que a fin de cuentas habrá de pagar México”, según la cantaleta trumpeana, es otro factor que amenaza seriamente la estabilidad económica del país, tanto que bastan breves frases agresivas del presidente estadunidense para que el peso se doblegue ante el dólar. Lo nuevo son las amenazas para fijar aranceles a las importaciones de acero y aluminio, que mucho dañarían nuestra balanza comercial.

Frente al gran cúmulo de adversidades internas y externas, que socavan la tranquilidad, la armonía y la paz deseada y merecida por el pueblo mexicano, la mayoría de quienes aspiran a la Presidencia de la República no aportan proyectos verdaderamente esperanzadores, porque sus ofertas, descontadas las agresiones verbales que entre los candidatos se propinan generosamente, se cifran principalmente en el combate a la corrupción –ese cáncer ante el que sucumben lo mismo funcionarios que políticos y empresarios— y los cárteles del narcotráfico, formado por el poder económico que más prospera en el país, alimentándose de la mano de obra de jóvenes y adolescentes que no por voluntad propia se han alejado de sus hogares y de las aulas, ni han podido dejar las huestes del desempleo.

La situación, no obstante toda su complejidad, podría reencauzarse, para lograr el bienestar al que aspira la mayoría de los mexicanos. ¿Por qué, si tenemos un extenso territorio al que la naturaleza dotó pródigamente de riquezas incalculables y bellezas increíbles, debemos estar condenados a la pobreza, siglo tras siglo?

Coloquialmente se dice que somos más los buenos que los malos; la realidad es que somos infinitamente más los buenos mexicanos.

Dicen las estadísticas que uno por ciento de la población lo constituyen quienes cuentan sus riquezas en miles de millones, los que viven, cada uno de ellos, de la riqueza producida por miles o cientos de miles de trabajadores, hombres y mujeres. Otro cuatro por ciento lo integran quienes cuentan sus fortunas en centenares de millones de pesos.

¿Riquezas malhabidas, resultado de la corrupción y de saqueos, de despojos a la Nación? Sí, en muchos casos.

Otros, quizás cientos de miles, son los delincuentes: narcotraficantes, sicarios, secuestradores, extorsionadores, huachicoleros, asaltantes de trenes, tratantes de blancas, delincuentes del fuero común, delincuentes de cuello blanco, comerciantes abusivos, etc.

El resto, somos los mexicanos de la calle y del campo, los que trabajamos y nos esforzamos día a día, quienes intentamos, porque nacimos de buena cuna, ser respetuosos de las leyes de los hombres y de las leyes divinas o naturales; los que respetamos y amamos al prójimo; los que amamos la tierra en la que nacimos y queremos engrandecerla y recuperarla como Patria.

Hay quienes quieren descarrilar al país, pero no lo lograrán. Ni el próximo 1 de julio ni nunca, porque los buenos mexicanos somos muchísimos más. No todo está perdido; acaso nos hemos extraviado en el camino, pero habremos de reencontrarlo, por el bien de todos. ν

*Titular de la Coordinación Estatal de Planeación

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -