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viernes, 29 marzo, 2024
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A Zacatecas le convendría aplicación de una política de autosuficiencia alimentaria

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Por: ALMA RÍOS •

Sería la entidad donde se asienten oficinas operativas para comercializar los productos: docente

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Se plantearía un esquema para producir fertilizantes y abonos para aumentar la producción

 

A Zacatecas le convendrá “grandemente” que se implemente en el país una política para la autosuficiencia alimentaria. Si se cumplen los dichos de campaña de Andrés Manuel López Obrador será en esta entidad donde se asienten las oficinas operativas que se encargarán de comprar, comercializar y beneficiar los productos básicos, un ente parecido a la otrora conocida como Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), dijo Raúl René Ruíz Garduño, docente investigador en el Centro Regional de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACH).

Se instauraría bajo esa política un sistema de apoyos diferenciados para los productos comerciales y los de autoconsumo. Y se plantearía un esquema para producir fertilizantes y abonos para aumentar en la entidad la producción y la productividad, agregó.

En este plan, López Obrador plantea para los productores de subsistencia, quienes tienen desde tres y hasta ocho hectáreas y producen hasta 500 kilos de frijol u 800 de maíz por cada una de ellas en promedio y conforman la mayoría en el país de quienes se dedican al campo, proporcionarles prácticamente los abonos de manera gratuita.

Y a los productores que ya se encuentran en el carril de la comercialización y que son empresarios o microempresarios, la propuesta es conseguirles abonos y fertilizantes a precios competitivos a nivel internacional.

En el Plan de Ayala Siglo XXI 2.0 se detallan los mecanismos de estos apoyos diferenciados que implican “que nadie se quede sin tener lo que le corresponde en términos de producir lo que la población del país demanda todos los días”, dijo René Ruiz.

El programa trabajará bajo el esquema de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras, una propuesta técnico-comercial sobre la que ya existe la experiencia en Zacatecas y que garantizaría precios adecuados a los insumos pero también a la producción y la productividad.

Zacatecas frijolero
En Zacatecas se reconstituiría todo el sistema de compraventa y comercialización de productos e insumos para la agricultura campesina frijolera, dijo, y recordó que aquí se produce frijol para abastecer a la tercera parte del consumo nacional, sin embargo, sólo se están produciendo siete variedades de la leguminosa, cuando entre los años 70 y 80 se tenían más de 40.

En los 35 años recientes de la política neoliberal en el campo se le dio “una barrida a la fortaleza genética, a los frijoles criollos adaptados región por región, valle por valle, cerro por cerro”.

Aun cuando México es autosuficiente en la producción de frijol cada año se importa la leguminosa. Todavía no empieza la cosecha este 2018 pero ya se espera el impacto de la sobre existencia del producto del año pasado, sin frenarse por ello la política de importación directa desde los Estados Unidos.

Agregó respecto del caso local, que en el semidesierto se tienen actualmente rendimientos muy buenos de maíz y de frijol y hay miles de toneladas de abono de cabra que no se utiliza “estando la parcela ahí a 100 metros”.

En general no se le está dando beneficio alguno a la fuente de nutrientes que aportan todos los residuos de la ganadería. Por lo que bajo este esquema se le apostaría a un binomio positivo en Zacatecas: ganadería-agricultura.

Autosuficiencia no es autarquía
El programa para la autosuficiencia alimentaria no busca que la economía sea autárquica, es decir, cerrada al exterior. “Eso no lo plantea en ningún momento ni López Obrador ni mucha gente que viene trabajando con eso desde hace muchos años” sino que pone en el centro de la atención la producción de lo que consume preferentemente el pueblo mexicano: maíz, frijol, arroz, trigo, entre otros productos.

“Para eso requerimos políticas dirigidas a recuperar la relevancia que tenían las unidades de producción campesina de reducida superficie o extensión”, y que constituyen 90 por ciento de las unidades de producción en México (de autoconsumo o producción a baja escala, parcelas pequeñas, laderas de cultivos en áreas marginales que dependen del temporal).

Solo 10 por ciento de la superficie de siembra en el país es de riego, lo que permite garantizar la producción.

“Pero esas áreas que además cuentan con cercanía a carreteras y otros beneficios de infraestructura, se destinan a la producción para la exportación, fundamentalmente de frutillas”.

El SAM…pero no El Tío
Raúl René Ruíz Garduño dijo que en los años 80 se demostró que con pequeños estímulos en fertilizantes, créditos, asesoría y capacitación dirigidos a las unidades de reducida extensión en el campo mexicano se podía lograr la soberanía alimentaria y producir más de 75 por ciento de lo que se consumía el país. Esos fueron los resultados de la implementación del Sistema Alimentario Mexicano (SAM) del cual hay mucha información.

El modelo que proponen ahora los morenistas está sustentado en un documento, el Plan de Ayala Siglo XXI 2.0, generado por el Movimiento Campesino de mismo nombre, que puede consultarse en el sitio http://www.movimientocampesinoplandeayalasigloxxl.org.mx/
En él se detalla que es lo que requiere México para depender menos de la producción de básicos estadounidense.

Pero también acotó no se requiere producir en el país 100 por ciento de los alimentos, pues “no tiene sentido y nadie lo plantea así”.
Subsidios, concepto clave

El investigador recordó que desde hace 35 años en México se aplicó a rajatabla la tesis de que los subsidios “distorsionan el mercado” agrícola. Pero todos los países subsidian esta producción. Así ocurre en los Estados Unidos, Japón o Francia, “en ninguna parte” se han suspendido.

En los Estados Unidos los productores maiceros obtienen ingresos objetivos garantizados mediante la Farm Bill. Son programas quinquenales que se revisan al final de cada periodo e implican el estudio de la demanda y el monitoreo en esta lógica de cada predio.

“Así saben cuánto habrán de ofertarle al mundo y pueden suspender la producción en equis cantidad de hectáreas, pero el productor no deja de ganar, tiene garantizado su ingreso, lo que le permite seguir siendo maicero”.

Este producto subsidiado en los Estados Unidos se vende “barato” en países como México, pero cuando se traslada a los consumidores directos sale más caro que lo que implicaría producirlo localmente, observó.

Llevar una tonelada de maíz desde Iowa hasta la Sierra Mixteca de Oaxaca cuesta más que los cuatro pesos por kilo que se pagan actualmente por este grano en el país.

Quienes han estudiado estos temas plantean que es mejor recanalizar los apoyos, reconstituir el sistema que de los años 80 para que hacer más fácil y barata la producción del maíz que se consume en la Mixteca, por ejemplo.

Comer y otros beneficios
Los beneficios aparejados a una política de autosuficiencia alimentaria, además de la seguridad ante una eventualidad impuesta desde el exterior que obstaculice el derecho a la alimentación de los mexicanos porque se cultivarían los maíces nativos y se garantizaría la estabilidad de las unidades de producción del país, también implicaría la conservación de la tierra, la estabilidad de las unidades familiares y aun las comunitarias.

“Habría que mandar un mensaje de certeza a nuestros productores y población en general, de que la calidad de nuestros alimentos estará garantizada en cuanto los produzcamos en nuestras tierras. Esa producción da empleos y derrama de recursos en tanto pueda reconstituirse el sistema de apoyos al campo que existen en todos los países”.

Retos
René Ruiz dijo que estamos en dificultades para lograr la soberanía alimentaria de manera inmediata “porque 30 años de golpeteo contra el campo desmantelaron una red, un sistema que se había creado como soporte para ello”.

Por ejemplo para producir toda la semilla mejorada habrá que reconstituir “nuestras productoras nacionales de semilla, los sistemas de investigación, de almacenamiento de cosecha, de adaptación tecnológica”.

No obstante sostuvo que existe la capacidad nacional para hacerlo desde las universidades y centros de estudios, como la Universidad Autónoma de Chapingo, la Antonio Narro y el Inifap, “a muchas más que tienen la suficiente capacidad técnica para producir la semilla que requiere nuestro país”.

Pero se requieren los apoyos para el fomento de la producción, la comercialización, el beneficio y la transformación de la producción agrícola que existían hace más de 30 años.

“No se espere que sea de un año para otro. Y no se puede lograr durante un sexenio. Se requiere limpiar terreno, retomar todas las políticas exitosas que teníamos hasta los años 70-80, en periodo en que el país crecía al 6% anual teniendo gran parte de una producción agropecuaria suficiente hasta para vender, recomponer las cosas en la parte investigativa, de transferencia de tecnología y educación para darle más valor a lo que tenemos como país”.

En el caso del frijol, maíz, arroz y para trigo, informó, “tenemos a algunos de los mejores genetistas que hay en el mundo” para recrear los sistemas de investigación, generación, transferencia y validación de tecnología.

Refirió que en los últimos 35 años el modelo propuesto para el campo mexicano ha desconocido su potencial real. Y recordó que anterior a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte se discutió muchísimo con abundante información las disparidades económicas, tecnológicas y ecológicas de las economías de producción de México y Estados Unidos, que las proponían incomparables.

No obstante, en el fondo de la discusión se encontraba, y aún está vigente debido al régimen que se mantiene en el poder, la apuesta por un modelo que considera “que la globalización ofrece una garantía” para resolver los problemas nacionales.

El resultado visible es el desmantelamiento de las políticas del Estado mexicano hacia los productores agropecuarios mayoritarios, a los que se ha dejado sin estímulos, crédito y medios para la modernización de la infraestructura productiva básica: presas, canales y arreglos parcelarios, luego “que se frenó toda inversión en el campo a fin de que nos convirtiéramos los mexicanos en un mercado garantizado para Estados Unidos, en cuanto que estamos obligados a comprarles gran cantidad de productos”, incluso el emblemático maíz.

El emblemático maíz
De este grano se importan aproximadamente unas 14 millones de toneladas en su variante de maíz amarillo. “Hay gente que plantea que no nos fijemos en eso porque finalmente no se consume todo por la población”, pero lo cierto es que se hace de manera indirecta pues se dirige a la crianza de animales, refirió Ruíz Garduño.

Estas importaciones implican una erogación de recursos para México y aunque existe una balanza comercial superavitaria sustentada en la exportación de frutillas principalmente, y que cultivan productores modernizados, se dejan de producir en esta lógica los productos básicos: maíz, trigo, soya, arroz y frijol.

“Entonces lo que está en discusión en este momento, es que sí tenemos deficiencias tecnológicas diametralmente opuestas pero lo que sí está claro es que debe transformarse esa visión de que el mercado norteamericano satisfaga las necesidades en consumos básicos”.

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