11.9 C
Zacatecas
viernes, 29 marzo, 2024
spot_img

Muere, monstruo, muere. Una poética del exceso

Más Leídas

- Publicidad -

Por: SERGI RAMOS •

Se presentó en la sección Una cierta mirada la segunda película del director argentino Alejandro Fadel, Muere, monstruo, muere, guionista habitual de una parte del cine argentino y en particular de Pablo Trapero. Estábamos a la expectativa después de habernos gustado su primer largometraje Los Salvajes, historia de un grupo de jóvenes delincuentes perdidos en las montañas de Córdoba, una variación onírica y contemporánea del western crepuscular.
Muere, monstruo, muere retoma la evocación de la violencia presente en su anterior película, pero dándole un giro hacia el género fantástico y el cine de terror. La primera secuencia introduce abruptamente al espectador en la estética gore, mostrando de manera gráfica la primera de las decapitaciones que van a dar pie a la trama: la investigación de una serie de asesinatos de mujeres por parte de un grupo de la policía rural en la región montañosa de Mendoza. Pronto, las pesquisas policiales dejan paso a la evocación de un triángulo de amor imposible entre una de las víctimas, su marido acusado del crimen y presuntamente alienado, y el policía que se ocupa de investigar el caso. La locura, como en todo relato fantástico, sugiere la presencia de un presunto monstruo, quien sería el auténtico responsable de los asesinatos.
A partir de ahí, la película va abriendo presuntas pistas sobre la existencia del monstruo y la autoría de los asesinatos, pero también entre la coexistencia entre la realidad y lo sobrenatural. A la manera del Andrej Zulawski de Posesión, utiliza al monstruo para reflexionar sobre la complejidad de las pulsiones que se ocultan en la psique de cada uno de los personajes, y atribuirle un cuerpo en la pantalla. Además, pretende utilizar ese tema para desmontar el género y reflexionar sobre la propia naturaleza de la imagen y de la palabra. Multiplicando los tonos y los géneros, los recursos y los hilos narrativos, las especulaciones estéticas y psíquicas, Fadel apunta en muchas direcciones y probablemente acabe perdiendo no sólo al espectador, sino a su propio relato. Una propuesta ambiciosa que acaba pecando por su exceso.

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -