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jueves, 25 abril, 2024
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Cómprame un revólver, de Julio Hernández Cordón en la Quincena

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

Desde un dron, toma cenital sobre un campo terregoso del norte mexicano, un montón de pinturas de hombres muertos en la tierra en diferentes posiciones crean el escenario de una matanza pero sin cuerpos reales. Restos de botellas, hieleras, instrumentos de música nos dicen que la fiesta acabó en matanza. Todo el plano montado en una especie de historieta y que le quita el sentido trágico y violento. Estamos describiendo sólo una de las tantas escenas de la dura farsa negra escrita y filmada por el director México-guatemalteco-estadounidense, Julio Hernández Cordón, Cómprame un revólver.
“Mi trabajo como realizador es crear imágenes que se conserven, que la historia camine, pero también que mis imágenes se sumen al imaginario del cine mexicano. Puede que mi cine no guste, pero que la gente no se olvide de él. Que las imágenes regresen constantemente. Que el arte te inspire y acompañe”, apuntó en entrevista Hernández Cordón que con ésta firma su séptima película y su primera asistencia a Cannes dentro de la sección reconocida por su vanguardia en el cine de autor.
La película fue proyectada como parte de la Selección de la Quincena de los Realizadores en el Festival de Cannes el lunes 5 de mayo. Las proyecciones tuvieron la presencia de Hernández Cordón; sus hijas Matilde y Fabiana Hernández-actrices principales-; Ángel Leonel Corral, actor principal; y la producción.
Hay que señalar que Hernández Cordón sigue con su estrategia de no utilizar actores profesionales, y para esta ocasión acudió a sus propias pequeñas hijas y las puso a actuar el rol de dos niñas en medio de una tierra de narcos en donde faltan mujeres y no hay gobierno.
Cómprame un revólver es la farsa de un mundo, pues, dominado por narcos, drogas y la catástrofe es que ya se han acabado a las mujeres; las únicas que quedan se esconden. Las niñas son la presa ansiada y deseada. El otro gran tesoro de los narcos es, además de la fiesta, la música y el alcohol, jugar béisbol. Por eso van de vez en cuando a uno de los pocos lugares verdes de ese terrible desierto en el norte de México a jugar al rey de los deportes. El responsable de conservarlo es un padre que esconde a su hija para que no se la roben, pues ya perdió a la mayor y a su propia mujer. Para soportar su vida se da al consumo de todo lo que le den, a cantar y jugar con los niños rescatados del narco.
Hernández Cordón conserva su estilo de usar largos planos secuencia pero ahora más ágiles; por ejemplo, en la escena que precede a la gran bacanal de los narcos, la llegada de los músicos, tiene una duración de seis minutos: “Conseguí pulir algunas cosas de mis películas anteriores, que la narración interna sea más ágil y es menos evidente la duración en el espectador. Conseguí mezclar lo observacional con lo rítmico; el ritmo externo con el interno del montaje”.

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Hernández Cordón en compañia de los actores de Cómprame un revólver

Legalizar las drogas para
dejar de pagar los platos
de los consumidores
Hernández Cordón declaró, en la primera proyección de la película, estar a favor de la legalización de las drogas en México como medida para controlar la violencia y la guerra. Y es que considera que México paga con vidas el consumo de drogas de los países primermundistas, y desde hace casi 20 años que la guerra no termina y no se le ve fin.
Por eso la razón de la escena arriba comentada -los cuerpos muertos pintados en el suelo-. Su hija, Matilde iba a caminar por entre los cuerpos y no “era necesario, no quería exponerla a esa violencia. Aunque sean obviamente cuerpos maquillados y con efectos no quería hacerla caminar…Esto ya lo había hecho en otra película que se llamó y nunca terminé Ojala el sol no se esconda, donde todos los muertos son dibujados. En ese momento fue por estética y presupuesto que lo elegí. Y ahora pensé que eso le iba a dar un aspecto visual interesante”. Por esa razón, y por supuesto, por estética entonces decidió pintarlos.
A pesar de la metáfora del mundo narco, la película y el cine de Hernández Cordón evitan caer en la humanización cursi de los personajes, toma distancia con ellos y no permite que las historias antagónicas queden zanjadas por motivos políticamente correctos. De ahí que los desenlaces rompan con las convenciones del cine.

Una película en familia
y con amigo
“La paternidad es el tema que más quería que pesara en la película”, por encima del asunto del narcotráfico y de las mujeres. Cómprame un revolver le permitió a Hernández Cordón pasar varios meses con sus hijas día y noche. No fueron a la escuela durante el rodaje y estuvieron con él todo el tiempo en Sonora. Matilde, también presente en una de las dos conferencias de prensa, rio al recordar que “era raro y difícil tener a su papá de papá y de jefe de dirección. Pero sí teníamos niñera”.
Eligió trabajar con sus hijas porque desde el inicio del proyecto había decidido y comentado con sus productores que “no iba a hacer nada que no le hiciera daño a mis hijas. No iba hacer nada incorrecto. Y porque muchas cosas las escribí para ellas”. Por eso su escena favorita es la final, cuando una de ellas está bateando imaginariamente, porque es un recuerdo a sus orígenes.
Si el reclutar a sus hijas para la película le pareció obvio “porque quería hacer una historia de paternidad”, también lo fue elegir a su actor principal, al músico Ángel Leonel amigo de él en Facebook y padre de una compañera de sus hijas en la escuela: “No me gusta hacer castings, prefiero elegir según el perfil que busco. Les hago prueba de cámara y ya”.
Cómprame un revolveres una película que terminó hace 3 semanas, en un producción y postproducción que empezó en octubre de 2017, pero de un proyecto pensado a mediados del 2015 con un costo de un millón de dólares; ojalá y salga pronto en los cines mexicanos.

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