La Gualdra 337 / Poesía / Río de palabras
El iniciado
Todo atraviesa mis ojos
con la misma voz atávica del viento
Pero ahora en estos ojos
hay un jardín con raíces de piedra
y los árboles extraen la negrura en cada vértebra.
Los surcos en el horizonte
siguen el hilo de la obertura solar.
Se escribe en los muros
la frase intangible
que nos devuelve el nacimiento
Y se pronuncia el mundo
en cada pájaro de tierra.
Alameda
Detrás de los cerezos crecía la noche.
Las hojas ardían como la pira interminable contenida en el cielo.
En desbandada,
la gélida envoltura del horizonte
vocalizaba el movimiento de todo lo invisible.
Pareciera que Dios se escondía
en la palpitación celeste de los tallos
en el pecho abierto de los cadáveres sin fondo.
Ya no había que lanzarse desde ninguna orilla
para sentirse solo;
la tierra era el más bello precipicio.
El silencio adulto
siempre fue la traducción
de la primera lluvia destapándose.
*Carla Alonzo (Mérida,1996).
