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viernes, 19 abril, 2024
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Sustantivos epicenos y heterónimos

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Por: SIMITRIO QUEZADA •

La Gualdra 335 / Lenguaje / El Picaporte

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Si yo, hombre, digo que “soy la señora de mi casa”, puedo despertar la sorna de muchos: estoy feminizándome; al cambiar de género gramatical estoy insinuando cambio en mi orientación sexual. No ocurre lo mismo si declaro: “Soy la víctima” o “Soy la autoridad” o “Soy la prueba viviente”, pues se entiende que tanto víctima o autoridad o prueba, aunque tienen género femenino en su terminación pueden emplearse en personas de cualquier sexo.

Éstos son sustantivos epicenos.

La palabra griega “epíkoinos” significa “común”. Los epicenos son sustantivos a los que les basta un solo género gramatical para nombrar a especímenes de cualquier sexo. En cuanto a animales, la abeja, la cobra, la pantera, la avispa tienen terminación femenina y aun así yo puedo hablar de la abeja macho, la cobra macho, la pantera macho, la avispa macho y la foca macho (no el abejo, el cobro, el pantero, el avispo y el foco). Puedo también hablar del avestruz macho y el avestruz hembra (no la avestruza), el leopardo macho y el leopardo hembra (no la leoparda), el venado macho y el venado hembra (no la venada), el chacal macho y la chacal hembra (no la chacala). También tenemos como designación “la mascota”, por muy macho que sea el animal.

En cuanto a funciones y atribuciones, tenemos la persona, la víctima, la autoridad, la garantía, la prueba de algo, la mano derecha de alguien, todos ellos con terminación femenina. En cuanto a masculina, el portavoz y la portavoz (no se dice “portavoza”). Amante, principiante, postulante, aspirante y voces similares conservan su “e” final. Todavía hay quien insiste en que se dice el miembro y la miembro, el testigo y la testigo.

También hay sustantivos masculinos terminados en “a”: astronauta, panista, priista, salinista, siquiatra, especialista, ciclista, terrorista, huelguista, pianista, agiotista…

Habrá quien ahora pregunte por qué se habla de la tigresa y no la tigre, la vaca y no la tora, la yegua y no la caballa, la madrina y no la padrina, la madre y no la padre. Aquí entran los sustantivos heterónimos, los que establecen una marcada diferencia de sexo desde la raíz o lexema de la palabra.

 

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