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sábado, 20 abril, 2024
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En Semana Mayor

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Por: EVARISTO ROBLES ESCALERA • Violeta Tavizón •

La Gualdra 332 / El templo de las musas / Arte

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La historia del antiguo Colegio de Guadalupe, espacio que actualmente ocupa el Museo de Guadalupe, ha sido parcialmente develada. En este número le cedo la palabra a un querido amigo historiador, que se ha especializado en recabar datos e historiar el Colegio de Guadalupe. Las traiciones litúrgicas de Semana Santa están estrechamente ligadas a la colección e inmueble del Museo, así como a la comunidad de Guadalupe.

A pesar de haber sido creado como un centro para la formación de misioneros, desde su fundación el 12 de enero de 1707,[1] los actos litúrgicos y devocionales fueron el principal eje para la vida de los religiosos del Colegio de Propaganda Fide de Guadalupe. La vida diaria de clausura practicada por los franciscanos de los siglos XVIII y XIX de este lugar giraba en torno a la visita constante que realizaban al coro para el rezo de Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas[2] donde al compás del órgano entonaban a dos coros la salmodia que las rúbricas del rito señalaban.

El rito adquiría un carácter de solemnidad o austeridad según las disposiciones que el calendario litúrgico señalaba; en las memorias recogidas por el padre fray Francisco Lujan, se pueden observar las fiestas que los religiosos celebraban en este recinto anualmente,[3] así como las normas que tenían que acatar.

Durante la última semana de Cuaresma, también conocida como Semana Mayor o Semana Santa, los ritos litúrgicos practicados seguían las tradiciones de la usanza europea medieval, éstas se implantaron en el Colegio como una costumbre para los religiosos, según el ejemplo del padre Margil[4] y se practicaron, según las fuentes, hasta la primera mitad del siglo XIX.[5]

Iglesia de Guadalupe, Secretaría de Cultura-INAH, Fototeca de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos.

Iglesia de Guadalupe, Secretaría de Cultura-INAH, Fototeca de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos.

Las actividades de esta semana comenzaban el Domingo de Ramos con una procesión, los hermanos salían del coro con los brazos cruzados, ordenados por antigüedad[6] y dirigiéndose a la antesacristía de la Iglesia donde aguardaban con las capillas caladas la bendición del prelado para salir a dar una vuelta procesional al atrio del santuario con las palmas en las manos; el sacerdote que precedía la ceremonia portaba amito, alba, cíngulo, estola y capa en color morado.[7]

El recorrido se detenía a las puertas de la iglesia que se encontraban cerradas, con la intención de que cuatro religiosos que se hallaban dentro de ésta alternaran con los que venían en procesión para a modo de responso entonar el himno Gloria, Laus et honor; al terminar este cántico el subdiácono daba dos golpes con el asta de la cruz, en este momento las puertas se abrían y la procesión entraba entonando el responso Ingrediente Domino.

Ésta fue una de las vastas tradiciones que los religiosos practicaron en este recinto durante el tiempo de Cuaresma en los siglos XVIII y XIX. Con el tiempo ésta quedó arraigada en la población del lugar, se puede observar cómo cada año en el Domingo de Ramos se organiza una procesión que va de la iglesia de este santuario a la parroquia.

 

[1] C. Rafael, Bosquejo de la historia del Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe Zacatecas y sus misiones, p. 71. Desde el primer día se establecieron los maitines a media noche y la secuela de todos los actos de comunidad.

[2] Por Laudes, Prima, Tercia, etc., se entiende la nomenclatura del rezo del oficio divino para las distintas horas del día.

[3] Es una calendarización donde señala mes por mes los días en que el rezo del oficio divino se dedicaba a algún santo, como la memoria de un mártir o advocación mariana.

[4]R. Eduardo Enrique, Fray Margil de Jesús apóstol de América, 3 ed., p. 21, en Figuras y episodios de la historia de México. Durante su formación como religioso a fray Margil se le vio rezar el viacrucis después de maitines con una pesada cruz.

[5] S. José Francisco, Historia del apostólico colegio de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas, desde su fundación hasta nuestro días, p. 217. En las procesiones los religiosos asistían a estas con sogas al cuello, corona de espinas y, en caso de ser posible, descalzos.

[6] Desde su fecha de ingreso al Colegio.

[7] L. Francisco de la Trinidad, Bosquejo del Colegio Apostólico de Santa María de Guadalupe, Zacatecas, p. 108.

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