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miércoles, 24 abril, 2024
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“La cola de rata”

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Por: ALMA RÍOS •

La libertad de expresión es un derecho al que acompaña una responsabilidad. Cada trabajo especial que publica La Jornada Zacatecas tiene por su puesto un trabajo previo de investigación, análisis, y a veces (y qué bueno que sea así), acaloradas discusiones entre los integrantes del área de Información.
El caso del que se publicó el pasado 8 de marzo con motivo de las reflexiones en torno al Día Internacional de la Mujer y que dirigió su atención al tema de las variantes de la violencia sexual, de acoso y hostigamiento, no es la excepción.
El acoso y hostigamiento son sin lugar a dudas los delitos de orden sexual más difíciles de comprobar.
Ha sido controversial por ello el que las víctimas en sus denuncias públicas citen los nombres de los agresores, “dañando con ello su imagen pública”, pero de eso se trata, de desenmascararlos, porque las más de las veces se escudan en el prestigio o en el poder de cualquier índole.
Ese es un cuestionamiento con el que tuvo que lidiar el movimiento #MeToo (A mí también), generado en el entorno del mundo del espectáculo en Hollywood, de cuyo seguimiento deriva el trabajo realizado por La Jornada Zacatecas en el que mediante una serie de entrevistas se buscó visibilizar que el acoso y hostigamiento sexuales siguen siendo una realidad en los diversos ámbitos que debieran ser de desarrollo pleno de las mujeres, y que significan por el contrario su limitante.
El movimiento MeToo, pero antes otros grandes esfuerzos por romper el silencio de las víctimas y por tanto la impunidad de los agresores evidenciando la existencia del abuso sexual de diferentes tipos, ha tenido que valerse de la valentía, de la osadía, justo para quebrantar un acuerdo, primero social, y luego entre grupos de complicidad, que ha implicado el que las victimas denuncien necesariamente con nombre y apellido a sus agresores con solo esa arma: “Mi palabra contra la tuya”.
Esto no sería suficiente para sustentar la invocación de nadie en un medio periodístico sin transgredir el rigor al que nos debemos, pero reitero, en el caso del abuso sexual y concretamente del acoso y el hostigamiento la comprobación efectivamente es mucho más difícil, aunque no imposible, por lo que seguimos dando seguimiento a la investigación ahora y gracias a las denuncias hechas por las mujeres entrevistadas, con más elementos.
Lo que han hecho las víctimas de abusos sexuales en el mundo es, “romper el silencio”, de eso se trata el ejercicio, como expuso el editorial de La Jornada Zacatecas aquel día, mostrar “la cola de rata”, el indicio de la existencia de un fenómeno, lanzando el grito: ¡El rey va desnudo!, para hacer visible algo que en realidad todos ven y saben que existe, y que luego es reforzado con más y más testimonios en que los nombres y los cómos se reiteran para exhibir la verdad.
Como he dicho, anteceden a los trabajos especiales del medio, investigaciones, análisis y discusiones sobre el cómo abordar los temas, en ese contexto el nombre de Jesús Reyes Cordero ya había surgido desde testimonios, asociado a casos de acoso, fue expuesto allí en la mesa y recuperado de otra denuncia pública.
No sabíamos en ese momento que al entrevistar a Claudia Córdova ella lo mencionaría en un episodio ocurrido hace más de una década.
En ese sentido, la nota periodística en que se cita al artista visual no refiere que su conducta se actualiza, aunque teníamos la información de que persiste. Sin comprobación, no fue eso lo que se exhibió en el texto. Y no se le expone o se le refiere como “el acosador sexual” al interior de la comunidad artístico-cultural de Zacatecas.
Se alude a eso, a un episodio de abuso sexual ilustrativo, en tanto que muestra los elementos que el trabajo de La Jornada Zacatecas proponía como hipótesis, al acoso, y más el hostigamiento sexual, este último tipificado en el Código Penal del estado con una implicación desigual entre la víctima y agresor de orden jerárquico, en este caso, un maestro, un referente del medio cultural, respetado por su trabajo artístico, que a la par puede incurrir en este tipo de actos deleznables, y en aquel momento, una joven estudiante de artes.
La decisión que sí tomamos, yo en particular, y que fue respaldada por el medio, fue citar el nombre luego que al finalizar la entrevista y preguntarle a Córdova Rojas sobre la posibilidad o no de hacerlo, de manera valiente contestó: “Sí, al cabo es cierto que sucedió esto”.
En el tema del abuso sexual, regularmente el problema es que la víctima no quiere exponerse por miedo a ser responsabilizada y revictimizada por el hecho, denunciándolo abiertamente ella misma.
Esa ha sido nuestra cultura, lo sigue siendo y lamentablemente corremos el riesgo de que persista ante la verbal-virulencia-violenta que refrenda el status quo que ahora refuerza sus fueros en las redes sociales, y que lastimosamente, a veces tiene en algunas mujeres a sus más feroces agentes, porque todos, ellos y ellas, hemos sido “amaestrados” en el machismo, la misoginia, el sexismo y la discriminación. Por eso las declaraciones desde las víctimas de este tipo, de darse, son anónimas.
El caso que valientemente denunció la artista visual como se asienta en el registro periodístico, ocurrió hace más de una década, en ese sentido la exigencia de Jesús Reyes Cordero de que denuncie legalmente el hecho y adjunte al recurso legal las pruebas del mismo, es por supuesto un imposible, y él lo sabe. Así solo quedaba para este asunto su resguardo en el silencio.
Como reportera debo asumir mi responsabilidad en las decisiones que tomo diariamente cuando me enfrento a la “máquina de escribir” y es cierto que estoy obligada a comprobar lo que publico.
No obstante, la naturaleza de las denuncias reiteradas que se han hecho desde las entrañas de la Iglesia Católica para los casos de pederastia, los movimientos para denunciar otros abusos sexuales como el latinoamericano #MiPrimerAcoso y el anglosajón #MeToo, han tenido que proponerse a la inversa por la dificultad que ya se ha expuesto. Muchas de las veces porque las victimas tuvieron que dejar de serlo y convertirse en sobrevivientes luego de muchos años que implican a veces terapias para poderlos, primero entender en su dimensión, y luego verbalizar.
Se ha exhibido apenas el indicio, “la cola de rata” como decimos en el argot periodístico, para luego a partir de una reacción en cadena donde van surgiendo las voces de otras víctimas, visibilizar la existencia del roedor entero.
En el texto que publicó Jesús Reyes Cordero en su perfil de Facebook trata el tema del acoso y hostigamiento sexuales del que habla Claudia Córdova “como una particular percepción ‘de lo que para ella ha sido su experiencia’ en el medio artístico”.
Lo que exhibe el trabajo periodístico de La Jornada Zacatecas es que en ese ámbito y en todos los demás aludidos por las entrevistadas, persiste, y más, se han normalizado el acoso y el hostigamiento sexuales, algo consistente con la hipótesis que se planteó originalmente.

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