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miércoles, 24 abril, 2024
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Editorial Gualdreño 330

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

 

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Cuando un artista muere, termina también una posibilidad de que la belleza sea difundida en este mundo; muere con él una opción de que el lugar en el que habitamos sea un lugar mejor; el artista modifica su entorno a través del arte, brinda maneras diversas de ver lo que nos rodea, de ver más allá de lo inmediato. El martes pasado, el 6 de marzo de este mes en que llega la primavera, Tarcisio Pereyra -Chicho-, artista plástico originario de Jalpa, Zacatecas, falleció en esta ciudad.

Tarcisio abordó diferentes disciplinas además de la pintura, fue ceramista, grabador y escritor. Además, fue profesor universitario; impartió clases en la preparatoria No. 3 de Fresnillo, Zac.; y en Docencia Superior de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Sus inicios como artista coincidieron también con el comienzo de su interés por las luchas sociales. Ingresó a finales de la década de los 70 al Taller de Grabado Francisco Goitia, creado por Alfonso López Monreal, y se convirtió en uno de los alumnos fundadores de ese espacio.

Para 1981, Tarcisio participaría en la exposición colectiva “Obra Gráfica del Taller Goitia de Zacatecas”, patrocinada por la Dirección de Promoción Nacional del Instituto Nacional de Bellas Artes y FONAPAS. En esa muestra se incluyeron grabados -además de los de Chicho- de López Monreal, Vicente Rodríguez, Chantal Fava, Rosa María Rodríguez, Elena Carrera, Juan Nava Alemán, Marian Clarck, Raúl Fuensalida, Roberto García, Carlos Patlán, Luis H. y Tomás Hernández Monreal, Graciela Reyes Mayandón y Daniel Torres. Fue la primera exposición de artistas zacatecanos integrantes de un taller de grabado independiente del IZBA.

La primera exposición colectiva de pintura de artistas zacatecanos había sido en 1955 y esto propició que se justificara la creación de un instituto en el que se impartirían por décadas clases de dibujo, pintura y grabado de manera formal. La exposición de grabado en la que Chicho participaría como alumno posteriormente, detonó otro momento importante en la historia del arte zacatecano que tiene que ver, incluso, con la fundación del Centro Cultural de Zacatecas -actualmente Instituto Zacatecano de Cultura-. Tarcisio continuó en ese taller y después, a principios de la década de los 80, ingresó al Taller de Artes Plásticas de la UAZ, en donde trabajaría ahora bajo la coordinación de Emilio Carrasco. Su incursión a esos talleres propició el interés por otro tipo de lenguaje plástico, de ahí que desde entonces haya experimentado y trabajado con el barro zacatecano; la cerámica fue otra de sus pasiones; tal vez por las múltiples posibilidades que el arte le dio para comunicarse, nunca dejó de crear, porque para Chicho, la palabra y la imagen siempre tuvieron una complicidad absoluta. Hablaba como creaba, creaba recurriendo a las formas y los sonidos de las palabras y la naturaleza y en su obra dejó plasmada la memoria de su devenir por esta tierra y la de sus ancestros.

Hace apenas unos días se inauguró su exposición Energía, en la Galería Arroyo de la Plata, en la que podemos apreciar obra de diferentes épocas de este arista jalpense; la exposición puede visitarse hasta el día 15 de este mes. Dejó también una colección nueva, que es parte de la exposición que se inaugurará el 22 de marzo, a las 20:00 Hrs., en el Museo Francisco Goitia. En esta exposición “Vivaldi. Las cuatro estaciones”, participarán también Emilio Carrasco, Jesús Reyes Cordero y Rito Sampedro.

Tarcisio Pereyra se ha ido y nos deja como legado su obra, su apasionada manera abordar el arte, de disfrutar la buena charla, la música y la poesía, y algo también muy importante: su ejemplo como participante en las luchas sociales. Edmundo Valadés hablaba a través de sus personajes en La muerte tiene permiso, por los habitantes de San Juan de las Manzanas; Chicho habló con sus acciones artísticas por los habitantes del Tigre, por los de los cañones, por su familia y sus amigos. Que continúe ese grito por la belleza, al fin y al cabo para difundirla no hemos de pedir permiso, gracias, Chicho, buen viaje.

 

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