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jueves, 28 marzo, 2024
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Bienvenido el populismo de AMLO

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Durante las cuatro décadas más recientes, la globalización ha sido conducida por los dueños del capital financiero obligando a los gobiernos a aplicar a rajatabla, principalmente en el mundo occidental, los dogmas del neoliberalismo también conocidos como el consenso de Washington. En México correspondió a Miguel de la Madrid imponer el nuevo paradigma: Una nueva estrategia económica basada en un severo ajuste fiscal y externo, cuyo objetivo principal fue generar un excedente suficiente para pagar la deuda externa contraída por el gobierno y el sector privado; la redefinición a fondo del papel del Estado en la economía, de manera que solo la inversión privada impulsaría el crecimiento de la economía; una rápida y casi total apertura comercial y a la inversión extranjera; la reducción drástica de los ingresos de los trabajadores y eliminación del fomento a la producción agropecuaria. En síntesis, la política económica se ha basado en un tipo de cambio real apreciado, baja inversión pública, desmantelamiento de la política industrial y falta de financiación bancaria.
La estrategia neoliberal ha generado resultados mediocres en México. A partir de 1982 el ritmo de desarrollo económico ha sufrido una severa desaceleración comparado con la norma histórica de los cuarenta años anteriores. Entre 1981 y 2015 el PIB por persona de México ha crecido a una tasa media anual menor al 1 %, lo que contrasta desfavorablemente con la tasa histórica de 3.2 % durante el periodo 1940-1981, debido fundamentalmente a que la tasa de inversión pública ha sido muy baja. La desigualdad social y regional se ha profundizado y la exclusión de millones de personas crece año con año. Y resultados similares se han medido en distintos países por organizaciones de prestigio como Oxfam. La excusión, sobre todo de los jóvenes ha llamado la atención del Papa Francisco, quien ha calificado al neoliberalismo como “economía de la muerte” y los ha convocado a salir a las calles para luchar contra su exclusión.
La grave situación provocada por el neoliberalismo ha provocado un crecimiento sostenido de la intensidad de la movilización social contra el neoliberalismo, llamando la atención el movimiento convocado por Bernie Sanders en Estados Unidos, el que convergió en el español Podemos, o el griego Syriza, y el que emergió tras la candidatura de Jean-Luc Melenchon en Francia. En ese escenario se enmarca el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador en nuestro país. En todos esos casos, millones de personas se han movilizado tras lo que consideran una respuesta justa y legítima al abandono de las clases populares por los neoliberales, expresado en la exclusión y desigualdad crecientes. Todos ellos han sido objeto de diversos insultos lanzados por los poderes fácticos beneficiados por los gobiernos neoliberales y por los herederos ideológicos de Margaret Thatcher y su “No hay alternativa” al neoliberalismo, pretendiendo con ello que los electores no los consideren como parte del sistema político democrático, sino como enemigos de la patria a quienes no se les debe dejar ganar ninguna elección importante. El insulto más común proferido por los defensores del estado de cosas actual es el de “populistas”, asociándolo con el gasto incontrolado de recursos por el gobierno, y el debilitamiento sistemático de la democracia.
En el caso de México, todo indica que los insultos a Andrés Manuel López Obrador no tendrán el efecto deseado por los defensores de la continuidad neoliberal, en virtud de que los resultados de la gestión neoliberal son desastrosos en todos los órdenes: las deudas interna y externa crecieron como nunca, la moneda se devaluó pasando de $12.93 pesos el primero de diciembre de 2012 a 19.39 el 14 de enero de 2018, el TLCAN está en la cuerda floja, la estrategia contra la inseguridad y la violencia es un fracaso y, el colmo de los males, hoy es más evidente que nunca que los funcionarios del gobierno federal operan una inmensa red de corrupción garantizando una impunidad casi total. Paradójicamente, todas las advertencias que han hecho sobre los males que sufriría México si gana AMLO, ya son una realidad producto de los gobiernos priístas y panistas.
Lo cierto es que millones de mexicanos ya piensan y dicen: bienvenido el populismo de AMLO, pues perciben que sus propuestas son una respuesta viable a su angustiosa situación: los jóvenes se acercan a Morena porque ven claro que AMLO les ofrece un puente muy viable para incluirlos, ya sea en el estudio o el trabajo. Los habitantes del mundo rural, abandonados a su suerte por el Estado desde el inicio del Tratado de Libre Comercio, están entendiendo que AMLO asumirá que el Estado mexicano tiene la responsabilidad de procurar su bienestar y el de todos los mexicanos y están de acuerdo en luchar por la soberanía alimentaria, por precios justos a los productos del campo, y demás demandas enarboladas por décadas ante los oídos sordos de los neoliberales. La inmensa mayoría de los mexicanos confiamos en que AMLO combatirá con firmeza la corrupción y la impunidad, conducirá el diálogo entre los mexicanos para elaborar una nueva estrategia para atacar la inseguridad y la violencia, tomará las medidas para recuperar el patrimonio energético del país, y creará las condiciones para que la inversión publica vuelva a crecer para propiciar el desarrollo integral y sustentable de nuestro país.

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