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jueves, 18 abril, 2024
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El anhelo de Marichuy

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Por: E. ANDREA ROBLES G. •

La candidatura independiente de Marichuy representa un ícono casi caduco de los ideales zapatistas. Resulta idónea en el aspecto temporal puesto que a 23 años del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la identidad del movimiento se ha ido perdiendo entre el periodismo y la literatura. Marcos y los pueblos indígenas viven en las mentes más viejas de México. En los libros de texto se habla del EZLN como un episodio breve e intrascendente en la historia nacional.

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La narrativa oficialista desde 1994 a la fecha ha intentado borrar el movimiento insurrecto mediante el silencio: no se habla del tema. El subcomandante se recuerda más por sus colaboraciones en diarios que por la toma de diversos sitios chiapanecos. El intachable ejército mexicano es el héroe nacional de la contemporánea lucha contra el narcotráfico, por lo que pareciera que su intervención contra el EZLN ha sido perdonada por la historia.

El zapatismo en México representa la continuación de una revolución intelectual que desde el 68 lucha por sobrevivir. No sólo es la demanda indígena. No sólo son las tierras. No sólo es el ejido. El EZLN es probablemente el único vestigio actual de los ideales izquierdistas más controversiales; esa izquierda que hasta antes de Marcos sólo se le atribuía al Ché y a Castro, y mucho antes de ellos, a Trotski y a Lenin.

Y la transición de un movimiento de la revolución armada a las vías institucionales es la primera en más de cien años en México. Ahora bien, después del contexto, la realidad es digna de analizarse; por un lado, es sumamente plausible el anhelo presidencial de Marichuy, puesto que el camino institucional abre al indigenismo una serie de posibilidades positivas. Mientras que paralelamente, la partidocracia izquierdista más antigua en México se une a la derecha con un objetivo primordial: cerrarle el camino rumbo a Los Pinos al líder político más criticado: el que ha sido tachado de populista y comunista.

La pregunta entonces  -fuera del panorama histórico-  es, ¿con cuáles votos se va a quedar Marichuy? ¿Tienen Barrales y López Obrador (como líderes de sus partidos) de qué preocuparse? Y ¿Marichuy volverá a poner al indigenismo como un tema de agenda nacional?

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