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viernes, 19 abril, 2024
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Meade

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Este será el apellido más sonado de aquí hasta que transcurran las elecciones del 2018 y después si es que resulta triunfador el candidato del tricolor. Por fin fue destapado José Antonio Mead. Los medios ya han iniciado su campaña a la presidencia atribuyéndole virtudes y atributos tanto reales como inventados. Meade será por dedazo de Peña Nieto el candidato en el que ha confiado para que lo suceda y de los priistas quienes iniciada ya la cargada de búfalos y acarreados de los sectores corporativos que lo han aclamado como el “candidato de la esperanza”. Están tan desilusionados los que votaron por el partidazo y los simpatizantes del todavía presidente con todo y carita y copete que esperan del ungido una salida a la inseguridad, al desempleo, al raquítico crecimiento económico, a la corrupción de funcionarios priistas e impunidad generalizada y demás problemas sociales como la inflación desatada por el alza de los energéticos y otros impuestos, que han decidido lanzar a un candidato ajeno a sus filas.  Según se le presenta, no es ni priista ni independiente sino apartidista y ciudadano. Si bien ha servido en los gobiernos de Fox, Calderón y el actual. Es por tanto el hombre fuerte que enlaza a panistas y priistas al que las fuerzas vivas de este país y los dueños del dinero apuestan a la continuidad del proyecto neoliberal y para que siga dando seguimiento a las reformas estructurales. López Obrador, el candidato a vencer lo ha llamado el representante de la “mafia del poder”. Refiere el tabasqueño que PRI y PAN junto a los partidos que se aliaran con Frente Ciudadano por México haciéndola de paleros le echaran montón para derrotarlo en la tercera elección en que contiende y en la que cree debe ser la de la vencida.

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Tras corregirle la plana, Peña ratificó lo que el virrey Videgaray había hecho. José Antonio Mead, “Pepe” para Peña y sus cuates cercanos, dicen de él que es un técnico. Tecnócratas les llamaban antes. Esos cachorros de la clase política, no perder de vista que el recién destapado es hijo de un exdiputado del PRI con todo y que él se presente apartidista y ciudadano, que viajaban becados a universidades gringas caras para regresar con postgrados a aplicar las recetas del consenso de Washington. Es de esa camada de tecnócratas neoliberales que desde la Madrid incluida a la recua conformada por los tres últimos titulares del poder ejecutivo llegaron al poder y con todo y sus pugnas se han adscrito al proyecto impuesto por el FMI. Trampolineando entre los gobiernos lo mismo panistas que priistas y navegando con la bandera de un sin partido, ha desempeñado cargos en las tres últimas administraciones relacionados con las finanzas y la economía con un breve tránsito por la Sedesol a donde lo mandaron para darse baños de pueblo mediante la entrega de dadivas al pobrerío y así saliera del anonimato. Aunque sus simpatizantes y porristas lo reconocen por su trayectoria de ser hombre honesto, inteligente y sencillo, pero sobre todo muy capaz en los aspectos técnicos, Meade representa más que la transición la continuidad del proyecto neoliberal con su mediocre crecimiento. En su trayectoria ha tenido como sus muletas a Calderón, Peña y Videgaray con el que compartió el ser condiscípulo itamita. Es por tanto el candidato del PRIAN. Esquemático y metódico, a diferencia de su destapador se dice de él también que siempre está leyendo un libro y de que para calmar a la lombriz consume alimento chatarra degustando chocorroles y refrescos para no añusgarse. Con su candidatura el PRI busca recuperar credibilidad y borrar la imagen de corrupción con el que se asocia a este partido que ha caído en una crisis de credibilidad, prestigio y legitimidad a la que lo ha llevado una presidencia incompetente e inútil para resolver los problemas más graves que aquejan a los mexicanos. A la vez se cree que les arrebatara votos a los panistas. Su rival a vencer es el Peje quien arranca el proceso electoral como puntero. Mead y Obrador representan los extremos encabezando proyectos opuestos. El tecnócrata liberal en el caso del primero y el del nacionalismo redistributivo el segundo. Con Meade, Peña y los priistas buscan unir a la clase empresarial a su favor para contener el mesianismo populista de su coco López Obrador. En fin, Mead vendrá a ser como dice Genaro Lozano, el candidato TUCOLO: “todos unidos contra López Obrador” de ahí que este periodista le atribuya a la vez un corazón tricolor y un alma azul. Ya ha iniciado la guerra de ataques y calificativos entre quienes se definirá la contienda presidencial. El cachorro de la tercera generación de tecnócratas neoliberales que puso el pecho a las protestas desatadas por el gasolinazo de enero y doró la píldora a los mexicanos aguantadores le ha espetado al tabasqueño que se ha dedicado a buscar con hambre el poder amparado en los recursos sin rubor enarbolando las banderas de la austeridad y el ahorro.

¿Qué tendrá que hacer mientras tanto el Peje para que ahora deje solo de participar y se alce con la victoria? Debe empezar por clarificar, precisar muy concretamente y difundir su proyecto y programa. No debe cometer los errores de las contiendas anteriores como los de rehuir los debates. No falta quienes lo tienen por zacatón. Convocar y convencer a los jóvenes, mujeres y electores abstencionistas. Ser más plural e incluyente, más democrático y dejarse querer empezando por acatar los consejos de sus asesores. Sin que deje de ser cristiano debe dejar de lado su perfil mojigato y conservador del que lo acusan las izquierdas. En otras palabras, no se debe confiar y mantener a raya en el tercer lugar con el que arranca el PRI con su candidato, pues no debe olvidar que, si se pone en segundo lugar y se le acerca, “caballo que alcanza gana”. ■

 

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