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viernes, 19 abril, 2024
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Narco-cultura: la Peste Cultural y Nuevas Expectativas

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Por: La Jornada Zacatecas •

Los jóvenes en los años 60’s querían cambiar el mundo, se oponían a la autoridad vertical, querían la paz, el amor y se presentaron como fanáticos de la libertad. En ese contexto, surgió la libertad sexual y la conformación de comunidades que vivían la fraternidad. Se rebelaron contra el egoísmo extremo y criticaban al capitalismo como una de las raíces de los males en el mundo: alienación, hiper-consumo y cultura del dinero. Psicoanalistas hacían crítica radical desde la oposición de ‘tener y ser’, y con ello, preferían un ‘ser’ que estimulara el florecimiento de las personas, contra el vacío del puro tener hedonista. El mundo era un universo con sentido que marcaba una dirección a la historia, por ello se rebelaban: la fuerza de su utopía se convertía en el horizonte normativo (el debe) que hacía posible la crítica al mundo. Sin utopía no era posible la crítica.

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Pues bien, la generación actual de jóvenes está en el extremo opuesto a aquellos de los años sesenta: se ubican en el egoísmo posesivo, no se rebelan contra el capitalismo sino que lo hacen funcional, el dinero es el nuevo Dios, y el hiper-consumo es la utopía: el tener, gastar y acumular en medio de un mundo carente de sentido. Vacío. La historia no va a ningún lado, todo se agota en la experiencia individual de las emociones recibidas. El único deber es el goce inmediato. Todo eso que se llama “el imaginario” cambió 180 grados: de la revolución al desencanto. Los jóvenes actuales son hijos de la muerte de Dios. Y dijo Dostoievski: ‘si Dios está muerto, entonces todo está permitido’. Un mundo sin sentido hace que se imponga la razón del dinero a toda costa y sin expectativas al futuro. Sin esperanza nada se espera. ¿Qué podemos esperar en el vacío? Las expectativas se reducen a lo que puedo tocar aquí y ahora. El camino, en este contexto, puede ser el sendero de la creación de nuevos valores y, con ello, salir del vacío. La voluntad de creación de sí mismos nos salva del oscuro silencio. Pero crear-se, es un acto poderoso que implica superar la circunstancia del sombrío desencanto. Crear supone estar encantado: esperanzado. Superar la decadencia de culturas que son absoluta inmundicia cultural: el narco.

La música narco refleja lo que es ese mundo: prepotencia, muerte, vulgaridad, degeneración y falsa ilusión. La peste cultural. Con sus frutos necesarios: sufrimiento, angustia, ansiedad y todo el infierno ardiendo en los actos bestiales de sus protagonistas. Por ello, es de lo más importante que el trabajo con los jóvenes gane la pugna cultural que lleve a estos a crear su horizonte de expectativas que los haga florecer como personas. Y del vacío maloliente pasar a un soleado jardín de múltiples colores y valores: una sociedad plural pero viva y alegre. Tolerante y solidaria. Los jóvenes ahora deberán pasar a entonar un canto a la vida que apague el silencio sepulcral de la decadencia de la cultura narco que se afana por entrar al cuerpo de nuestros chicos y volverlos zombis. La rebelión ahora es la saludable práctica de la inteligencia.

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