La Gualdra 316 / Río de palabras
Alicia realmente extrañaba a su novio. Ya tenía más de tres meses sin tener noticia alguna de él. Y esa mañana había despertado con las terribles ganas de acariciar los rizos dorados de su cabellera.
La última vez que se vieron, ya casi saliendo de un café, él le confió un secreto: “Enseñaré a una rara especie de grulla el modo de comportarse para el apareamiento”. A ella no le quedó otra más que sonreír.
Decidió irlo a ver en la reserva ecológica. Apenas lo encontró, le llenó de besos y abrazos. La grulla, al ver lo que le estaba sucediendo a su hombre, se levantó del nido de un jalón, sin importarle siquiera sus polluelos de finísimas plumas rubias.
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